De este rollo van las entrevistas que me gusta hacer, de buenas personas que para colmo son trabajadoras y con talento. Cuando además esas personas me regalan canciones que poder hacer mías, en las que perderme o hallarme, el flechazo suele ser muy, muy largo. Es lo que me ha pasado con L.A. y su nuevo trabajo, el primero para una multinacional después de varios años de lucha desde las barricadas. “Heavenly Hell” es un disco que igual me hubiera pasado desapercibido de no ser por llegar desde donde llega y a manos de quien llega. Reconozcámoslo, las oportunidades de L.A. viviendo en Estados Unidos no serían muchas más que las de otros artistas similares , pero viniendo de un exilio insular, no me queda sino quitarme el sombrero. Ojo, que no digo que el disco no lo merezca, cortes como “Cristal Clear”, “Perfect Combination”, “Hands”, “Sweetest Goodbye” o “MIcrophones & Medicines” han hecho que crea en una serie de canciones que tenía olvidadas, quizás porque entonces no necesitase el sabor de sus mensajes. Ahora me vienen de maravilla. Les voy a contar quién es el responsable, lo vamos a hacer entre los dos para que quede claro que este señor arropado por una multinacional no es ningún infiltrado. “Es que no me gustaría que la gente pensara que aparecí ayer. Empecé por el 93 o 94. Luego me monté Glycerine donde tocaba la batería y cantaba. Empecé con The Nash sobre el 2000 y con ellos hicimos algo más serio, empezar a ver lo que era salir de Mallorca y girar con bandas como Buzzcocks o The Soundtrack Of Our Lives. Trabajamos bastante, era como ser una banda de verdad, en su lado bueno y su lado malo. Hicimos gira con Buzzcoks por Inglaterra”. Vamos situando a L.A. en contexto. “En el 2004 es cuando me plantee seriamente hacer algo yo sólo. A ver si todas esas demos que tenía grabadas en casa en el baño servían para algo. Se lo empecé a enseñar a amigos y me animaron a grabarlo todo en un álbum. ‘Grey Coloured Melodies’ es el primer disco, y lo saqué con el sello que constituí. Me pillaron en un club de Palma y empecé a tocar semanalmente y a hacer una serie de seguidores que me hicieron confiar en mí. Ya no sólo estaba detrás de los tambores sino que daba la cara con una acústica”. Todo este trabajo y empeño al final parece que comienza a dar sus frutos. “Fue una humilde discografía editada, a disco por año, y en el 2006, con el disco doble que saqué conseguí que la distribuidora El Diablo me hiciera caso. Entonces me plantee hacer el disco para el año siguiente”. Ojo, que estamos hablando de alguien que vive en Mallorca, no en una capital peninsular llena de salas y, por decirlo de algún modo, oportunidades. “Es complicado para alguien de Madrid, por ejemplo, meterse en la mentalidad de un tío que desde los trece años está soñando con algo así. Y aunque suene muy poético, está soñando desde una isla. Una isla es un sitio completamente acotado y no existe el ‘vamos a coger la furgo y vamos a tocar a Burgos’. Eso no es así. Tienes que alquilar una furgoneta, meter el equipo dentro, pagar un barco. Es algo que parece como imposible, ¿no?”. Si ya es toda una proeza para grupos gallegos o andaluces, lo de las islas es algo impensable casi. Y aún así se embarca en una aventura carísima y muy larga para la grabación del disco que todavía estaba huérfano. Aventura en la que, aunque es responsable de todos los instrumentos que escuchamos, estuvo acompañado en todo momento por Toni Noguera en las interminables labores de producción. “Los dos juntos hemos sido uno en el proceso de grabación del disco. Ha grabado, bajos, sintes, guitarras eléctricas, etcétera… Llevo trabajando con él desde el primer disco de Glycerine, en 2002. Desde entonces ha masterizado todo mi trabajo anterior como L.A., hemos tocado juntos en Los Valendas, con los que grabamos disco en 2006, y volvió a estar conmigo en la mezcla del disco que realizó Nick Didia en Atlanta. A veces no nos dábamos cuenta y llevábamos tres meses con una canción. Cuando nos dábamos cuenta teníamos noventa pistas para esa canción. Pero siempre hemos trabajado con ilusión”. Ilusión y algunos ramalazos freaks que tanto gustan en esta casa. “Fue una de esas veces que comíamos en el estudio. Estábamos probando percusiones de todo tipo. La canción nos pedía un sonido, una percusión que no encontrábamos y al final pillé la barra de pan, con su envoltorio de papel, y usándolo contra el MondoSonoro de aquel mes, encontramos el sonido”. Apunten este dato, señores ingenieros de sonido.
