Un campechano Joe Casey (voz y letras), uno de los frontmen más singulares que han salido en mucho tiempo, se atrinchera en un sarcasmo realista y duro, no exento de humanidad –el mismo que imprime a sus magníficas letras–, para capear el temporal. No es el mejor momento para sacar disco nuevo, pero ahí está. Hablamos de su quinto álbum y nos olvidamos por unos minutos de las noticias que nos atormentan.
Déjame empezar mencionando el concierto que disteis en Madrid hace un par de años. Fue uno de los mejores que he visto en mucho tiempo y he ido a unos cuantos… ¿Recuerdas algo especial de aquella noche?
Eh…¡vagamente! (risas). Me alegré de tocar allí porque hasta entonces sólo habíamos tocado en España en festivales. Era la primera vez que dábamos conciertos en salas. Y aquél fue de los mejores, sí, quiero volver (más risas). Quizá algún día. O puede que ya no volvamos nunca, quién sabe lo que va a pasar.
Pasando al disco, es vuestro quinto álbum en una década. ¿Cómo lo encarasteis para no repetiros, y sobre todo teniendo en cuenta las buenísimas críticas que recibió “Relatives In Descent”?
Bueno, ha sido un poco frustrante porque ha pasado mucho tiempo entre los dos discos. En realidad, empezamos como grupo en 2010, pero nuestro primer disco salió en 2012. Desde entonces hemos hecho un buen trabajado sacando material constantemente. Estuvimos como dos años seguidos de gira, una locura, y después te puedes quedar en casa –como hacemos ahora, lo cual te puede volver loco–, o puedes trabajar en un nuevo disco, que es lo que hicimos. Se grabó el pasado mes de mayo y, por las circunstancias, parece que saldrá en mayo. Es un poco raro estar hablando de algo que ha tardado tanto. Creo que como grupo tenemos el feeling de seguir adelante porque todavía nos entusiasma componer cosas nuevas. En esta ocasión, Greg (Ahee, guitarra y teclados) dijo que cuando grabáramos las canciones deberíamos meter saxos, tener instrumentos de jazz de fondo. Cuando te dicen eso, dices: “Cómo? Es una locura” (risas). Parece imposible que vaya a funcionar, pero confié en él. Si Greg dijera que el próximo álbum tiene que sonar a hip-hop, no lo cuestionaría, iría adelante con ello.
“Creo que es muy fácil caer en la trampa del estudio".
¿Influencia, quizá, de The Pop Group?
Colaboramos una vez con The Pop Group y no cabe duda de que eso nos abrió los ojos a la idea de tener más influencias de fuera. Y también hablar con The Raincoats. Conocíamos la historia de aquellos grupos. Pero en realidad fue la insistencia de Greg y oír discos de jazz. Llegamos a la misma conclusión a la que llegaron otros grupos del pasado. Creo que si nos quieres llamar “post-punk” o quieres disfrutar del “post-punk”, se trata de experimentar. Eso estaba presente entonces y debería estarlo ahora. El post-punk no es sonar como una copia de una copia de Joy Division. Muchas bandas de colegas se quedan estancadas en eso. Para mí, post-punk debería significar “experimentación” por encima de todo. Me alegro de que hayamos podido meter estos elementos, porque en el fondo seguimos siendo chicos del Medio Oeste. ¿Meter un saxo de jazz? Eso es demasiado pretencioso (risas). Pero como es nuestro quinto disco, nos hemos asegurado de experimentar. Si oír un disco de jazz te abre la mente, ¿por qué no aplicar eso a lo que haces?
Es oscuro y ruidoso (lo cual, no es nada nuevo), pero os permitís terminar con una canción como “Worm In Heaven”, en la que cantas de forma muy melódica. Es un contraste interesante. Aunque ya habías hecho cosas similares, ¿estás probando otras formas de usar la voz?
