¿Dirías que “No sueltes lo efímero” es un disco especialmente intenso dentro de la discografía de Pumuky?
En este trabajo, musicalmente hablando, estábamos más interesados en lograr crear tensión que en llegar a romper del todo, así que es probable que haya mayores cotas de intensidad en otros lugares de nuestra discografía. Si pones el foco en los textos, entonces seguramente sí está entre nuestros discos más intensos; o más viscerales, porque he escrito sobre cuestiones a las que aún no me había enfrentado, porque no había vivido o porque no me había atrevido a tratar de una forma tan directa.
Uno de los valedores de “No sueltes lo efímero” es la forma en la que el shoegaze acoge esa lírica tan dolorosa y, de algún modo, la suaviza hasta entremezclarse con ella y marcar esas canciones con un poso marca de la casa ¿Cómo se consigue esa mezcla?
Si pudiéramos seguir una receta al pie de la letra para lograr sonar cómo nos imaginamos algo en la cabeza, seguramente sería todo más sencillo. Pero la verdad es que cuando terminas un disco y lo observas desde la perspectiva que te da alejarte de algo en lo que has estado absorto durante muchísimo tiempo, años incluso, la mayoría de las veces no tienes ni idea de cómo has llegado hasta allí. No solemos sentarnos a hacer ejercicios de estilo, más bien que pensar en “a qué queremos sonar”. Solemos buscar sonoridades que nos ayuden a evocar ciertos sentimientos o sensaciones. Y para eso es más útil dejarse llevar por la intuición que tomar decisiones desde marcos teóricos.
“Pumuky siempre ha estado bordeando la muerte del proyecto, pero es dificilísimo matarnos”
¿Cómo es vuestra forma de trabajar las canciones?
Casi todas las canciones comienzan siendo una toma austera formada por unos acordes de guitarra, o un colchón de sintetizadores, y la voz, con los textos ya terminados o casi. Ese primer embrión ya suele tener una estructura bastante perfilada, una cadencia, y es cuando lo comparto con mis compañeros en la banda para empezar a vestirla entre todos. No lo sé explicar muy bien, pero esos primeros bocetos ya suelen estar impregnados de muchas de las propiedades emocionales que finalmente tendrá la canción, y lo que mejor funciona es ver qué te van sugiriendo, “escucharlas hablar” con el instinto e ir remando en la dirección que te van marcando.
¿De dónde ha venido, de manera concreta, la inspiración para componer este disco?
Me inspira la condición humana. Digamos que me uso a mí mismo como animal de laboratorio porque es lo que más a mano tengo, y reflexiono y escribo sobre mis vivencias, mis relaciones personales, mis altas y bajas pasiones, mis miedos e incertidumbres, las preguntas que me hago y las respuestas que no encuentro. Pero en el fondo estoy escribiendo sobre lo que le pasa a cualquiera. A ti también. Concretamente, las canciones de “No sueltes lo efímero” pertenecen a una ventana temporal en donde he sido padre, he perdido a seres queridos de forma inesperada, y me he enfrentado al hecho de que la enfermedad te vaya desafiando y venciendo, viendo como el amor puede sobrevivir a todo eso.
¿Cuáles son las principales diferencias, en tu opinión, entre este disco y todos los anteriores de Pumuky? ¿Hay algo exclusivo en “No sueltes lo efímero” que no estuviera en ninguna obra previa de Pumuky?
Cuando estoy componiendo un disco la verdad es que no veo la necesidad de que sea diferente a los anteriores; no tomo decisiones poniéndome esas cláusulas. En mi foro interno, nuestros discos y EPs son como distintos capítulos de una misma obra. Las diferencias serían principalmente circunstanciales: una formación diferente y los diferentes contextos, pero en su esencia para mí son parte de lo mismo. Lo único que me he propuesto en este disco fue grabar las menos pistas posibles. Hacer cuantos menos arreglos mejor y quedarme con la mínima expresión de cualquier cosa que estuviéramos probando, si pensábamos que ya transmitía lo que tenía que transmitir.
Hay una épica bien entendida (emocionante, intensa y creíble) guiando buena parte del disco ¿Fue un efecto buscado o las propias canciones demandaron ese perfil?
Sinceramente, nunca hemos pretendido de forma consciente hacer algo que suene épico, y si alguna vez a alguien se lo ha parecido y le ha molestado, pido perdón. Lánguidos sí que hemos podido sonar en muchas ocasiones, pero también es circunstancial, porque normalmente estoy muy cansado y voy demasiado sobrio por la vida.
En mi opinión, el disco se abre y se cierra con dos piezas como “El salitre de tus labios” y “No sueltes lo efímero” que cabe entender como dos caras de la misma moneda: lo que sería un círculo sonoro bien definido.
Me alegra que hayas tenido esa sensación, porque era algo en cierta manera buscado. En los acordes que se derivan de una escala musical siempre hay uno que da sensación de apertura, y otro que ves claro que sirve para cerrar. Es algo muy marcado que, aunque no tengas conocimientos de teoría musical, percibes de una forma muy instintiva. Siempre hay una canción que sientes que tiene que abrir y otra que ves clarísimo que es el sello final del disco. Curiosamente esas dos que mencionas están compuestas en la misma escala musical, La Lidio, así que comparten algunas notas y acordes. Había que separarlas bastante por ese mismo motivo, para que hubiera contraste entre ellas, pero por el otro extremo se están tocando, están pegadas.
