Reconozcámoslo: cuando se nos encarga escribir sobre Lisabö, los que nos dedicamos más o menos a esto estamos encantados. Es el momento de hacer malabares con los adjetivos y de la hermenéutica, de dejarse llevar por las arritmias de sus canciones, sus pulsiones y descargar adrenalina y mala hostia a base de metáforas y palabras. Eso sí, sobre el blanco inmaculado de una hoja word. Y uno se acuerda de las vanguardias añejas (me disculpen por favor por el oxímoron) y en concreto de Isidore Isou, del movimiento letrista que fundó a finales de los años cuarenta y que tuvo su gloria efímera durante la década siguiente. Si sus poemas “eran lamentos de un perturbado mental que veía el fondo del abismo, es decir, los de un Mesías que anunciaba una nueva era”, los textos de Martxel Mariscal, el sexto Lisabö, pueden ser su epígono muchos lustros más tarde. Por ejemplo, el mismo título del quinto disco de los guipuzcoanos (en castellano, “El pozo de los animales avergonzados”) nos enseña a un autor que libera la palabra del texto, como si éstas tuvieran prisa por salir y la fuerza centrífuga de la banda de Irún fuera la única forma de darles sentido. Sin los textos de Martxel Mariskal, por tanto, Lisabö no sería lo mismo. Convocamos a Karlos Osinaga, responsable de la grabación, mezcla y masterización, además de cantante, compositor, etcétera, para que responda preguntas con la misma flema mecanografiadora. ¿Cuánto hay de escritura automática? “Los textos de Martxel marcan de un modo importantísimo los ultimos discos de Lisabö. Siempre hablamos de lo mucho que redondean cada cancion, incluso más que redondear. De cuánto las dotan de sentido. Por tanto sin sus textos Lisabö sería diferente. Como, y ni mucho menos sin despreciar el trabajo de Martxel, sería diferente sin cualquiera de los otros elementos o de lo hecho hasta ahora. Cada momento tiene sus piezas. Para bien o para mal. Hoy por hoy estamos los que estamos. Ayer fuimos los que fuimos. Y... seguimos caminando. Todo cambia, todo continúa y avanza. En cuanto a los textos de Martxel, igual que ocurre en la parte musical, lo más importante no es el método empleado, sino el resultado. La capacidad de poder transportar y evocar que tienen al leerlos es lo principal. Es normal sentir curiosidad en lo que respecta a cómo se ha hecho, cómo se ha gestado, pero a veces ser menos analítico te da más satisfacciones a la hora de recibir”. ¿Cantar en castellano o inglés estos textos restaría fuerza al grupo? “Entendemos hasta cierto punto la eterna cuestión acerca del idioma y todas sus variables, pero la respuesta es tan evidente como natural. Cantamos en un idioma que es en el que nos expresamos. En el que Martxel escribe y se expresa con su máxima naturalidad. No hay una eleccion estética detrás de ello. Es nuestra lengua. Es más extraño pensar que cantáramos en inglés, por ejemplo. Eso, aunque lícito para quien quiera hacerlo, no sería tan natural en nosotros. Si esto suma o resta fuerza a todo, pues, realmente, ya sabes cuál va a ser la respuesta. No nos importa. Humildemente. No nos importa. No hacemos las cosas tan premeditadamente”. Tampoco será premeditado dejar pasar un tiempo más que prudencial entre disco y disco (dos o tres años de media) ni que el cancionero se vaya reduciendo en número en cada trabajo. Estas pocas canciones, descontando singles y maxi singles, es lo más concreto que han editado nunca. Este reposo, ¿va en beneficio del oyente y de su extenuación o del propio músico? “Si esto sucede quizás sea mejor que sea el oyente quien repose. Una canción puede verse, sentirse, de un color u otro. Puede ser extenuante o puede ser vigorizante. Puede ser la suma de más canciones lo que resulte agotador. Incluso puede que esa conjunción sea lo que convierta al conjunto en algo energizante y eléctrico. No vamos a descubrir nada diciendo esto, pero cada persona tiene su ritmo, su momento vital. Hay quien propone experiencias y quien las vive. Puede cambiar la percepción que la gente haga de lo que propongas, pero no el estímulo en si. Y eso, con nuestra música no es distinto que con la de cualquier otro”.