Sí, por desgracia para el publico (risas). No, lo que pasa es que quieres que el grupo sea capaz de ir a lugares donde no había estado antes, de explorar cosas nuevas. Empezamos como un grupo ruidoso punk. Íbamos a tocar a un bar y sabías que nadie se iba a enterar de lo que hacía. Podía gritar, desgañitarme, declamar y estaba bien. Ahora que hemos empezado a tocar en lugares que tienen buenos sistemas de sonido, la gente quiere oírme y no puedo limitarme a hacer un farfulleo de borracho. Espero poder experimentar cantando sin sentirme totalmente… Sí, con una canción como “Worm In Heaven” tienes que intentarlo.
Leí que te obsesionaste en cierto modo con la idea del paso del tiempo y la finitud. ¿Es así? ¿En qué medida afectó a las canciones, es el tema central?
Sí, creo que es algo que estaba presente en otros discos, pero aquí hay un par de cosas: como iba a pasar tanto tiempo entre el disco anterior y éste, teníamos que sacar algo, y reeditamos nuestro primer disco (“No Passion All Technique”, reeditado por Domino). Ahí puedes oír todos los fallos y cómo empezamos. Me cautivó lo urgente que era. Tuvimos cuatro horas para grabarlo, y por eso el sonido era así. Con el nuevo nos preguntamos cómo podíamos recapturar esa emergencia. La otra cosa que pasa es que hace pocos meses estábamos celebrando el final de la década. Las décadas son estupendas cuando eres joven. Dices, “oh, sí, esta es mi tercera década”. Pero cuando pasas la cuarta, empiezas a darte cuenta de que nadie te garantiza que tengas muchas más (risas amargas), así que se convirtió en algo más profundo.
Especialmente en estos tiempos.
Sí. Dices “2020, suena futurista”. Y hasta el momento ha sido un año malísimo.
Pero, cuando te pones con un nuevo disco, ¿las letras tienen un hilo o una idea común que las aglutina en cierto modo?
Intento no pensar demasiado en ello. Lo que sí creo que pasa es que si escribes las letras más o menos durante el mismo periodo, que es lo que yo hago normalmente, acaban compartiendo un cierto espíritu y un tema común. Es el paso del tiempo, es sentirte asqueado por el estado del mundo, es el verano… Todas esas cosas se mezclan. Y espero que no sea un disco de demasiado bajón. Hay optimismo y humor. Está escondido, pero está ahí.
Hablando de humor oscuro: está ahí desde la misma portada. ¿Es un burro, una mula? ¿Me puedes contar algo? (Joe, que ha llegado a decir que tiene un grupo sobre todo para dar salida a su creatividad gráfica, se ocupa de sus excelentes diseños, collages conceptuales repletos de referencias e influidos por los fanzines punk).
Sí, es una mula, sí. Esto está relacionado con cómo yo veo las portadas. En el pasado, cuando necesitábamos una, iba a mirar qué teníamos. Decía: “vale, debería ser la cara de una mujer mirando de derecha a izquierda”. Y ahora que habíamos hecho eso, tenía que ser la cara de un animal mirando en sentido opuesto. Esta vez nos tocaba un animal otra vez, y acababa de leer un libro sobre las mulas. La historia de las mulas en el ejército norteamericano. Me pareció un animal fascinante. Hay un par de canciones con referencias. Tenía que ser una mula. Se las cría para el trabajo, como bestias de carga. Me pareció muy adecuado a lo que está pasando y cómo me sentía.
También hay un humor muy negro en ello, ¿no?
Oh, sí. Sí, sí. En el libro se cuenta que durante la guerra entre México y Estados Unidos, el ejército norteamericano botó un buque lleno de mulas, pero resulta que no podían amarrar en el muelle de Veracruz, así que se limitaron a tirarlas por la borda a todas. Las que se las apañaron para llegar a la orilla se utilizaron y el resto, supongo que se ahogaron (risas macabras). Para mí es una encapsulación perfecta de la futilidad de la guerra, que el animal trabajador se usa a menudo desde la estupidez. Y creo que también muestra el derroche del sistema americano, incluso entonces. Es lo que llamaríamos una gran metáfora (risas).
