A The Mary Onettes les han echado un mal deojo. Sus primeros años como banda se malograron entre horas y horas de estudiosin sacar nada en claro y unos cuantos encontronazos con la industriadiscográfica. Su fichaje por Labrador Records y el éxito de crítica y públicode su homónimo debut parecían haber conjurado el infortunio. Sin embargo, alvolver de su última gira norteamericana a Philip Ekström, compositor de labanda, le robaron de su coche el disco duro que contenía las nuevas composiciones.Para colmo de males, la copia de seguridad que podía haber solucionado elentuerto pereció víctima de una sobrecarga eléctrica. Sí, adversidadessuficientes para dar carpetazo a una carrera musical, pero el acicate perfectopara alguien que se nutre del drama para componer. “Sí, todo lo que hapasado ha afectado mucho al disco. Mis letras se han vuelto más personales.Antes solía escribir más tirando de la imaginación, como si se tratara depequeñas historias que se forman en mi cabeza, pero todo lo que me pasó me hahecho pensar y escribir más en retrospectiva. Quería recordar y capturar todosesos buenos y malos momentos de mi juventud y la estupenda gente que en sumomento te rodeó, y ponerlo todo en un pequeño libro, que se acabó convirtiendoen nuestro segundo disco”, reconoce Ekström.
Tampoco es que la banda haya decidido comenzar decero. En realidad, “Islands” está concebido como una secuela de “The Mary Onettes”. Como en toda segundaparte, las nuevas canciones carecen del elemento sorpresa, pero han ganado enampulosidad y dramatismo. “La intención era mantener la esencia del sonidode nuestro primer álbum, como si se tratase de una extensión del mismo, aunqueutilizando otro tipo de instrumentos. Dicha esencia siempre ha versado en tornoa un tipo de sonido épico. En esta ocasión quería que fuese aún más épico, concuerdas reales y más instrumentos orgánicos como el piano, las guitarrasacústicas y los coros”, reconoce. Las nuevas canciones siguen siendo deudoras dealgunos iconos ochenteros, pero amplían el espectro. “Bricks” no está demasiadolejos, por ejemplo, de los A-Ha de “Hunting High And Low”. ¿Estaríamos ante un discoradicalmente distinto si Ekström no hubiera perdido las nuevas composiciones? “Supongoque sí. Escribí cuatro nuevas canciones; las otras las tenía guardadas en formade demo o almacenadas en mi memoria”.
Puede que en el mercado trendy no cotice ya al alzarecuperar los ariscos guitarrazos del post-punk, pero The Mary Onettespersisten en la exploración de las tenues luces y las abundantes sombras delpop más oscuro de los ochenta. En el caso de Philip Ekström, no cabe hablar derevivalismo oportunista, sino más bien de una maniobra de escapismo musical queobedece a otra mucho más personal. “Supongo que la melancolía de lascanciones son reflejo de lo que sucede en mi interior, como si se tratase de unespejo emocional”. No por casualidad, canciones como “Once I Was Pretty” o “TheDisappearing Of My Youth” exploran el implacable paso del tiempo y lasoportunidades perdidas. “Encuentro el pasado muy doloroso. De hecho, estoyun poco obsesionado con el mismo. Especialmente en lo que se refiere a mi hogary mi familia. Me encanta conducir a mi tierra natal y revivir lugares ymemorias. Eso, para mí muy inspirador, es lo que me hace escribir ese tipo decanciones. A veces hay gente que me dice que debería dejarlo estar, pero nopuedo, ni tampoco quiero”.
Y es que, como sucede con tantas bandas suecas, esimposible entender al artista sin tener en cuenta su entorno. “Mi procesocreativo sería muy diferente si viviera, digamos, en España. El clima sueco aveces no te deja más opciones: o te quedas en casa viendo películas y jugando avideojuegos o te pasas el día en el estudio ensayando y escribiendo música. Yoelegí la última opción. ¡Claro que siempre puedes dedicarte a jugar al hockey!”, bromea. Quizá sea esta la circunstancia que expliquela inabarcable cantera de gemas pop del sello Labrador, cuya inspiración noparece fruto de la espontaneidad, sino de miles de horas escuchando yasimilando, hasta hacerlas suyas, las señas de identidad de sus bandasfavoritas. “Islands” continúa estagloriosa tradición melódica. A la impecable “Dare” (“quería que las cuerdasfueran sagradas, así que las grabamos en una Iglesia”), tema principal de su Ep de anticipo, podemos sumar “Symmetry”, una delas mejores composiciones hasta la fecha de Ekström, o “Century”, nuevos himnosde pop crepuscular diseñados para sobrevivir a largos inviernos más que paraconquistar las listas de ventas. “Nunca me paro a pensar de forma conscientesi mis canciones son más o menos melódicas o tienen madera de hit, como le pasóen su día a The Beatles o a Echo And The Bunnymen. Sólo quiero que lascanciones me parezcan buenas y signifiquen algo para mí”.
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