Hay activos reconocibles a primera vista. O a primera escucha. La voz de Clara Viñals es uno de ellos. En sus temas como Renaldo & Clara pero también en conversación, donde la pausa no sólo la da el silencio, también su tono melodioso y apacible. Quién iba a decir que a ese suave timbre le iba a encajar tan bien un revestimiento como el de “L’amor fa calor”, puro pop. Estribillos sin prejuicios, sintes jugones y letras optimizadas. Su primer adelanto, ”La finestra”, fue un fantástico bálsamo en confinamiento. Este tercer largo promete aliviar cualquier giro que puedan dar los raros días que vivimos. Optimismo ‘made in’ Lleida.
Por si no fuese poco con uno, en Lleida habéis pasado dos confinamientos.
El primero, como todo el mundo, con días mejores y días peores. De hecho, lo empecé bien, porque lo sentía como unas vacaciones. Pero el segundo... Aunque no era tan estricto, no podías salir de la ciudad y estaba todo cerrado, fue desesperante: ver cómo se hacía vida normal fuera y nosotros aquí encerrados. La sensación es que se nos ha pegado uno con otro, la verdad.
¿Cuando pasó esa sensación de ‘vacaciones’, te dio por componer?
Al principio estaba cero inspirada. La sensación era más bien de angustia, que no ayuda demasiado a componer.
"No me hubiera atrevido con dieciocho a hacer lo que hago ahora. Es divertido arriesgarse".
Sí aprovechasteis el encierro para lanzar un adelanto.
Sí, “La finestra”. No teníamos previsto hacerlo, pero encajaba totalmente: habla de estar en casa y mirar por la ventana y, simplemente, que entre aire. Encajaba. [Ríe] Queríamos aportar una visión optimista, descriptiva, sin decir un 'todo irá bien' rotundo, pero optimista.
Siempre has aportado en tus textos amor por lo cotidiano. Con este parón, el destino te ha dado la razón: una ventana puede ser una bendición.
[Ríe] Este es un disco que, en general, a pesar de estar todo hecho antes del confinamiento, es optimista y alegre. Es lo que me apetecía hacer. Estamos en un momento como banda muy intranquilo, extraño, en el mejor sentido: estos tiempos parecen llevar a cosas más pequeñas o de recogimiento, acústicas, y a nosotros nos ha salido al contrario: expansión.
El pop cura el alma. ¿Cómo se hace un disco con casi todo ‘singles’?
Es huir de la sensación de 'esto ya lo sé hacer'. Buscar la motivación cuando creas, ir a lo nuevo, cuando ya has conseguido tu estilo. Nunca harás un cambio radical, a menos que sea muy impuesto. Pero a mí me motiva el reto. Hacer canciones con estribillos, repetitivas, cortas. Melodías. No sé si son pegajosas, pero yo soy fan de las melodías. Las ganas de hacer cosas nuevas y el atrevimiento que te dan los años, supongo, también ayuda. No me hubiera atrevido con dieciocho a hacer lo que hago ahora. Es divertido arriesgarse.
¿Prejuicios?
Sí. Igual son ciertos prejuicios que podía tener yo en su día. Con los años se coje confianza. Y también coincide en que todo va hacia aquí. Hace mucho también que ya no me pongo a escribir a guitarra y voz.
¿Cómo haces? ¿A guitarra y voz no saldría un estribillo como el de “L’amor fa calor”?
¡Supongo que no! Ahora comienzo con la base de una batería y eso me lleva a nuevos sonidos. No es la canción como tal ya.
¿Jugar con las cajas de ritmos ha hecho que tu voz suene más –entiendeme– rapeada, menos lírica?
Absolutamente.
¿Y eso ha pasado del segundo a este tercer disco?
Sí, en el anterior en algunas maquetas ya jugaba con las cajas de ritmos, pero ha sido sobre todo con este que me he lanzado. Muchas canciones han empezado programando unos bombos y ya. Y llegas a nuevos resultados, claro.
¿Ha variado el horizonte de bandas que escuchas para que pase esto, más allá de la asunción de confianza que comentabas?
Seguro. Ahora tengo una visión más de productor, de enfocar. Pero el entorno afecta, claro. Hace once o doce años no era lo mismo lo que suena respecto a ahora. Los referentes hacen mucho. Lo que vas escuchando te da ideas: una canción que cuando la oí me hizo mucha gracia y la vi muy lograda, sin tener nada que ver conmigo, fue un tema de Calvin Harris. Un tema ‘mainstream’ y a la vez muy lineal. “Feels”. Cuando la escuché pensé en hacer algo así... Y al final, al final haces lo que puedes con tu rollo. [Ríe]
¿Tenías alguna premisa más antes de ponerte con el disco? ¿Dejar lo acústico más aparcado?
