En el que hace su quinto disco, Remate comienza el primer tema, “An Eye In The Forehead”, con un viaje al pasado: “De pequeño solía hacerme el tonto, de adolescente era una causa perdida, me pasaba de listo”. Y de mayor habla en su jugoso blog de Paul Simon o Michael Jackson como algunos de los nombres que, de alguna manera más o menos incierta, han estado en la génesis de “Safe And Sound”. “A lo mejor están lejos de mi música, de lo que yo he ido haciendo hasta ahora, pero por la razón que sea te encuentras con cosas que a lo mejor parten de mucho antes. Es algo más personal, sabes que está ahí, que me ha motivado, aunque no necesariamente se trata de un elemento explícito. Pero es verdad que, sin ellos, en algunos pasajes no hubiese llegado a esas ideas”. El caso es que, después del doble “No Land Recordings”, el siguiente paso era complicado (incluyendo cambio de sello: de Acuarela a Mushroom Pillow), y este asturiano recién afincado en Madrid lo ha resuelto de manera bien distinta, condensando su discurso en treinta y un minutos. “Desde el punto de vista formal, éste es un disco de pop. Me apetecía llegar a las canciones de otro modo. ‘No Land Recordings’ era la culminación y probablemente la mejor expresión de lo que yo había hecho hasta entonces; era un disco que tenía mucho recorrido y con el que se cerraba algo. Y con ‘Safe And Sound’ está claro que empiezo otra etapa, que parte de la libertad y de la sensación de que hay muchas cosas que me estimulan, que están ahí desde hace tiempo. Ahora soy capaz de creérmelas, mientras que antes me habrían sonado impostadas”. Se trata de una honestidad que marca el camino, picando de aquí y allá: hay folk, funk, blues y rock, con acidez y un surrealismo que tiene los pies en la tierra, más cerca de provocar una sonrisa cómplice que de llevarnos de viaje interestelar. “Curiosamente, creo que mi música va para atrás y hacia delante; a veces creo que estoy haciendo algo que parte de escuchar a Buddy Holly, pero estamos en otro momento, no en los años cincuenta, y no voy a una cafetería a tomarme un batido de zarzaparrilla. A partir de ahora, lo que tenga que venir, vendrá. Es un poco imprevisible”.
Si hablamos de presente, en “Safe And Sound” salta de un lado a otro, girando sobre sí mismo para mostrar todas sus caras. “Me siento más libre que nunca para hacer lo que me dé la gana; siempre pasas por momentos en los que, por intuición, vas haciendo una serie de cosas, mientras que con otras no te ves capaz. Pero con ‘Safe And Sound’ sabía muy bien lo que quería”. Y para lograrlo, qué mejor que repetir con Muni Camón, Pablo Errea (The Guinea Pig) y Paco Loco. “De repente tengo las cosas muy claras en la cabeza, pero de una forma muy etérea. Si no tuviera la empatía que tengo con Paco, no sé como podría haber llegado a un disco como este. Además, ha tocado todas las baterías, que marcan las canciones una barbaridad. Él sabe lo que yo imagino, porque para explicarlo no soy muy claro; me apetece que se entienda lo que quiero decir desde un punto de vista espiritual y no estrictamente formal. Me fío de esa interpretación y luego lo grabamos en una o dos tomas; sólo vale lo que tiene vida”.
El universo Remate se concreta con sonidos y silencios, música e imágenes, su inconfundible y poblada barba, unas gafas oscuras, comida, recuerdos y cómics, todo ello redondeado con un importante componente lúdico que hasta ahora se mostraba más en directo que en el estudio. “Ojalá quede de manifiesto, porque no soy nada mustio. A lo mejor al hacer una serie de discos, sobre todo ‘Ballads Don’t Change Things’ (2004), he generado una representación de mí que en algún caso responde sólo a un determinado estado de ánimo, pero intento no tomarme las cosas demasiado en serio y vivir un poco en la comedia”. Un mundo en el que existen diálogos imposibles como el que mantiene con Muni en “Outstanding Hero”, inspirado en el de Woody Allen con su madre en “Historias de Nueva York”; un mundo que en “Safe And Sound” es pequeño en dimensiones y expansivo en logros, igual que en las tiras de algunos de sus personajes favoritos. “Cada canción es una viñeta, con un final feliz que sería un pequeño epílogo, como cuando después de una historieta enorme Calvin termina tirándose con Hobbes por una colina desde un monopatín, y al final se ve un dibujo en el que los dos están flotando en el aire”.
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