Ya ha llovido bastante desde que en 1985 Walter Salas-Humara y Bob Rupe crearan The Silos tras mudarse a Nueva York desde Florida, en cuya escena local despuntasen ambos con sus respectivos proyectos, The Vulgar Boatmen y The Bobs. Si bien hasta 1991 el protagonismo en la banda fue compartido, es desde esa fecha cuando se puede decir que The Silos se convirtieron en la banda de Walter Salas-Humara, el simpático compositor, cantante, guitarrista y productor, cuyos ancestros cubano-españoles le confieren una calidez humana y personal especial. Además de una paciencia considerable, porque pese al vaivén de músicos, expectativas e ilusiones que se fueron creando en torno al grupo, logró aguantar el tirón de ser considerada "la nueva promesa del rock americano", con fichaje para multinacional (RCA) incluido, y con el desencanto -¿ o no?- de no formar parte de esa selecta minoría de bandas que tocan el cielo -¿o no?- del mainstream y permanecen allí.
"The Silos son como la vida, nunca sabes lo que va a pasar más tarde, pero sabes que hay una parte buena en todo y tiras adelante" |
El propio Walter nos cuenta el secreto de The Silos para seguir adelante. "Es un largo y duro camino. The Silos son como la vida, nunca sabes lo que va a pasar más tarde, pero sabes que hay una parte buena en todo y tiras adelante". The Silos publicaron "About Her Steps" en 1986 y "Cuba" en 1987, para Record Collect, su propio sello. Desde esa independencia y basando su repertorio en una poderosa colección de canciones como "Tennessee Fire", "All Falls Away" o "Start The Clock", llamaron la atención de una crítica sorprendida no hay que olvidar que estábamos inmersos en los ochenta- por la calidad de una banda que no inventaba nada, pero que aportaba frescura al rock americano, con un sonido cercano en ocasiones a R.E.M. o a John Hiatt, por citar dos ejemplos. De ahí a que RCA firmase con ellos para editar el homónimo "The Silos" en 1990. Mejor producido y con más medios, el álbum fracasó estrepitosamente en ventas, debido sobre todo al momento en que fue grabado y a una serie de mecanismos que tiene la industria cuando un grupo no está en el momento adecuado en el lugar adecuado. Tras este pequeño fiasco comercial, Bob Rupe dejó la banda y Walter tomó las riendas. Lejos de desanimarse, siguió grabando y luchando. "Cosas como la industria o el éxito son tan solo abstracciones. Nosotros viajamos por todo el mundo y encontramos gente interesante y maravillosa. Nos relacionamos con buenos amigos y trabajamos haciendo lo que más deseamos. ¿Cuánta gente puede decir que no sólo les gusta su trabajo sino que lo aman? Vivimos una vida con la que mucha gente sueña". El siguiente paso fue grabar "Hasta La Victoria!" (1992) y "Diablo" (1994), en su línea habitual, y sumergirse en un ritmo frenético de giras que proporcionó a la banda una excelente reputación en directo, reputación que sigue intacta. Lo curioso es que a partir de esos primeros noventa paralelamente a la explosión del grunge- comenzaron a despuntar y despegar en Estados Unidos una serie de bandas que revitalizaban el género del rock americano: Uncle Tupelo con "Anodyne", posteriormente Wilco con "Being There", Son Volt y "Straightaways", los Jayhawks con "Tomorrow The Green Grass", o Cracker con su "Kerosene Hat", circunstancia que en principio no repercutió comercialmente -que no artísticamente- en una revitalización de The Silos, algo que no preocupa en absoluto a Walter. "Simplemente intentamos escribir buenas canciones, y tocarlas con mucho corazón y alma. Los amantes de la música siempre responderán a las buenas canciones. Es un deseo muy básico, que es muy difícil de ignorar". No hay que olvidar los proyectos personales -y paralelos- en los que Walter Salas-Humara ha participado. Así, ha grabado tres trabajos en solitario, "Lagartija" (1988, Record Collect), "Lean" (1994, Return To Sender, disco que se puede pedir por correo) y "Radar" (1996, Running Circle), con una producción más austera y un protagonismo absoluto, llegando a grabar él mismo todos los instrumentos, aunque musicalmente no distan demasiado a sus creaciones junto a The Silos. "Musicalmente los discos son muy similares. Sin embargo, desde un punto de vista comercial los álbumes en solitario fueron algo más pequeño, lo que me permitió hacer conciertos en solitario, algo que me gusta hacer de vez en cuando". Ya en 1998, The Silos grabaron el álbum "Heater" (1998, Discmedi), con su versión remezclada "Cooler" (1998, Normal Records), álbum cuyo logo aparece constantemente en el mostrador de la entrañable tienda de la película de Stephen Frears y John Cusack "Alta Fidelidad". ¿Casualidades del destino o capricho de fan? "Me gustan las películas de John Cusack. Creo que "High Fidelity" es muy graciosa, a la vez que profunda e inteligente. Fue muy excitante y todo un orgullo ver nuestro póster en la peli". Llegamos al año 2001, año especialmente importante para Walter, ya que tras un 2000 lleno de conciertos sin parar por todo el mundo, ha conseguido (¡por fin!) asentar una formación, en este caso un trío, formado por el propio Walter y los excelentes músicos Drew Glackin (bajo, voz) y el batería Konrad Meissner, tras catorce años de continuos cambios. "Como puedes imaginar, mantener una banda en la carretera durante catorce años es una tarea ardua. No es para los débiles de corazón ni para todo el mundo en cualquier estado de desarrollo musical o personal. He tenido la enorme suerte de trabajar con muchos músicos talentosos y con potencial a lo largo de mi carrera. Me siento particularmente encantado de estar trabajando con Drew y Konrad. Sería un tipo muy afortunado si pudiera trabajar con ellos el resto de mi vida. No sólo son extraordinarios y excitantes músicos, sino que además son unas de las personas más agradables, divertidas, de confianza y sencillas que he encontrado en mi vida". El regreso a la actividad no puede ser mejor, puesto que tras asentar una banda, acaban de publicar su último y mejor trabajo en muchos años, el enérgico doble "Laser Beam Next Door" (2001, Muskerra/Fonart), una especie de constatación de que son una espectacular banda de directo, como queda reflejado en el álbum de estudio, el disco más fresco, rockero y visceral de su carrera, así como en el álbum en vivo (que acompaña gratuitamente al disco) que recoge a la banda en un concierto en la extinta sala Zeleste de Barcelona el pasado año. "Este "Laser Beam Next Door" captura a la banda tal y como suena en directo. El hecho de que amamos incondicionalmente lo que hacemos queda claro. Hay una increíble energía entre nosotros que brota de la confianza y del convencimiento de que estamos en una importante misión. La música es un lenguaje que conecta a todo el mundo". El mensaje de "Laser Beam Next Door" es un poco confuso, aunque acaba quedando claro que "a menudo hay fuerzas poderosas muy cerca de ti si te preocupas en centrar tu atención y abrir tu corazón y tu mente. El rayo láser representa el feroz orgullo de The Silos y la culminación de años de experiencia dedicados a un único objetivo: llevar gran música a la gente". Otro motivo de satisfacción es la inclusión del tema "My Big Car" como sintonía de un anuncio de coches, algo especialmente útil en una época de marketing atroz, donde una bonita melodía de un artista perdido en la memoria de unos pocos fieles es capaz de levantar de la levantar de su tumba (artística, claro está) al más pintado. Vale, puede ser una forma poco ortodoxa de hacer llegar la música a la gente, pero es ley de mercado, perdón, de vida. "Imaginamos que si un anuncio de coches era bueno para Nick Drake, también lo era para The Silos. Espero que haga que más gente conozca nuestra música". La guinda del pastel está en telonear a todo unos The Jayhawks, en un
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