Este disco está protagonizado por el astrónomo que “descubre” ese “Saturn Negre”. ¿De dónde surge esta idea tan concreta y cómo muta a disco conceptual?
Hacía muchos años que tenía un post-it en mi “vertedero de ideas” en el que podía leerse “no vivir la vida en orden continuo sino en orden alterno”. Hace dos veranos, en una cena de mi compañía de teatro (cuando estas cosas ocurrían), una amiga, física, me contó que un colega suyo estaba haciendo un estudio sobre un fenómeno de los agujeros negros llamado “saturno negro”. Entonces me quedé desconectado de la cena, decidí que mi nuevo disco se tendría que llamar así y se me conectaron las dos ideas.
¿Estaba en tu cabeza hacer un disco con introducción y cierre hablado o surgió durante la creación?
Desde mi primer grupo de música, a los catorce años, disfrutaba ligando la música con la narrativa y la puesta en escena. Cuando he tenido una época vital influenciada tan claramente por un suceso, rápidamente me conduce a hacer un disco conceptual. Me pasó hace diez años: se suicidó un amigo mío y de ahí nació “Classe Mitjana”, el disco conceptual de Rosa-Luxemburg. Ahora “Saturn Negre” es hijo de la sacudida vital que ha significado tener un hijo. A todos los músicos del grupo, incluyendo a los productores Berni e Iban, nos flipan discos conceptuales teatralizados y nada snobs como “War Of The Worlds” de Jeff Wayne o “Nightfall On The Middle Earth” de Blind Guardian. Durante la grabación fue cuando nos animamos a incluir textos interpretados, y hasta dejamos fuera del disco un interludio muy friki, demasiado, dónde intervenían todos los miembros haciendo voces raras.
"Para mí nunca ha tenido sentido escribir letras de canciones si no podía canalizar el murmullo constante de reflexiones que tengo en la cabeza"
“El joc” tiene un tono alegre y es como el alma del disco, básicamente presenta tu idea principal de “ojalá poder jugar con el tiempo”. A su vez, contiene esos clips de audio de Pepe Mujica... ¿Por qué quisiste añadir esos cortes?
Vuelvo a hablar de los post-it que voy esparciendo por mi casa. Tenía uno que decía “incluir citas habladas de archivo rollo Manu Chao”. Esto terminó ocurriendo y fue idea de Berni. Él me conoce desde pequeño, sabía que poner a Mújica me gustaría y me lo encontré por sorpresa cuando me pasó las mezclas. ¡Me hizo llorar!
Todo el disco es bastante introspectivo y habla de temas concretos y presentes en la sociedad, como el tiempo, la idealización de tiempos mejores o el universo (“vam aprendre-ho tot mirant el cel”). ¿Representa esto cómo te sientes en la actualidad o es un ejercicio de imaginación y de creación de un personaje?
Absolutamente. Como no sé escribir pensando en lo que le va a gustar a la gente, lo que escribo es consecuencia de lo que siento y me ocupa en cada etapa vital. Como ya he dicho, creo que me obsesiono con la vida en orden alterno (vida alterna) viendo los primeros años de mi hijo. Mirándolo a veces me hace recuperar recuerdos fugaces de cuando tenía, por ejemplo, dos años, que tenía absolutamente olvidados, al mismo tiempo que veo que mi presente se acelera y el futuro que veía más lejano, de golpe se acerca, cuando piensas “cuando mi hijo llegue a la pubertad, yo tendré ya cincuenta años…”. Saturno es el dios del tiempo, y devoró a sus hijos. Todo cuadra!
También dejas sitio para la crítica social, por ejemplo, en “La dona” muestras el papel que se ha impuesto a las mujeres durante décadas y en “La distopia” hablas de una sociedad egoísta e individualista. ¿Cómo crees que encaja esto en la conceptualidad del disco?
Encajan porque son miradas hacia atrás y hacia adelante, pero con otra óptica y saliendo del “yo,yo,yo y yo”. “La dona” sale de una mirada atrás en el tiempo, mirando álbumes de fotos de mis mujeres antepasadas, de las que para empezar, sistemáticamente se ha perdido el apellido. La distopia nace de una mirada incómoda hacia adelante en el tiempo que hace que me crea menos algunas cosas de nuestro presente. Para mí nunca ha tenido sentido escribir letras de canciones si no podía canalizar el murmullo constante de reflexiones que tengo en la cabeza, si no las entendía como potenciales herramientas para el pensamiento crítico. Quizás si no escribiera letras, necesitaría escribir artículos o textos ensayísticos de vez en cuando para vaciarme y ordenarme.
