De momento, podrás verle en Murcia (23 junio), Cabo de Plata (6 a 8 julio), Arenal Sound (1-6 agosto), Las Palmas (6 octubre), Santa Cruz Tenerife (7 octubre), Madrid (21 octubre), Badajoz (26 octubre), Sevilla (4 noviembre), Barcelona (11 noviembre), Granada (17 noviembre), Málaga (18 noviembre), Alicante (25 noviembre), Vitoria-Gasteiz (1 diciembre) y Bilbao (2 diciembre).
Uno de los primeros adelantos de “Antónimo” fue “No hago rap”, que, además de ser un tema en el que reivindicas precisamente eso, que haces rap, también puede interpretarse como otra vuelta de tuerca de un MC que quizá prefiera ser visto más con la amplitud de la palabra “artista” que con la limitación de las siglas del “Maestro de Ceremonias” ¿Tan necesario consideras dejar las cosas claras en ese sentido?
Por desgracia parece que si no lo recuerdas de vez en cuando se olvida que el rap es un estilo de música “joven” que nace de la fusión en su creación. Me parece una forma muy interesante de empezar con un disco, jugando con esa ironía y doble lectura. En el 99,9% de los discos de rap se comienza con un “yo hago”, “yo he hecho”, “yo tengo”, “yo vuelvo” y simplemente quería empezar con su antónimo.
"Imagina que en el cine un director sólo pudiese hacer un estilo de películas y que, si se saliese de esta premisa, lo llamaran “vendido”'.
Mientras con “En alma y hueso” andabas a caballo entre un sonido más rap y el pop, con Antónimo la apuesta sonora es definitivamente rock pop. ¿Tenías pensada esa transición en el momento en que cerraste “En alma y hueso”?
Evidentemente. El disco de “En alma y hueso” finalizaba con un blues con Leiva que a su vez era una transición a otro concepto. Cada disco me llama hacer una cosa diferente porque si no creo que me aburriría de crear. Las hechuras a la hora de escribir son las mismas y en la mayoría de temas de este trabajo rapeo, pero en este disco prefería hacer un sonido sucio más cercano a grupos como The White Stripes, The Black Keys (o su proyecto de rap, Blacroc), Arctic Monkeys, RATM, etcétera. Imagina que en el cine un director sólo pudiese hacer un estilo de películas y que, si se saliese de esta premisa, lo llamaran “vendido” (risas). Siempre sería mucho mejor eso a ser un actor encasillado forzando un papel para intentar salir en la película, aunque sea de figurante. De todas formas, leyendo esta pregunta, parece que el disco son trece baladas de amor y, quitando un tema, todos son temas bastante contundentes.
“Se atrevieron a vivir y salieron a ganar” relatas en “Haciéndonos los muertos”. Si llevamos esas líneas a un plano meramente musical, ¿sientes que definen la trayectoria de un Rayden que ha tenido la oportunidad de trascender la escena hip hop sin temor al qué dirán si no suenas sobre bombos y cajas?
No lo había visto así, pero es una buena señal cuando las canciones me conocen más a mí mismo que yo a ellas. Posiblemente en el rap hay mucho miedo de trascender, de salirse de la línea marcada y de doblar las normas y parámetros preestablecidos. No hay nada más manido que lo evidente y es una pena la verdad, que algo tan joven sea tan conservador. Se ‘quieren salvar los muebles’ cuando la mayoría todavía están en cajas sin montar.
El anterior trabajo tenía un tono más personal que “Antónimo”, que se siente más de puertas para afuera. ¿Casualidad o intención perseguida? El giro no deja de ser atípico, teniendo en cuenta la llegada de tu primer hijo.
Si piensas eso no has entendido el disco. De hecho, haciendo referencia a los que dices de las puertas, justamente en el tema de “Puertas”, me desnudo completamente hablando de todo lo que me ha ocurrido en la vida (pérdida de familiares y amigos por el cáncer, el alcohol, las drogas...) utilizando el hilo conductor de las puertas que me han abierto o me han cerrado. Este disco es una trampa, disfrazo particularidades y fantasmas personales de generalidades en primera persona. Si la gente escucha realmente este trabajo, verá la galería de temores de un niño que se ha convertido en padre y teme el mundo que el hombre ha creado para su hijo
“El rap sin el beef sería música” afirmas en “Pan, circo, ajo y agua”. ¿De verdad crees que hay más que lamentar que agradecer del fenómeno beef, no sólo en el rap actual, sino en la historia del rap global?
