El mundo entero ha dado un vuelco de tales magnitudes que evocar ahora la realidad presente de hace seis o siete años es prácticamente un ejercicio de ciencia-ficción. En 2015 hablar de una pandemia global, una plausible guerra mundial o un Brexit que aislara a Gran Bretaña sonaba a poco más que a las hipótesis de un tremendista o un conspiranoico. Sin embargo, de aquellos barros estos lodos, y más de un lustro después de que Real Lies nos bendijera con su álbum de debut (“Real Life”, auto-editado en 2015 bajo su propio sello, UNREAL) la coyuntura vigente ahora es otra bien distinta. Hasta la propia situación de la banda ha cambiado, quiénes han visto su formación reconvertida en un dúo tras la marcha deliberada de Tom Watson, miembro fundador de la misma.
Con un largo y disfrutado hiato entre su primer trabajo y su correspondiente reválida, Kevin Kharas y Patrick King han logrado alumbrar y traernos finalmente su esperado segundo álbum, “Lad Ash” (UNREAL, 22), un cartucho de doce recuerdos seleccionados cuidadosamente por el propio Kharas con el fin de mantenerlos vivos y presentes en su castigada psique. Sumida entre sintetizadores melancólicos y nocturnos que dibujan la geografía de un Londres oscuro, aflora la diatriba de Kev, el mismo que nos mece en un introspectivo paseo bajo la lluvia marcado por los intensos y personales relatos que esconden sus canciones. Porque así es la música de Real Lies: una banda sonora idónea tanto para aderezar una de esas eternas noches que no quieres ver terminar, como para ceder a las enigmáticas consecuencias de adentrarte en el más lóbrego rincón de tu memoria.
“Este disco me ha obligado a adentrarme en esas partes de mi memoria que estaban selladas por seguridad”
¿Se hace raro estar de vuelta después de tanto tiempo?
Hemos cogido con muchas ganas nuestro regreso, pero a decir verdad, hay algo de adictivo en no lanzar nada de música durante un largo periodo de tiempo. Te dota de cierta seguridad y privacidad, te convences de tener algo bajo la manga que los demás no conocen y tú sí. Durante este tiempo he sabido que estábamos perfilando un gran álbum y que a la gente le iba a gustar. Ahora que está fuera y lo he podido compartir con el mundo entero, siento en cierto modo una paz personal muy reconfortante. ¿Sabes? Durante siete años he tenido que aguantar que familiares, amigos y compañeros de trabajo me preguntaran hasta tres veces al día que cuándo iba a sacar el maldito álbum. Es gratificante saber que no voy a tener que responder a esa pregunta nunca más.
Siete años hacen creer que el trabajo en este álbum ha sido bastante exhaustivo.
Y así es, sí. He pasado muchos años obsesionado con la confección de este álbum, hasta el punto de no llegar ni siquiera a estar presente del todo en las conversaciones que mantenía con mi familia o mi pareja. En mi mente no podía dejar de pensar en la letra de tal canción o en qué encajaría mejor en aquella otra. Es algo que se convierte en una parte de ti sin remedio. Y el mero hecho de haberlo sacado ya es el antecedente perfecto para comenzar a trazar planes y pensar en lo que pueda venir después.
También han sido años muy marcados por el cambio, como la marcha de Tom. ¿Cómo ha sido el adaptaros a este hecho?
Al principio fue un shock tremendo lidiar con su decisión, pero lo entendimos y también coincidió con el momento en el que comenzábamos a tener más clara nuestra visión sobre cómo debía de evolucionar la banda. La vida en carretera como banda era muy dura, ya sabes, éramos cerca de ocho personas viajando en una furgoneta si contamos al resto del equipo, los roadies, los tour managers, y a Celeste, que nos acompañaba por aquellas como vocalista en los directos. Llegó un punto en el que no era viable el permitirnos viajar de aquella forma y vimos necesario lidiar con nuestras limitaciones. Nos replanteamos íntegramente la forma en la que debíamos llevar nuestra música al directo y acabamos reconociendo en esta necesidad la oportunidad de acercarnos exactamente al tipo de directo que queríamos tener. Ahora solo somos Pat y yo en el escenario, con un par de bailarinas increíbles, todo muy rollo club, rollo warehouse londinense. Todo es más sencillo y más rápido. El ser un dueto es la forma más próxima a lo que siempre hemos querido que la banda fuera.
Imagino que el proceso de composición ha cambiado también.
