En “Arcàdia”, el nuevo trabajo de Pol Fuentes, el término se vincula a un proceso doloroso y complejo de ruptura familiar, que, a pesar de la adversidad, encuentra momentos de belleza y esperanza. Un trasfondo muy personal para el artista, puesto que su propio hijo se llama Arcadi, lo que añade una dimensión aún más significativa a la obra. El álbum refleja el descubrimiento de un nuevo “paraíso” en medio del dolor, un espacio de complicidad y cercanía con su hijo, que se convierte en un salvavidas emocional durante la ruptura. “Tratar de conseguir el espacio más bonito para tu hijo te da una guía de la forma en la que gestionar la ruptura y el dolor”.
En su relato, Fuentes describe cómo centrarse en el bienestar de su hijo le permitió encontrar una guía para gestionar el proceso de separación. Al enfocarse en ofrecer lo mejor para él, el artista pudo transformar el dolor en una oportunidad para evitar una "guerra" familiar y tratar de que el resultado fuera lo menos dañino posible. En este proceso, incluso llegó a pensar que, en algunos casos, la nueva configuración de su familia podría ser, en cierta manera, más satisfactoria que la estructura familiar tradicional. El álbum, por lo tanto, no solo aborda la ruptura desde un lugar de sufrimiento, sino también desde una reflexión profunda sobre la posibilidad de encontrar belleza, paz y crecimiento personal, incluso en los momentos más dolorosos. "Arcàdia" tiene la capacidad de transformar el dolor en una forma nueva de amor y conexión. “Es importante dar referentes a todo el mundo, referentes que sean diferentes a la estructura normativa que hay en todas las casas, más que nada porque cuando nos pasan cosas que no esperamos es importante tener una guía y unas herramientas suficientes para ir en una dirección de reconstrucción y no hacia la autodestrucción”.
“Si tuviera que resumir en una frase el mensaje que se esconde tras este disco sería: ‘Reconstruye aunque duela’”.
La creación de una nueva forma de entender la familia es un proceso que, para el artista, ha sido tan valiente como necesario, especialmente durante un momento tan doloroso y complicado como una ruptura. Al abordar la creación de su disco, Fuentes se dio cuenta de que no quería hacer canciones que fueran simplemente una respuesta reactiva o vengativa. A diferencia de otros artistas que optan por retratar una separación de manera superficial, diciendo "todo está bien, seguimos siendo amigos", Fuentes quería reflejar la complejidad emocional de la situación. El disco, para él, representa un equilibrio entre el dolor y la posibilidad de encontrar algo valioso en medio de la adversidad. "Lo que quiero es proteger un término medio", explica Fuentes. Reconoce que la ruptura no fue fácil, y que hubo momentos de sufrimiento y confusión. Sin embargo, también cree que es posible encontrar algo interesante al final del proceso. Esta búsqueda de algo más allá del dolor fue un proceso curativo, pero también profundamente desafiante.
Fuentes considera que, cuando llegó una de las partes más dolorosas de su experiencia, notó la falta de referentes en la literatura, el cine e incluso en su entorno cercano sobre cómo gestionar la situación. Tuvo que acudir al apoyo psicológico para poner las cosas en perspectiva y evitar caer en un pozo. El proceso de reinventar la familia, entonces, no es solo un acto de resiliencia, sino también de responsabilidad social. Fuentes cree que su disco puede contribuir a visibilizar alternativas a las estructuras tradicionales de familia, ofreciendo herramientas y esperanzas a quienes se enfrentan a lo inesperado. A través de su música, busca dar voz a aquellos que luchan por reconstruir sus vidas y encontrar un nuevo sentido a lo que podría parecer el fin de algo.
Aunque no hubo una intención de dividir las canciones en fases del duelo, algunos oyentes lo interpretaron así. La canción final, "San Pacián", representa la imagen de las primeras Navidades como familia separada, simbolizando la reconciliación y la capacidad de encontrar belleza incluso en los momentos difíciles. “Cuando hago un disco no pienso en qué puedo decir para gustar, sino que pienso en qué es lo que necesito decir”. Y para contar eso que necesitaba decir, Fuentes ha trabajado estrechamente con Bernat Sánchez e Iván Rodríguez, con quienes le une una larga amistad y trayectoria musical. A pesar de ser viejos amigos, su relación profesional ha sido esencial, ya que todos se complementaron de manera excepcional en este proyecto.
A los cuarenta y un años, Fuentes se da cuenta de que aún está aprendiendo sobre la gestión emocional, algo que desearía haber aprendido en la escuela. Aunque no tiene la vocación de escribir un ensayo sobre el amor y las emociones, encuentra en la música una vía para explorar estos temas. “A mí me gustaría un mundo en el que, cuando conociéramos a alguien, le pudiéramos decir: ‘Hola, ¿qué tal? Mira, yo tengo un trauma con el abandono y te aviso de que, cuando pase esto, me podré sentir de esta manera y no será culpa tuya”.
A todo ello cabe sumarle que, durante el proceso creativo, Pol Fuentes sufrió una estafa por parte de un supuesto manager que casi pone fin a su carrera. Este le prometió una serie de conciertos internacionales que resultaron ser falsos. El estafador incluso creó documentación, contratos y correos electrónicos falsificados para convencerlos. La desilusión fue profunda, ya que creía haber alcanzado el reconocimiento después de tantos años de trabajo duro. Sin embargo, Fuentes encontró una perspectiva positiva en la situación: al perder esos conciertos, pudo dedicar más tiempo a estar con su hijo, un tiempo que no podría recuperar en el futuro. Aceptó la estafa como una oportunidad para priorizar a su familia. De ahí que “Arcàdia” sea una suerte de salvavidas personal escrito en medio de un naufragio emocional. “Si tuviera que resumir en una frase el mensaje que se esconde tras este disco sería: ‘Reconstruye aunque duela’”.
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