Si al principio me marcaba un triple con los movimientos revolucionarios artísticos de mitad del siglo pasado, ahora podría proponer que la actitud de inconformidad, de indignación de Lisabö (materializada nuevamente en esa crudeza sonora) puede verse alimentada por el desencanto juvenil que ha llevado a media España a sentarse en plazas públicas. “No sabemos si la crudeza del sonido y la forma de verbalizarla es totalmente actual, la verdad. Ni siquiera que vivamos tiempos de revuelta no la suficiente, al menos. Pero respecto a lo que planteas, con todo el respeto: no imaginamos a alguien que se plantee este tipo de objetivos tan... tan pretenciosos y a la vez tan infantiles. Quien haga música sabrá entenderlo. Se trata de algo mucho más sencillo que todo eso. Al menos en nuestro caso y, por suerte, en el de mucha otra gente que tenemos cerca. Cuando haces una canción solamente quieres que te diga algo. No tiene mucho misterio. Lo que suceda luego, sucederá al margen de eso. Poco más hay que hacer”. Pongo el contrapunto. Nosotros, los que escuchamos libremente su música somos los que la interpretaremos a nuestro gusto, que para eso ha salido fuera. Da lo mismo que nuestra interpretación sea infantil, errónea o pretenciosa. Ahora bien, quienes seguimos de cerca la escena vasca sí podemos constatar que una caterva de músicos imberbes ha sido influenciada por Lisabö. Quizás no en términos estrictamente musicales, y sí en la manera de arriesgar y de plantear la creación desde un prisma distinto al habitual. “Se nos hace raro que una banda como Lisabö pueda ser una referencia a la hora de hacer música, pero, nos ‘alegra’ de algún modo si así es. Y lo decimos basicamente porque no nos vemos como una banda precisamente muy muy popular, sobre todo a nivel de chavales... De todos modos, ya se sabe que es normal que bandas cercanas influyan más, como motor, que bandas de fuera. A nosotros nos ha pasado desde siempre. Por suerte muy cerca de casa. Desde tiempos de Kortatu primero, de Dut después, etcétera. Siempre hemos tenido la suerte de estar rodeados de grupos y gente que nos ha enseñado mucho sobre cómo entender la música tal y como hoy en día la entendemos. Y esa es probablemente una de las cosas más importantes que hemos aprendido”.
El sonido Lisabö se ha consolidado a lo largo de una discografía sin grietas, fruto del trabajo de equipo. Ahora bien, falta saber si surge a partir de la improvisación o se cimenta sobre ideas fijas y meditadas. “El trabajo de creación y composición se realiza en gran parte en el local, durante los ensayos. Ahí tratamos, a partir de las sensaciones que nacen con lo que vamos tocando y grabando durante semanas o meses, completar estructuras mínimamente concretas que puedan incluir pasajes abiertos a cerrar posteriormente, pero sobre todo que no se distancien de la sensación inicial de cuando se ha tocado por primera vez. Como en cualquier proceso creativo o constructivo, una canción nunca se termina. Se llega hasta donde se llega, para bien o para mal. Por eso las canciones están vivas. De algún modo, es una especie de juego. Vas hacia donde te lleva la canción y hacia donde la puedes llevar tú. No es nada especial, es la vida misma”.
Me gustan Lisabö. Mucho. Hacen lo que les interesa indepependientemente de la acogida que tenga su música en el público. Sin concesiones. Arte en estado puro.
creedme, SOIS POPULARES!! no para el mainstream, pero el que se preocupa por su gusto musical os conoce.
Desde que a lo "raro" se le llama original, a Lisabo les va muy bien. Para mí tiene un mérito infinito conseguir sonar bien siendo distinto, pero cuando eres distinto y suenas tan mal como suena LISABÖ, de verdad que no entiendo dónde está el mérito. Arte en estado pufo.
Me parece estupendo que no te guste su música, pero si puedes respóndeme a lo siguiente:¿Qué tiene que ver original con raro? ¿Qué es sonar bien para ti? Es subjetivo. Si no te gusta, peor para ti. Disfrutas menos.
grande el Sr.Fierro y sus artículos. Me acuerdo perfectamente cómo entrevistaba a lso Aterkings -otro gran grupo- y a Lisabo -otrios con mucha originalidad y sobre todo, personalidad. Da gusto, leer sobre música y disfrutar de los discos y sobre todo de los directos de las bandas.
La eterna pregunta sobre el euskera y la eterna respuesta sobre ello. Sigur Ros son islandeses y cantan en su idioma. Venden porrones de discos y nadie les pregunta por su idioma.
"Me gustan Lisabö. Mucho. Hacen lo que les interesa indepependientemente de la acogida que tenga su música en el público. Sin concesiones. Arte en estado puro. "
No sé qué carrera underground muscial has podido seguir, pero si miras a la mayoría de grupos underground, todos hacen lo que quieren.