¿Sucederá lo mismo con "The Invisible Band" (Sony, 01), su tercer y nuevo disco? Bueno, ¿a quién le importa? La verdad es que admitir que a uno le convencen plenamente sus dos últimas obras es peligroso en el círculo periodístico. Pero todo ello, por qué negarlo, refuerza convicciones: "The Man Who" (Sony, 99) es un disco espléndido. Después de un debut infumable, Travis encontraron su camino bajo el amparo incontestable de "Ok Computer" y firmaron un disco redondo, tocado por un golpe de varita que todavía hoy enmudece por su concreción y su preciosa melancolía. "Ya en el primer disco nos dimos cuenta de forma natural que nuestro sonido fluía mucho mejor con canciones menos intensas y ruidosas. Mi voz, por ejemplo, no está hecha para cantar canciones ruidosas... también ha habido una reconciliación con las guitarras acústicas. De hecho, mi primera guitarra era acústica... y así es cómo aprendí a tocar". Francis Healy, cantante, guitarrista y líder involuntario de la formación, atiende las pesquisas con amabilidad y sentido del humor. Cabe huir, por tanto, del tópico y abrazar la paradoja: los tristes son los que hacen música alegre. "Es curioso porque a pesar del sentimiento de melancolía presente en los dos últimos discos, los procesos de grabación han sido muy divertidos. Si tú nos hubieras visto grabar "The Man Who" te reirías después al escuchar el álbum y ver el contraste. De hecho, creo que nunca fuimos conscientes de que estábamos grabando un disco melancólico y triste. Pasamos la mayor parte del tiempo viendo comedias en la tele, gastando bromas y pasando un buen rato. Cuando la gente entrevista a la banda se espera encontrar a gente que se siente miserable.. y no se pueden creer que hagamos bromas y nos riamos continuamente".
"Nosotros no forzamos nada... somos una banda muy orgánica, dejamos que las cosas pasen" |
También es cierto, o eso pretende hacernos ver el sello borroso de las primeras escuchas, que "The Invisible Band" desprende mayor entusiasmo que su predecesor. No es una obra vitalista o enérgica, ni mucho menos, pero es justo señalar el aliento luminoso que recubre las paredes de algunas canciones. "Es un disco más esperanzado... tiene momentos oscuros, sin duda, pero en general te diría que contiene más sentimientos positivos que el anterior. De todas formas, creo que sigue siendo un disco de canciones melancólicas". Después de vender miles y miles de copias de "The Man Who", después de consagrarse como una banda de fuerte calado social en Inglaterra y después de saberse grupo-referencia en esta oleada de nuevas formaciones británicas empeñadas en agachar la cabeza, Travis han optado por darle continuismo a una propuesta revalorizada con su anterior disco. "Nigel (Godrich, productor de Radiohead y de ´The Man Who´) nos recomendó ir a un estudio de Los Ángeles, el mismo con el que ha estado trabajando con Beck. Para nosotros era una buena oportunidad de ir a grabar a un sitio con sol y buen clima... pero durante la grabación llovió la mayoría de los días (risas). Así que, en realidad, hubo un ambiente y una atmósfera climática perfecta para grabar el disco". Tampoco era conveniente dejar que el tiempo borrara el recuerdo de su impacto. En ese sentido, y teniendo en cuenta el mastondóntico éxito conseguido por su segunda obra, resulta gratificante comprobar la celeridad con la que Travis han regresado a la actualidad. "Si estás en una banda y tienes canciones y tiempo grábalas cuanto antes. Ese fue nuestro caso: teníamos todas las canciones compuestas y teníamos tiempo porque ya habíamos acabado la gira. Así que, en realidad, fue fácil y rápido. La idea es no parar nunca. Como dice Paul McCartney, los Beatles empezaron su decadencia después de hacer un parón de cuatro meses... cuatro meses bastaron para señalar el principio del final. Esa es un poco la idea". Y la idea de "The Invisible Band" es clara: prolongar la estela de su predecesor. Y aunque se echa en falta la inspiración y la factura precisa en las canciones que engrandecieron el discurso de "The Man Who", el nuevo disco de Travis puede exigir respeto con la cabeza bien alta. "Los discos son como las marcas de tiza en la pared que haces cuando eres pequeño para medir tu altura y ver cómo creces. El sentimiento de que en unos meses has crecido unos centímetros y tú no te has dado cuenta es extrapolable a la trayectoria de una banda. Nosotros apenas notamos esa evolución durante los procesos de grabación, pero una vez escuchamos los discos con calma es cuando nos damos cuenta del paso que hemos dado. Nosotros no forzamos nada... somos una banda muy orgánica, dejamos que las cosas pasen".
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