Psicodelia naïf
EntrevistasPrin La La

Psicodelia naïf

Redacción — 07-05-2007
Fotografía — Archivo

Prin La La se gestó en la mente inquieta de Fernando Vacas (Flow) alias Vallellano y se fue cociendo a fuego lento en esa cocina de autor que representa el sello cordobés Eureka Records. “Naves que dan vueltas a un balón” fue la primera delicatessen cuyo sabor fue cautivando a cuantos saboreaban los deliciosos entrantes que han precedido a su álbum de debut, “Esto es Prin La La” (Eureka/Pias).

Macarena, Isabel y Blanquita transitan todavía por la más inocente adolescencia, -la pequeña Isabel ni siquiera la ha alcanzado todavía-, entonces, ¿cómo se explica el desparpajo que tienen sus canciones, la acidez de sus letras enmascaradas en personajes de Tim Burton? Ingenuidad y carencia de prejuicios frente a una madurez no fingida. Una interpretación que Fernando Vacas deja abierta. “Prin La La invita a reivindicar los recuerdos y los sueños, es música muy onírica, al oyente le puede sugerir acidez y dulzura al mismo tiempo”. Las canciones de Prin La La profundizan valiéndose de ese psicoanálisis retrospectivo de nuestra infancia, que todos hacemos frecuentemente para dar respuesta a nuestro mundo adulto. Una terapia musical que se escribe en un cuaderno de cuadricula y excelente caligrafía.

"Prin La La invita a reivindicar los recuerdos y los sueños, es música muy onírica"

“Se ha intentado a toda costa utilizar un lenguaje que fuera personal, pero que tampoco fuera rayante, ni basado en chistes privados, sino que lo pudiera entender cualquiera, desde el panadero al dibujante de cómic”. Fernando es para Prin La La una especie de manager personal, tomando esta denominación como se entiende en Inglaterra o Estados Unidos –no como en España, donde no existe-. Vallellano es arte y parte de un proyecto familiar, que surgió en una noche de verano y que ha ido mimando a tres bandas. “Mi papel es muy complejo, a parte de componer con ellas y marcar un poco el ideario de Prin La La, soy su productor, su discográfica y encima el mayor de la familia así que creo que algo más que un manager personal”. Volviendo a las canciones, el disco se estructura como un diario, un conjunto de recuerdos entre los que afloran nombres como los de Panero, Vainica Doble, Beach Boys, Syd Barret o Antonio y Carmen. Todo presentado de forma primorosa en un disco libro, un juguete para niños que juegan a ser mayores y cuya primera edición ya está agotada. La producción es sobre todo caprichosa, llena de sonidos rescatados de ambientes esperados con paciencia, nada ha sido forzado, un proceso largo –seis meses de grabación- que tenía un solo final. “Si una canción tenía que grabarse con un piano de cola o en el coro de una iglesia, tenía que ser así o no lo hacíamos. Por otro lado la presencia de músicos excelentes ha sido fundamental para resolver ese caos maravilloso que es el mundo de las niñas”.

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