Lo mejor que le podía pasar a un cruasán ha ocurrido: lejos ya los deseos de salvar el rock de pasado mañana, eliminado el riesgo de convertirse en un trovador posmoderno tras la estela de Lou Reed y de querer hacer sombra al culto a Pavement en compañía de bandas locales, Stephen Malkmus, el hombre del jardín hiperdesarrollado por cerebro, ha decidido volver a hacer el pino para nosotros. Aplausos. Por fin se ha lanzado a seguir su propio camino de baldosas amarillas y dar marcha atrás, aunque sólo sea un poquito, para retomar el trabajo comenzado en su espléndido y homónimo debut de 2001, que dejó de lado luego para buscar el “sonido de banda” de “Pig Lib” (firmado dos años después junto a The Jicks, por ahora relegados casi exclusivamente a grupo de acompañamiento). En “Face The Truth” vuelve a intuirse la curiosidad, se mascan las contradicciones de un recién estrenado padre de familia que sigue enamorado del ruido, la onomatopeya y el surrealismo. “Sólo he contado con John Moen –batería de The Jicks– en algunos temas, pero la mayoría del material es mío, he tocado los instrumentos y he decidido como serían las canciones. Podría haber hecho un disco con colaboraciones, pero quería hacer de una vez algo que no fuera más que yo solo; poder controlarlo todo, sin preocuparme por ningún conflicto típico de banda. Y, bueno, sí, Lou Reed es una gran influencia y es cierto que me siento más atraído por Frank Zappa, con esa forma suya de cantar, tan esquizofrénica, con diferentes voces… Lou Reed es siempre igual, ya sabes: bla-bla-bla”.
"¿INXS?… Yo tampoco entiendo por qué nadie habla de ellos. Creo que los críticos no los han tomado demasiado en serio" |
Zappa, The Beatles, The Fall, Bob Dylan, Wire... hay toda una tradición de músicos con gusto por las letras extrañas con la que Malkmus –que también se relaciona con alucinados fabuladores como Chuck Palahniuk y David Foster Wallace– se encuentra muy a gusto, en medio de realidades alternativas donde cohabitan monos y cerdos y donde es posible tener una conversación imaginaria con Yul Bynner, algo con lo que sólo se atrevería otro amante de lo weirdo como es Gruff Rhys (Super Furry Animals). Desde algún hogar típicamente americano en medio de Oregon, Malkmus desayuna con nosotros gracias al teléfono. “Creo que ´Face The Truth´ es más enérgico y variado que ´Pig Lib´: aquí las canciones no tienen nada que ver unas con otras, no existe la unidad que tenía aquél. Y lo he grabado en casa, así que el sonido también es más crudo”. Algunas veces, incluso se atreve a sonar ¿funky? “Sí, hay cierta atmósfera bailable en el disco… Aunque no es para clubes, ja, ja. He usado baterías programadas en un par de canciones… –bebe algo– …y algunos teclados. ¿INXS? La canción a la que te refieres es ´Kindling For The Master´. Creo que son una banda de pop muy buena y tienen un sonido muy específico. Quería conseguirlo, de ahí esa progresión de acordes (tarararararata-ta-ta) tan similar. Yo tampoco entiendo por qué nadie habla de ellos. Creo que los críticos no los han tomado demasiado en serio…”. Más allá de planteamientos teóricos, “Face The Truth” sigue siendo un disco de Malkmus y sigue sonando cien por cien Malkmus. Y eso es lo bueno. El pasado 30 de mayo, el responsable de haber redactado los diez mandamientos del indie-rock en los noventa cumplió treinta y nueve años, y da un poco de risa tener que hablar ahora de “madurez”, más que nada porque fue precisamente éste uno de los estigmas que arrastraron a Pavement al aburrimiento, y de ahí a la tumba, y, sobre todo, cuando uno tira de archivo y observa que prácticamente todas las entrevistas realizadas al Sr. Malkmus en solitario coinciden en una cosa: en que es un tipo tranquilo. Ahí va su opinión sobre el asunto. “Por supuesto que la edad ha cambiado mi concepción de la música. Y no sólo mi edad: no tengo veinticuatro años y estamos en 2005. Pero lo que no he sentido han sido esas ideas habituales que se asocian con hacerte mayor, como volverse más conservador o más material. Y menos respecto a la música. Es posible que las letras sean más maduras, pero en lo musical sigue siendo todo tan extraño para mí como cuando era joven”. De fondo, los gemidos de un bebé producen interferencias, y la cotidianidad de Malkmus estalla de pronto ante nuestros ojos. “Es mi hija. Me encanta la etapa en la que está ahora, aprendiendo a hablar, probando y produciendo ruidos. Ahora empleo mucho tiempo con ella. Ya sabes cómo es América, no se ven muchos niños correteando por las calles. Queremos ir de vacaciones al sur de España, a Andalucía, donde hay críos por todas partes”.
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