En Mallorca llueve a mares y yo tengo una fiebre que no puedo salir de casa, así que hablamos de las canciones, parece que ninguno de los dos tenemos prisa por terminar con la entrevista. Le pregunto por “Microphones & Medicines”, la cual me parece hecha para terminar un concierto dado el guiño de su letra al respetable. Pero no. “Bueno, algo tiene que ver con el proceso de grabación. He pasado por una serie de fases complicadas y…”. Y ahí quiero ir a parar. Es un disco de amor, de relaciones, de sentimientos. Le estás cantando muchas de las frases a alguien en particular, no me engañas. No me engañas porque estoy pasando por lo mismo, porque canciones como “Perfect Combination” o “Close To You” definen a la perfección lo que quiero explicar. “Muchas veces despersonalizo las letras porque no parezca que estoy hablando siempre de lo mismo, que no parezca que estoy siempre hablando de una misma persona. A veces me dejo llevar mucho por una película o algo que me venden en un libro o una revista”. Cuando ya no me cabe duda es cuando le escucho cantar esas letras. La voz de L.A. es cálida, y a la vez llena de fuerza y sentimiento, es una voz enorme y capaz de una sinceridad que asusta. “Ahí es cuando cobra más vida, es cuando de repente estoy leyendo la letra. Yo en los ensayos me implico emocionalmente. No hay público, no hay nadie, pero me cuesta no meterme en el personaje. Me cuesta no interpretar esa canción. De hecho, muchas veces, si no estoy metido ahí, ensayamos sin cantar la canción. No me gusta cantar sin darle sentimiento. Ha habido ensayos que he acabado casi con la lagrimita. Por una serie de cosas, o porque la letra te recuerda tal…”. Una de mis favoritas, la que abre el disco, “Crystal Clear”, ha sido mi canción de cabecera durante los últimos días. Una canción que define un estado emocional demasiado familiar en estos momentos, la duda. Un tema que abre con el choro de voz de su autor y que se clava desde el primer momento. “Lo primero es que me apetecía que pusieses el disco y lo primero que sonase fuera mi voz. Quería estar dentro desde que pulsaras el play. La letra es lo que has dicho, que vas para un lado y para otro. Estás como positivo en todo pero hay una duda permanente en toda la canción. Hablo de cuando empecé a conocer a mi chica actual, es la primera canción que le escribí”. Espero que no sea la última. “No, ya tiene un par más (risas). Habla de lo que hemos vivido, de lo que nos queda por vivir y de hacia dónde va a pegar esto”. Algo que se puede extrapolar a esta nueva aventura que emprendes a lo grande. “Pues sí. Todo va muy guay, todo va como muy rodado, pero obviamente no sabes cómo va a acabar. Eso se verá cuando salga a la jungla, a ver cómo me va a acoger esa jungla”. Una jungla en la que no estará solo, de hecho se acompaña en directo de una gran banda con varios conocidos. “Todos son, ante todo, grandes amigos míos, y además, enormes musicazos. Carlos Pilán (guitarras, teclados, percusión y voces) toca conmigo desde el principio de los tiempos... desde mi primer grupo, The Green Cherries. Ha sido el único de la banda que ha colaborado en el disco. El último grupo en el que tocó fueron Sexy Sadie, donde estuvo durante siete años. Con Ángel Cubero (bajo) he compartido con el la base rítmica de The Nash durante más de seis años”. Además le acompañan Pep Mulet a las guitarras y Toni Alorda a la batería. Y una cosa antes de acabar, y eso de elegir la misma versión de Cindy Lauper que eligiera Russian Red en su momento. “Cuando tocaba contratado en un bar, tenía que rellenar dos horas de concierto, y la cosa era sacar versiones, ya que yo tenía diez canciones mías. Me puse a sacar de lo que podía, porque no soy un gran guitarrista, soy bastante malo. Es una canción que me enseñó una amiga mía y que nunca me ha fallado. Me planteé hacerla con la banda y es que es infalible. Tiene ese punto de alegría ochentera con olor a naftalina que me gusta mucho. De que Russian Red la hacía me enteré en Radio 3, para una entrevista que fui a hacer”. ¿Y un dueto en directo en algún festival en el que coincidan ambos? “No te digo que no. Lo que pasa es que ella la canta muy diferente”. No creo que fuera un problema para ninguno de los dos llegar a un equilibrio. Rafa Angulo
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