Es que me da un poco hasta de fatiga tener que contestar a esto en 2017 pero bueno, allá va… En la historia del rap global por ejemplo 2Pac, Biggie y muchos otros posiblemente seguirían vivos por ponerte un ejemplo. Este tipo de acciones fomentan el fanatismo en la escena cuando a veces sólo es una técnica de marketing porque parece que la polémica es lo único que vende. Cuando sales de la “cámara de eco” que supone el rap y ves que en otros estilos de música esto no se da, te das cuenta de que el beef no es música, es valerse de la música para difamar o insultar a otra persona. Imagina que ocurriera esto en la ópera (risas). Pero vamos, que es mi opinión, igual alguien piensa que mis canciones por ser positivas no son música tampoco y no me rasgo las vestiduras. Que uno no tenga nada más interesante que decir que basar su discurso en la polémica no dice mucho de él.
“Abril de 1896” retuerces el sentido y hablas de amor de canción en lugar del amor de película. ¿Percibes más esa forma de amar la música, amar lo que te proporciona vitalmente y lo que le puedes aportar o la de esa forma de amar lo que puedes sacar de ella?
Para nada. La sensación de crear algo sólo se puede comparar con muy pocas cosas, al revés; aunque no sea mi caso, porque por suerte mis seguidores sí que me apoyan, muchas veces es el público el que sólo quiere recibir arte sin dar nada cambio (sin comprar entradas para los conciertos, ni discos, sin visitar exposiciones, etcétera). “Por amor al arte” debería ser antónimo de “gratis”.
Con “Ubuntu” te sacas de la manga un tema en el que reivindicas al ser humano como un producto de otros humanos, aludiendo al sentido de ese término. ¿De qué es producto el Rayden de Antónimo?
Soy el resultado de todas las personas que han pasado por mi vida, para bien y para mal. Desde el rapero del instituto que se metía conmigo por escuchar rap y me preguntaba sarcásticamente que para cuándo sacaría un disco hasta mi profesor de Lengua y Literatura de ese mismo año y que ahora en sus clases manda a sus alumnos analizar canciones mías.
Tras escuchar “Meteorito” se tienen dos opciones: que se te venga a la cabeza el expresidente Obama, que para muchos fue la gran esperanza en los pasados años de mandato o Donald Trump, actual nueva esperanza… o desesperanza, según se mire. ¿Cómo interpretas este vaivén que supone, por un lado, la irrupción de alternativas políticas en nuestro país y que, por otro, tengamos que soportar casi por sorpresa cuatro años de mandato de Trump?
Lo bueno de las alternativas es que nadie tenga mayoría absoluta y sobre el papel se puedan cambiar cosas, que el votante se anime a hacer uso de su voto y a que realmente se plantee cosas. Lo de Trump creo que es una transición natural dentro de cómo se rigen las cosas en el mundo capitalista, aunque me dé mucho miedo. Antes el presidente de los Estados Unidos estaba elegido por la oligarquía; ahora es la propia oligarquía la que se ha hecho presidente.
Mientras creabas “Antónimo” te has enrolado en aventuras literarias, gráficas, haciendo de todas ellas una extensión de tí. Enumerando hechos: has tenido un hijo, has escrito el libro… ¿para cuándo el árbol?
¡Magia! (risas). El árbol ya lo planté junto con otros vecinos en un programa de “El juego de la Oca”, y esto es totalmente verídico. Creo que se batió el record Guinness de plantar olivos a la vez o algo así. Tendría nueve años.
Hacía tiempo que un trabajo de rap no me sugería esta pregunta, pero visto el despliegue instrumental de “Antónimo”, ¿toca pensar en cambiar el chip para los directos, pasar a un segundo plano el clásico “dos platos y un micrófono?
Que un disco te sugiera cosas es muy buena señal, pero la verdad es que ya con anterioridad había aumentado la foto de familia de “dos platos y un micrófono” a “dos platos, una guitarra y dos micrófonos”. Ahora para la siguiente gira la foto queda en “dos platos, una batería, un bajo, un teclado, una guitarra y tres micrófonos”. No hay segundos planos, sólo hay más capas y mucha, mucha música.
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