“Hacíamos algo que nadie hacía. Nos subieron diciendo ‘¡qué simpáticas!’ y luego fueron a por nosotras...’tocan mal, no están buenas, no van monas’... En aquellos momentos teníamos dos opciones: o hacer los conciertos y hacerlos mal porque no sabíamos tocar; o no hacerlos y olvidarnos del grupo. Lo hicimos y así salieron las cosas, pero precisamente por lo que nos movimos al principio estamos ahora aquí”. Menos mal. De no ser así, nos habríamos perdido unas cuantas canciones memorables, destinadas, por méritos propios, a formar parte de la galería de composiciones más sensibles y emocionantes del pop español reciente. El vapuleo a que han sido sometidas desde entonces es -atendiendo a los logros de su nuevo trabajo, “Mi Vida En Un Fin De Semana”- injusto y fruto de un sibilino empeño en no reconocer que hacer pop implica riesgos. Y, sobre todo, que no está al alcance de cualquiera, vaya. Bien es cierto que “Nadie Hablará De...” (RCA, 98), chirriaba en el acabado. La producción de ese disco –relamida y sin riesgo- restaba efecto a las buenas canciones que contenía. Ellas lo asumen, aunque prefieren matizar. “No vamos a decir que la producción de ese disco fue un error, que es lo que está esperando todo el mundo que digamos. Sí diremos que era el disco adecuado para ese momento. Joaquín Torres hizo lo que creyó que era lo mejor para el grupo y nosotras nos dejamos guiar más. El trabajo hecho durante la grabación del disco y la gira nos ha servido mucho ahora. Eran buenas canciones pero estaban muy escondidas”. Ellas –que conste- son Montse (bajo) y Bea (guitarra). Malela (guitarra), Natalia (voz) y Cova (batería) no asisten, aunque su labor en la composición del disco ha sido tan importante como la de nuestras interlocutoras, que dejan entrever que las canciones del grupo gijonés son el resultado de una puesta en común, aditiva de distintos elementos -a veces casuales- que dan como resultado canciones tan luminosas como “Entertainment”, “Hacia El Sur” o “Si Es Que Hay Suerte”. Aunque la culpa no es sólo suya, según parece. “Que Ian Catt (ahí van algunas líneas de su currículo: Saint Etienne, Trembling Blue Stars, The Boo Radleys, Pizzicato 5 o Combustible Edison) produjese el disco era arriesgado ya que no estuvo con nosotros durante la grabación. Le mandamos las canciones, Bea se comunicaba por e-mail con él y le iba contando. Antes de recibir el disco entero nos mando tres temas y nos gustaron. Podía no habernos gustado y haber tenido que empezar otra vez, pero no fue así”.
El caso es que este disco engaña en las primeras escuchas. Acostumbrados al flamígero acabado de su predecesor, los primeros contactos con él se antojan demasiado livianos y transmiten cierto halo de ligereza que hace sospechar el enrolamiento de las asturianas en las filas de ese pop casquivano tan en boga últimamente. Es pop, sí, pero con mucha chicha. “Lo importante es la canción, tener claras las cosas. Lo que ocurre es que para la mayoría, el pop es un género menor. El pop no mola, a la gente no le gusta. Parece ser que se prefiere transgredir de forma clara. Lo que mola es la caña pa’ la araña. Nuestra transgresión es más sutil y, claro, el público quiere sensaciones más inmediatas, no reescuchar una canción o pararse en una melodía. Quieren ir a un concierto y que el cantante vomite o enseñe la polla. Además los jóvenes tienen una cultura musical cero. No saben quienes son Alaska y los Pegamoides, saben de Alaska porque sale en la tele. Pasan de La Oreja De Van Gogh a los yo que sé contándoles que ‘puta policía y me cago en Dios’ y piensan ‘esto es la hostia, me están contando las verdades de la vida’. Además parece que cuando uno no sabe hacer nada se mete a hacer pop, y no es así”. Ambas parecen lo suficientemente indignadas ya, así que ajustan sus gafas y piden otra ronda de cañas, mientras rememoran su aventura multinacional. “Nunca perdimos nuestra identidad y las cosas fueron saliendo por consenso con ellos. Teníamos las cosas claras y eso nos ayudó mucho pero, tanto ahora como entonces, vivimos la experiencia del grupo totalmente al día” y dan fe de lo que se han dejado en el camino. “El grupo era una caca de vaca, pero ahora, después de cuatro años encerradas los fines de semana para ensayar, sin vacaciones y partiéndonos los cuernos, creemos que la gente va a flipar”.
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