“En este disco hay optimismo y humor. Escondido, pero está ahí”
Porque luego está el título del disco, “Ultimate Success Today”. La intención no puede ser más que paródica respecto a lo que se conoce como sueño americano.
Sí, quizá no necesariamente sólo respecto a Estados Unidos, pero no hay duda de que hemos llevado esa idea a tal extremo que hace que le gente lo busque. Estoy seguro de que la oí en algún publirreportaje televisivo nocturno, y parece que se aplica a muchos aspectos diferentes del álbum. Hay muchos pensamientos sobre el pasado y el futuro en el disco. Y en relación a lo que vivimos hoy, el pasado es el pasado, y el futuro se está poniendo muy oscuro, así que…
Cambiando al aspecto puramente musical, me ha dado la impresión de que con canciones como “I Am You Now” o “June 21” estás explorando nuevos terrenos en lo rítmico. ¿Te parece que es así?
Bueno, son básicamente los chicos del grupo marcándose un reto y queriendo hacer cosas diferentes. El objetivo principal de todo es no acabar encasillado. No quieres terminar diciendo: “vamos a grabar una canción como tal. O vamos a hacer otra de estas”. Siempre tratas de experimentar. Y creo que lo que pasó en esos casos es que dijimos: “Vamos a ver si podemos hacer canciones distintas”. Me divierte porque me fuerza a venir con otras cosas, no puede ser lo de siempre. Puedo explorar nuevos temas y sonidos, y así obtienes nuevos resultados. Lo disfruto. Creo que siempre encontramos una buena manera de experimentar y cambiar, pero no lo suficiente para cargarnos el equilibrio. Ahora he aprendido que puedes tener voces femeninas preciosas, saxofones vanguardistas y todavía esencialmente suena a un disco de Protomartyr.
Supongo que es un aspecto muy importante para vosotros porque mantenéis una pureza de sonido que se traslada al escenario. No os veo como el típico grupo que dice: “Ahora vamos a hacer un disco sólo con sintetizadores para cambiar”, que es una cosa bastante extendida.
Sí, cambiamos sólo lo que es necesario. Tener a Kelley Deal (en el EP “Consolation”), nos llevó a pensar que quizá lo íbamos a pasar mal para tocar algunas canciones en directo, pero nuestra idea siempre ha sido, y lo sigue siendo, que los cuatro podamos tocar todas las canciones. Creo que es muy fácil caer en la trampa, especialmente en el estudio, que es un sitio muy raro, de decir: “Vamos a hacer el disco entero con teclados. Vamos a hacer algo que suene completamente diferente a nosotros”. Y es muy divertido, pero pierdes esa esencia. Siempre he oído que con cada disco no debes cambiar más del veinte por ciento, y es lo que nos pasa. Siempre acabamos sonando a nosotros, lo cual es bueno.
“La situación que vivimos es un golpe porque el año pasado no giramos gran cosa”
Además, siempre habéis sonado en los discos a grupo de rock de verdad tocando en directo. No sonáis artificiales o qué sé yo, falsos.
Claro, la batería sigue siendo muy importante, el bajo sigue siendo muy importante, como la guitarra. Y como tenemos a un batería como Alex, que es tan interesante... Eso ayuda.
¿Y cómo trabajáis las canciones entre todos?
Normalmente mientras giramos, o al final de la gira, Greg tiene unas maquetas que ha hecho solo. Son como bocetos de ideas. Pero esta vez, por primera vez, debido a que Alex se ha mudado a Nueva York (se lo tiene que estar pasando de miedo…), tuvo que venir para los ensayos. Esto implicaba que no podíamos estar mareando la perdiz, aunque todavía nos las apañamos (risas). Seguimos jugando a videojuegos, pero es la primera vez que no hemos estado juntos. Yo no estoy en la primera fase, porque el grupo se mete en la mina. Están constantemente trabajando las partes y lo que van a hacer y yo aparezco un poco más tarde, cuando ellos saben bien qué canciones vamos a hacer. Es música de la que están orgullosos y quieren pasar a otra cosa. En el pasado a veces llegaba un poco pronto, y tenían alguna cosa que no les flipaba. Ahora voy cuando ya lo tienen. Y todavía me pasa que no estoy seguro de si puedo hacer algo con ciertas cosas. Pero normalmente me gusta el reto de ver cómo voy a cantar cada canción. Me gusta ponerme retos. Lo hacemos así. Excepto que esta vez Greg decidió que habría un saxo haciendo algo en un momento, y que por lo tanto no habría guitarra en esa parte. Tienes que confiar en su visión, que los colaboradores serán capaces de llenar esas partes. Y lo hicieron. Sabíamos que la grabación iba a sonar muy diferente a los ensayos, pero ha sido divertido. No escribí la mitad de las letras hasta un día o dos antes de grabar, porque quería que fueran frescas y espontáneas. No quería que hubiera cosas sobrescritas.
