"En las canciones puedo decir lo que me apetezca y no pasa nada"

No hay cosa que te concilie más con la vida que escuchar un disco que suena exactamente a la estación en la que sale: los discos de verano que suenan a chumba-chumba o los álbumes navideños. Luego están aquellos mucho más elegantes, los de primavera. Y ahí encaja, en su mejor versión, el resplandeciente cuarto álbum de Renaldo & Clara, “La boca aigua” (Primavera Labels, 23).

Nos juntamos con Clara Viñals en una de esas tardes en las que el sol calienta, pero todavía no asfixia para charlar de cómo ha sido todo el proceso que ha desembocado en “La boca aigua”. En una cafetería que lleva el cartel de gentrificación en la entrada me cuenta que precisamente hoy era su primer día como autónoma. Hasta ahora había compaginado su trabajo con su carrera musical. “Curraba de profesora de instituto hasta el año pasado. Pero siempre ha sido un grupo pequeño y es muy difícil vivir de la música. Los meses que tienes conciertos podía funcionar, pero hacer un disco es muy caro. Las partes invisibles del proceso muchas veces no se pagan. Me da un poco de respeto, pero ha sido genial centrarse en hacer solo el disco. Tenía algunos temas empezados de antes, y en estos meses he hecho todas las maquetas, pasado por el estudio y cerrado el álbum”. El resultado es “La boca aigua”, un trabajo de nueve temas tan atrayentes como su nombre. “Se me ocurrió la expresión de 'fer-te la boca aigua’, que es muy bonita. Es una metáfora muy sencilla, pero al mismo tiempo muy evidente, muy sensual, y tiene muchas connotaciones positivas, muy atractivas. Me gusta porque el agua aparece dos veces en el disco como conceptos contrarios: en ‘El Riu’ como una cosa negativa, pero ‘En per tu el que faci falta’ es algo bueno. Aunque no sea una referencia explícita, todo queda atado”.

"Es un aliciente muy grande probar de hacer cosas que no he hecho hasta ahora y ver si soy capaz. Me motiva muchísimo”

Las canciones del disco juegan un poco con esa moneda de dos caras, el contrapunto en lo más dulce del amor y el no-me-voy-a-callar-ni-una. “En el momento de ordenar el disco no lo hice por la narrativa o temática de las canciones, sino más bien por la sensación de la música. Si me ponía a ordenarlo como una evolución de bueno a malo perdía el sentido a nivel musical. Es verdad que empieza por la más positiva o la más bonita y acaba en la más chunga, pero tampoco fue premeditado”. Y si la parte musical tiene tanto peso, es porque es con la que más juega, la más intuitiva y con la que se reta constantemente. En el disco a parte de las melodías pop dulces, ligeras y positivas a las que nos tiene acostumbrados, se le suman patrones cercanos al hip-hop o bases rítmicas mucho más marcadas. Como en “S'està millor al carrer”. “Justo esta canción fue la que tuvo más cambios de la maqueta al disco. Cuando entré en el estudio, la gran mayoría ya estaban casi acabadas, pero está fue más difícil. Para esta canción trabajé con InnerCut, que también está a la producción de otras cuatro canciones. Le conté cómo sonaba en mi cabeza y lo pilló a la perfección. En cuestión de una hora ya la teníamos”. En el disco también coproducen Joan Borràs y Hidrogenesse que ayudan a hacer más grande su sonido inicial. “Tenía muy claro que quería trabajar con gente nueva para descubrir también cómo trabajaban, pero al mismo tiempo quería tener un poder de decisión muy grande. Quería que las mejoraran, que encontráramos los sonidos precisos, pero no que las cambiaran. Necesitaba que fuera una coproducción y que acabáramos de hacer grandes canciones.
Al final yo tengo unas limitaciones de conocimiento más técnico, es algo que yo no había hecho nunca. Las cosas más pop las sé materializar fácilmente, pero ahora que quería tirar por aquí, que era terreno un poco desconocido. Esta vez me ha movido mucho la curiosidad artística. Es un aliciente muy grande probar de hacer cosas que no he hecho hasta ahora y ver si soy capaz. Me motiva muchísimo”.

Y aunque durante mucho tiempo nadie le preguntara sobre ellos, Clara Viñals destaca por sus letras directas y punzantes con las que se atreve a decir lo que quizás en persona no sería capaz. “Hay momentos en los que incluso pienso que debería morderme la lengua [risas]. Pero es muy divertido. Ahora sé que la gente entenderá cuando digo las cosas con ironía o en broma, pero al principio me daba mucho respeto que la gente no notara que me lo había currado. Con los años me he dado cuenta de que no tengo que vestirlo de manera metafórica para que la gente lo aprecie. Así que digo un poco lo que me da la gana. Cantar delante de personas es desnudarte, es algo muy sincero, así que si estás diciendo algo que no te importa, o no te representa, puede llegar a ser bastante ridículo. Ahora siento una gran libertad. En las canciones puedo decir lo que me apetezca y no pasa nada. ¡Porque no pasa nada!”.

Sumergirte en “La boca aigua” no solo es lo más refrescante que puedes hacer ahora que llega el buen tiempo, sino que también es un viaje por quien ha sido, pero, sobre todo, quién es su autora. “Nunca había hecho algo tan inmediato. Siempre había sido hacer el disco tranquilamente y al cabo de un año sacarlo. Esta vez ha sido acabarlo y sacarlo. Si algo he aprendido con los años es que siempre se intenta hacer el mejor disco posible, pero al final si esta canción no es tan redonda la siguiente ya lo podrá ser. Para mí lo más complicado de hacer música es que tienes que acotar porque hay infinidad de posibilidades de cómo hacer las letras y la música. Al principio cuesta muchísimo de asumir, porque siempre quieres que todo sea perfecto y con el tiempo te das cuenta de que eso es imposible, porque siempre podrás seguir retocando. Así que haces lo mejor que sabes. Los discos representan un momento concreto de la vida, y este me representa muchísimo por ser muy reciente”.