Suu colabora contigo en “El silenci”, que funciona –si no contamos el epílogo– de cierre. Ya habíais trabajado previamente juntos en un disco homenaje a Salvat-Papasseit. ¿Qué te hizo acudir a ella para este tema?
Este tema es una adaptación del poema que hicimos juntos en un homenaje a Salvat Papasseit, que se grabó al mismo tiempo que “Saturn Negre”. Había conocido a Suu en varios eventos de cosas de la música y nos entendimos bien. Pese a yo ser mayor, menos conocido que ella y hacer música rara, se interesó mucho por mí y por lo que hacía. ¡Hasta vino a verme en un concierto! Cómo el proyecto de Salvat-Papasseit exigía dúos paritarios, se le propuso a ella y aceptó. Y lo hizo súper bien.
Te dedicas sobre todo a la dirección de videoclips. Desde joven te has dedicado a hacer cortos, documentales, y otras piezas audiovisuales. ¿Cómo te decidiste a incluir cortos antiguos en los videoclips de este trabajo?
Para mí, guardar videos antiguos es lo que más se puede parecer a vivir la Vida Alterna, al menos la parte del pasado. Tengo un canal escondido en Youtube en el que tengo más de trescientos vídeos de fragmentos y creaciones de mi vida. El tema de las canciones me encajaba con unos cortos que había rodado cuando empezaba a estudiar en la ESCAC, y me encantó la idea de poderles dar otra vida. Además tienen la gracia de estar rodados hace veinte años, con material que entonces tenía veinte años, o sea que el look es muy interesante.
"Cuando estoy en un escenario, ya puede haber una explosión nuclear a mi alrededor, que yo soy feliz"
Viniendo de Rosa-Luxemburg y del rock casi progresivo, ¿cómo crees que esas raíces han influido en la forma qué tienes de entender el pop o el tipo de música que haces en la actualidad?
Rosa-Luxemburg éramos un grupo que salió del impacto de grupos del indie rock de hace dos décadas, de grupos cómo Franz Ferdinand, The Strokes o The Killers, pero pronto la inquietud artística empezó a mover hilos y eso nos hizo más progresivos. Pese al mal uso de la etiqueta, progresivo no significa virtuosismo musical, sino afán de progreso, es decir, inconformismo artístico. Creo que hoy siendo igual de progresivo, y te juro que a veces me he propuesto ser un poco práctico y hacer algo un poquito más comercial, pero no hay manera. ¡Soy así!
Te dedicas a la música y al audiovisual simultáneamente, pero, ¿te decantas por uno más que otro? ¿Te aporta algo la dirección de documentales y videoclips que no te aporte la música (y viceversa)?
Buf, es que el problema es que además he retomado la fotografía profesional, he diseñado mi primer juego de mesa y me encanta dar clases de interpretación. Creo que no puedo focalizarme en sólo una profesión. Leí que eso es común en las personas que tenemos la lateralidad cruzada. Necesito hacer un poco de todo e ir alternando para ser feliz y disfrutar cada oficio como si fuera un juego y no quemarme. En el ámbito práctico, ahora mismo, por ejemplo, la música está pasando en momento muy duro por la pandemia, pero, en cambio, como realizador audiovisual estoy desbordado. Suerte que no me dedico a una cosa solamente.
Yendo un momento a tu faceta de actor, hace un par de años estuviste haciendo de Judes Iscariot en “Jesucrist Superstar”. ¿Qué te aportó como músico participar en un musical? ¿Volverías a repetir?
Hacer el Judas de “Jesuchrist Superstar” era un sueño para mí desde hace años, y no tenía ninguna aspiración de que se pudiera hacer realidad nunca. Pero pasó, y viví la experiencia de que un sueño se convirtiera en un reto. Creo que aprendí muchísimo a nivel de voz y a nivel de escena. Además, ahora me puedo morir más tranquilo! Claro que repetiría. Cuando estoy en un escenario, ya puede haber una explosión nuclear a mi alrededor, que yo soy feliz.
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