¿Qué puedes contarme acerca de estas “El salitre de tus labios” y “No sueltes lo efímero”? Apertura y cierre respectivamente del álbum, como decíamos.
“El salitre de tus labios” es un grito airado por la muerte de un ser querido, pidiendo explicaciones, sin respuesta, por la injusticia cometida de que te arrebaten a alguien que necesitabas y amabas tanto. “No sueltes lo efímero”, en parte, es una forma de reconciliarse de nuevo con la existencia después del trauma, porque incluso perder algo te puede ayudar a no perder otras cosas; o a ganarlas, porque no las pierdes.
"De la industria musical he aprendido a no esperar nada de ella y a no volver a firmar un contrato nunca más si es posible"
Este nuevo disco ve la luz de la mano del Colectivo Keroxen ¿En qué consiste esa iniciativa?
Keroxen es un colectivo artístico disciplinar que desde 2009 organiza uno de los festivales más valientes que hay en nuestro país, y que se realiza también en un lugar muy peculiar, dentro de un gigantesco tanque de queroseno que en el pasado formó parte de la refinería de Santa Cruz de Tenerife. Allí también se celebran residencias artísticas de todo pelaje, muchas de ellas registradas y publicadas en el propio sello discográfico del colectivo. Plataforma que también sirve para publicar a muchos artistas de la escena musical canaria más arriesgada, o propuestas que están íntimamente ligadas con el festival. Les invito a que pasen por su Bandcamp porque tienen una discografía publicada de lo más excitante.
Han sido diez años de silencio de Pumuky, al menos si hablamos de disco en formato largo ¿Por qué ha pasado tanto tiempo entre “Justicia Poética” (Jabalina, 15) y el presente “No sueltes lo efímero”? En cualquier caso, creo que habéis estado empleando el tiempo en otros proyectos, ideas y formatos.
Cuando terminamos los conciertos de presentación de “Justicia Poética”, la formación que teníamos se rompió quedándonos otra vez Noé y yo solos. Llevó un tiempo recuperarnos del golpe y volver a repensar el formato. Nadie nos estaba esperando, así que no tampoco le prestas demasiada atención al paso de los meses ni al calendario. De dichas circunstancias nació el EP “Castillo Interior” (Keroxen, 20). Acababa de ser padre y las prioridades te cambian por completo. También hubo una pandemia. Artistas que admiramos mucho aceptaron la invitación de remezclarlo, lo que derivó en otro EP gemelo, “Castillo Interior Remixed”. Esa etapa la cerramos con el single “Metahackeo” (Keroxen 22), donde colaboramos con Elinor Almenara de VVV [Trippin'you]. Luego no teníamos ni idea de qué hacer y nos dio por hacer un último intento de montar una “banda de rock”. Pudimos reclutar a Mariano Gracia al bajo y a Albert Morales a la batería, con los que nos pusimos a trabajar en “No sueltes lo efímero. Sin prisa, pero sin pausa. Cuando logramos reunir el dinero suficiente para grabarlo, nos fuimos a La Mina con Raúl Pérez, donde quedó registrado. En la liga en la que nosotros jugamos, diez años dan más que de sobra para encontrarte con muchísimos obstáculos que tienes que tienes que ir salvando como mejor puedas; si no te rindes antes, que sería lo más fácil. Pero como Pumuky siempre ha estado bordeando la muerte del proyecto, es dificilísimo matarnos.
¿Cómo crees que ha cambiado tu forma de cantar con el paso del tiempo?
Durante años siempre me quedaba afónico antes de cualquier concierto o grabación importante; no sé si era algo psicológico por falta de seguridad en mí mismo que mi cuerpo somatizaba así, pero terminé desarrollando algo parecido a una fobia a cantar. Con los años, algunos amigos me ayudaron a mejorar mi técnica, mi respiración, y poco a poco fui ganando en confianza, lo que me ha hecho cantar mejor. En cualquier caso, no quiero volver a grabar jamás las voces de un disco en un estudio, con gente alrededor escuchando.
¿Cómo son los actuales conciertos de Pumuky y cómo crees que han cambiado con los años?
Pues llevábamos sin hacer directos con batería acústica desde una gira que hicimos en México en 2014, donde un hecho bastante traumático nos llevó a sustituirla por cajas de ritmo. Incorporarla de nuevo es uno de los cambios más importantes que tiene nuestro actual directo, porque la sonoridad de una batería acústica lo cambia todo. Nos gustaría hacer una gira peninsular para presentar el nuevo disco, que ya estamos empezando a preparar.
Lleváis ya muchos años funcionando como banda, girando y lanzando discos (en diferentes discográficas) ¿Qué has aprendido y cómo lidias con la industria musical en el presente?
De la industria musical he aprendido a no esperar nada de ella; a no volver a firmar un contrato nunca más si es posible; a hacer todo lo que podamos por nosotros mismos porque lo vamos a hacer infinitamente mejor; y a proteger lo más valioso que tenemos y que debería ser siempre de los músicos: su repertorio, sus másteres Y el control total de su obra.
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