¿No querías darle demasiadas vueltas?
Correcto, especialmente con una canción como “Tranquilizer”, que es sobre el dolor: no quieres coger el boli y ponerte a pensar: “¿Cómo te sientes con dolor?”. Lo quieres experimentar visceralmente. No puedes darle muchas vueltas porque si lo haces, no va a tener nada que ver con la experiencia. Tienes una idea a grandes rasgos de lo que vas a hacer y la haces sin más. Eso fue liberador. Y una cierta vuelta a los viejos tiempos, cuando no tenía letras y me las iba inventando sobre la marcha, cuando me preocupaba más del sonido que de lo que estaba diciendo. Es lo que hicimos en los dos primeros discos, y estoy contento de que hayamos podido volver un poco a ello, porque me gusta.
Otra canción de la que me gustaría hablar es “Modern Business Hymns”. Tiene un aire casi de single.
Claro. No sé muy bien de dónde vino. Es lo más cercano que tenemos en este disco a una canción con estrofas y estribillos. La voz de Nandi Rose la cambió por completo y la elevó a algo. “Tranquilizer” fue durante un tiempo una parte, hasta que la sacamos. Ahora “Tranquilizer” desemboca en ella. Respecto a la letra, habla del paso del tiempo, de la nueva década. Cuando era más joven y tenía un sueño, podía imaginar cómo sería estar en el espacio. Quería que fuera una canción de ciencia ficción, pero por desgracia tiende más a la idea de que el hiperespacio es una idea que asusta mucho, nada divertida. Quizá el futuro, en vez de ser utópico, será tan malo como ahora, o incluso peor.
La última: estáis en un sello importante como Domino, pero me pregunto cómo afecta a un grupo como el vuestro una situación tan excepcional y extraña como la que vivimos, cuando no se puede tocar en directo. No sé si habéis tenido que retrasar la gira para presentar el disco. Es decir: ¿dependéis fundamentalmente del directo para ganar dinero?
Sí. Antes de nada, tengo que decir que esto está golpeando ya a gente que conozco de manera mucho peor que al grupo. Y creo que la razón es que sólo recientemente empezamos a tener la banda como fuente principal de ingresos, de manera que nos las hemos apañado para vivir frugalmente, sin esperar mucho. Pero es un golpe, porque el año pasado no giramos gran cosa, así que nos tuvimos que apretar el cinturón. Y esperábamos ganar dinero este año, a través de las giras y la venta de camisetas. Se venden algunas online, pero sobre todo las vendes en los bolos. Ésa es realmente nuestra única fuente de ingresos, y ha sido completamente barrida del mapa. La única manera que tengo de pensar en ello de forma positiva es que hemos estado en este barco antes sin ganar mucho dinero. Y el hecho de que el mundo entero esté pasando esto me reconforta un poco. Lo que odio de la situación es que no puedes esperar a, digamos, la próxima semana, a que encuentren una cura y las cosas vuelvan a la normalidad. ¿Va a tener nuestra gente dinero para comprar una camiseta o un disco? Las cosas “frívolas” pueden desaparecer por una temporada, y tienes que ser realista respecto al hecho de que, cuando volvamos lentamente a la normalidad, lo último que se van a permitir son las aglomeraciones de gente. Los conciertos serán lo último.
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