Ahí es donde también hemos notado que ahora es todo mucho más fácil. Yo me encargo de las letras y Pat de la música. No necesitamos más. Mi ambición para Real Lies radica en seguir haciendo exactamente esto todo el tiempo y exprimir la técnica que ya empecé a desarrollar en temas que fueron propiamente míos en su día, como “North Circular” o “Blackmarket Blues”, ya sabes, donde prácticamente no canto sino que recito las letras. Nuevamente, es el tipo de sonido que siempre había querido que fuera asociado a Real Lies.
Ahora que mencionas algunas de tus anteriores canciones, es imposible para mí no pensar en cómo éstas me transportan instantáneamente a un paseo lluvioso de Londres cuando las escucho.
¿Sí? Bueno, quizás sea porque la mayoría de las canciones han sido escritas en ese contexto. Ya esté soleado o llueva a cántaros, disfruto mucho de dar largos paseos que me despejan. Me sumerjo en un laberinto de calles y acabo encontrando en éstas la inspiración necesaria para mis canciones. Cuando una idea brota en mi mente, la grabo con el móvil. Entonces alguien me llama para ir a tal pub o a tal fiesta, y el resto va surgiendo. Todo nace de mi contexto más próximo y de una forma muy natural.
"Nunca sé cuando mi memoria va a fallarme, así que es mejor estar preparados"
¿Hay algún sitio en particular de la geografía londinense que te inspire especialmente?
Ésta este sitio, llamado el Suicide Bridge… Sí, ya sé, un nombre muy poco alentador. Es donde tomamos la foto para nuestro primer disco, y de hecho lo mencionamos en la letra de “North Circular”. No está muy lejos de donde vivo ahora mismo y es un lugar que, de alguna manera, aunque no sea explícita, está presente en la atmósfera de muchas de las canciones de este nuevo disco también, como en “An Oral History of My First Kiss”, “Dolphin Junction” o “Late Arcades”. Todas las historias y sentimientos que hay detrás de ese sitio son muy populares aquí, y simplemente cuando paseas por allí sientes sobre ti todo lo que ese puente ha presenciado. Es imposible no sentirlo.
Algo que creo que te inspira mucho también es la noche, ¿no?
Más que la noche en sí, encuentro la inspiración máxima en esa hora que acontece al amanecer, ¿sabes? Cuando todavía está oscuro, pero la noche está acabando y lo sientes en el ambiente, en el color del cielo, y en el propio clima. Es un momento del día en el que escribir me resulta destacablemente fácil, porque siempre me recuerda a mis amigos y a las grandes fiestas en las que ellos están presentes.
Precisamente al hilo de esto, me veo en la obligación de preguntarte si fue duro para ti recordar la historia de tu amigo Richard a través de este álbum.
Fue complicado, sobre todo recordar con exactitud cómo pasó todo. Es curioso cómo nuestra memoria trata de protegernos borrando ciertos detalles o alterando algunos capítulos de la realidad. Me llevó bastante tiempo confeccionar la manera en la que quería presentar su historia en este álbum, porque no quería faltar a la verdad o dibujar una parodia de lo que realmente fue. Sin duda, este disco me ha obligado a adentrarme en esas partes de mi memoria que estaban selladas por seguridad y a las que no era precisamente fácil acceder. Me lo tomé en serio, me fui a mi pueblo natal y recorrí las zonas por las que solía jugar y festejar con él, ya sabes, los lugares en los que habitualmente quedábamos. Fue increíblemente duro y abrumador enfrentarse a todo aquello, a su recuerdo, a la manera en la que todo terminó, pero también muy sanador y útil.
¿En qué sentido?
De alguna forma me sirvió para darme cuenta de que la vida tiene consecuencias y de que esa adolescencia imprudente e insensata no podía durar más. Él fue la primera persona cercana que se marchó, así que su pérdida supuso un antes y un después en todo lo que respecta en mi vida.
¿Guarda alguna relación todo esto con esa fijación por querer mantener vivos algunos eventos de tu vida a través de tus letras?
Sin duda. Es un tema que exploro más a fondo en “The Carousel”, donde hablo abiertamente de los problemas de memoria que he sufrido recientemente. Desde hace relativamente poco puedo llegar a tener serias complicaciones para poder recordar tanto cosas que sucedieron a largo plazo como cosas que me sucedieron ayer mismo. Por eso he querido nutrir casi en exceso las letras de este disco con infinidad de detalles minuciosos, para que en el futuro me sirvan como pequeñas cápsulas del tiempo y no permitir que esas historias se desvanezcan. Nunca sé cuando mi memoria va a fallarme, así que es mejor estar preparados.
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