No tan bestia. Era más que teníamos muchas ganas de que el sonido fuese más contundente. Mi voz, al ser suave, ya da fuerza, da carácter. Pero por mucho que pueda medio rapear [ríe], la voz siempre será suave. Teníamos ganas de un contraste con las bases y probar cosas que hasta ahora no habíamos hecho.
"Con el tiempo sí me he notado el atrevimiento de hablar de ciertas cosas o de decir ciertas tonterías"…
¿Y se mezcla también qué quieres ofrecer sobre el escenario? ¿Más movimiento?
Supongo, es inevitable. Aunque siempre pienso más en el disco que en el directo. A nivel de grupo, Víctor [Ayuso] tiene más visión de cómo después lo aplicaremos al escenario. Pero en el momento de hacer las canciones, ciertamente, sólo pienso en ellas y no en los siguientes pasos. Quiero la libertad total, de laboratorio.
Los sintetizadores han cogido mucho peso. ¿Ha necesitado eso de cambios en la banda?
En directo iremos a la batería Genís Bages; Hugo Alarcón tocará teclados, sintes y guitarra; Víctor llevará bajo, sintes y un PC live; y yo guitarra y voz. Y dos chicas harán de coristas. Ahora somos seis.
Hablas del carácter de tu voz, un valor grande de la banda. Pero también lo son las letras. Cuesta encontrar tanta meticulosidad en los motivos pequeños y que a la vez haya ese juego tan pop, ¡y sin contar historias!
Las letras, de todo lo que hemos hablado, para mi son lo más difícil. Poner un bombo u otro y tirar, es un juego. Pero que salga una letra... Con el tiempo sí me he notado el atrevimiento de hablar de ciertas cosas o de decir ciertas tonterías…
¿Hay más ironía?
Entre comillas, hay más ironía. Pero intentando verlo desde fuera, simplemente, mis letras son pequeñas reflexiones. Me pongo a escribir a partir de un pensamiento. Hay temas que son más descriptivos, como “La finestra”, o alguna pequeña anécdota, pero de instinto lo que me sale es de una reflexión, ir desarrollando. ¿Joan Miquel Oliver? De los mejores en catalán, con diferencia, pero no sabría citar muchos más referentes. Me inspira cierta poesía. Hay cosas que todavía no me siento a gusto escribiendo, no me salen las historietas: “Ahora voy allí; hice aquello”. Eso no me sale. Solo pequeñas reflexiones expresadas en mi vocabulario.
¿Crees que habrá acabado la exotización de vuestra propuesta por el catalán leridano?
[Ríe]
Decías que hasta que no tenéis el disco terminado no miráis al directo. ¿Lo mismo ocurre con las decisiones industriales? Publicáis con Primavera Labels, una apuesta que con el nuevo sonido puede funcionar muy bien, abriros público y escenarios.
Nos lo hemos encontrado. Nosotros habíamos contactado con ellos hace tiempo, después ellos nos contactaron, y surgió la oportunidad. El disco ya estaba hecho, eso sí. ¿Abrir puertas? Nosotros encantadisimos. Llega un momento, cuando hablábamos de prejuicios, que mira, cuando estás contenta con lo que has hecho, cuanto más gente te escuche, mejor. Lo demás son tonterías.
En este tiempo has participado en el proyecto Hola Lis, ¿qué otras cosas has estado haciendo durante el silencio discográfico? ¿Trabajos más allá de la música?
Casi todos los del grupo somos profes. Soy profesora de instituto desde hace poco. Justo antes del confinamiento se acabó uno de esos trabajos. Y espero que comience bien el curso, a ver. He hecho alguna colaboración también, aparte de la de Lis. Con un amigo de Mallorca, pero no diré nada, porque no sé ni cuando sale. [Ríe] Que no se enfade. Pero poquito, más allá del disco.
Conciertos... Seré breve: ¿Cómo lo ves?
No lo sé. Creo que será un poco caótico. Como aquí vivimos el segundo confinamiento, que fue muy duro y todo lo contrario a la sensación de avanzar... Me da un poco de miedo. Me gustaría pensar que poco a poco iremos haciendo conciertos. Pero la viabilidad, sin un aforo mínimo...
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