A pesar de llevar varias décadas dando guerra, Ernesto y Roberto no lo han puesto fácil para seguirles la pista. “Desde el 97 en adelante hicimos dos largas grabaciones autoeditadas como Goodbye. Luego nos cambiamos el nombre por Fasenuova, que en realidad era el título de una de las primeras canciones que habíamos hecho juntos. Al poco de cambiarnos el nombre salió el split doce pulgadas de Ozonokids compartido con Angel Dust, un grupo noise de Philadelphia y grandes amigos del otro lado del Atlántico. Ernesto tiene más discos y grabaciones inencontrables desde 1986, en sus años de ruidista vandálico”. Sin embargo no ha sido hasta su actuación en el LEV 09, y muy especialmente hasta la publicación de “A la quinta hoguera” (escúchalo de forma gratuita en el bandcamp del grupo) que el dúo se ha convertido en referente de la música de riesgo que se hace en nuestro país. “Si se piensa un poco en ello todo parece consecuencia lógica de un esfuerzo constante y continuado en el tiempo. Somos un grupo poco convencional y eso parece que termina llamando la atención. En realidad siempre estuvimos preparados para tocar, para hacerlo para cuanta más gente mejor”. Su gran mérito, revestir un planteamiento extremista con unas formas cercanas a la música de baile, como si del eslabón perdido entre Esplendor Geométrico y Aviador Dro hace treinta años se tratara. “En nuestra música puede verse de manera clara, incluso en las posiciones más ruidistas, el intento de hacer hits, de concebir las canciones como hits, aunque tengan estructuras diferentes y texturas tímbricas que parecen demasiado fuera de lo corriente. Pero hacemos música bailable, es verdad, siempre ha sido así, música que puede emocionar a todo el mundo”.
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