Al principio erais tres cantantes y un deejay y debutasteis bajo el nombre de Pupil·les Dil·latives con “Bruixes de Dol” (Autoeditado, 14). Ahora sois Pupil·les a secas, dos cantantes y un deejay. ¿Cuál ha sido la evolución?
Todo es diferente. La producción del primer disco fue con muy pocos medios y no sabíamos ni a qué clase de bases queríamos aferrarnos. Lo que tenemos ahora es lo que queremos. Además, este disco junto a Mark Dasousa es de una calidad de producción muchísimo más elevada. Dasousa ha sido una pieza clave en esto, y eso que fuimos nosotras mismas quienes estuvimos detrás suyo llamándolo durante muchas semanas. Pero no nos ha defraudado.
Sois de Valencia, habéis vivido el boom de la escena creativa valenciana y ahora formáis parte de ella. ¿De qué manera os ha influido esto y qué referentes destacaríais?
Nos ha influido completamente. En mi caso yo estaba poco politizada pero en la Universidad conoces otro mundo, de repente la música te hace crear, vivir, sentir. Obrint Pas, La Gossa Sorda y Aspencat son mis padres políticos y musicales y encima si le sumas la cantidad de música que se gesta en el País Valencià… es impresionante. Haber tenido este ejemplo y pasar de admirar a todos esos artistas a ver que de repente te dan la mano y te apoyan, es alucinante. En cuanto a referentes femeninos, Mala Rodríguez, por supuestísimo, y también Gata Cattana o Furia Soprano.
¿Cuál es el estilo que define Pupil·les?
Es muy complicado definir nuestra música, pero diríamos que “rap electrónico feminista”. Y con las bases de reggaetón que tenemos en el disco queremos dar voz y mostrar que el reggaetón no es machista, lo machista son las letras que se le ponen encima.
“Les Silenciades” está totalmente autoeditado. Contadme un poco el proceso del disco.
Lo grabamos en verano, el mes de agosto, entre curro y tal decidimos hacerlo así. Y problemas, muy pocos, hemos trabajado a gusto. El trabajo ha sido en el estudio componiendo y fijando las letras, que las hace Mireia mientras la parte de gestión la llevo yo. ¿Y las colaboraciones? Con Tremenda Jauría ha sido todo contacto virtual y tenemos muchas ganas de conocerlas. Con Aspencat y ZOO también ha sido muy enriquecedor. El trozo de reggae cañero no podía hacerlo nadie mejor que Kiko Tur (Aspencat), pero en definitiva todo fue muy fácil.
Vuestras letras reivindican el feminismo y condenan los machismos cotidianos, entre otras cosas. Sin embargo, hace unas semanas en vuestro primer concierto de presentación tuvisteis unos problemillas con el público…
Así es, había un par de babosos entre el público que no paraban de molestarnos. Ves a gente que parece que se entera de todo menos de lo que les estás cantando, por ejemplo “L’últim esglaó” que ataca directamente al machismo y ahí estaban esos dos gritando obscenidades.
¿En las redes os pasa también?
En redes no tanto. La gente es más cobarde por ahí porque sale el nombre. Se ve más con comentarios bajo seudónimo y dislikes, por ejemplo. Tan heavy como el pasado concierto, en directo, no nos había pasado nunca y la verdad estuvimos a punto de parar.
¿Cómo está la situación de la mujer dentro del panorama musical tanto en el País Valencià como en Catalunya?
En general lo vemos cada día mejor. La gente reclama igualdad y ya es una realidad. Los grupos de mujeres que emergemos ahora estamos consiguiendo abrir un camino y se nota por ejemplo en que últimamente la gente que mueve los festivales quiere tener a un grupo de mujeres como mínimo. Pero claro, esto es a partir de los de arriba…
¿Crees que el público se da cuenta?
No. Por desgracia el público que se da cuenta es el que ya está luchando o se preocupa por cambiar eso.
¿Y qué cambio se necesita?
Los que manejan los festivales están empezando, pero el cambio al final es que nazcan muchos más grupos de mujeres y podamos llegar a ser iguales. Es un cambio muy largo. Y la gente también debe cambiar la manera de ver las cosas. En los grupos de hombres no se miran cómo visten ni con quién se relacionan. A nosotras nos lo critican todo: desde cómo nos vestimos, la estética que tenemos, hasta nos han llegado a acusar de estar donde estamos por con quién nos relacionamos. Esto a los tíos no les pasa ni de coña.
Hace un mes lanzasteis el videoclip de “Les silenciades”, que cuenta un poco la vida de cuatro mujeres anónimas que viven en segundo plano, en la sombra de la figura del hombre, etcétera. Pero la controversia llegó cuando en los créditos todos los de detrás de cámaras eran hombres. ¿Qué decís al respecto?
A ver, tú trabajas con un equipo. Tal vez sí que fue error nuestro, pero en los comienzos, si te ponen un manager hombre, no irás a rebuscar para encontrar una mujer si este lo hace bien. Si los que nos ayudaron con el vídeo tenían un amigo que podía hacernos tal cosa por un coste de risa, pues hemos de adaptarnos, ¡y bien agradecidas estamos! En cualquier caso para el videoclip éramos seis hombres detrás pero con seis mujeres delante. Lo que vemos es que hagamos lo que hagamos, y más en el tema del feminismo, nos juzgarán. Pero ahí seguiremos. Si nos salen “haters” es señal de que lo estamos haciendo bien, ¿no?
Empezasteis en casas ocupas, en ateneus populars, salas pequeñas, y ahora ya os codeáis con artistas grandes y en salas importantes, festivales de la talla del Festivern y el Bioritme. ¿Cómo estáis viviendo esto, os lo esperabais?
A ver, no lo esperábamos pero lo deseábamos, a pesar de que no queremos abandonar estos espacios. Todo este proceso, las llamadas desde que salió el disco, los conciertos que tenemos preparados… no nos lo creemos. Es una alegría continua aunque aún estamos en el sector pequeño, pero lo importante es que ahí estamos.
¿Qué ofrece un directo de Pupil·les?
Pasarlo muy bien y además con mucho mensaje. El disco nuevo da para un directo muy animado y además muy completo políticamente. Feminismo ligado con pasarlo bien.
¿Cómo veis el futuro?
Prometedor. Tenemos unos cuantos conciertos programados que prometen muchísimo, junto a grandes artistas. El futuro será trabajar y hacerlo para que surjan más grupos de mujeres y feministas. Solo así podremos llegar a una igualdad real.
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