Cuando Sergio Vinadé pregunta en la tercera canción del disco cuál es su cámara uno ya intuye que Tachenko tienen unas cuantas cosas que decir, aunque luego hablen de desenfoques y miradas. “Esta vida pide otra” merece que el zoom se acerque hasta sus once temas, que dan forma a casi cuarenta minutos de pop para enmarcar, en un nuevo volver a empezar, esta vez por el cambio de sello (de Grabaciones en el Mar a Limbo Starr). (Sergio Vinadé) “Parece que somos un grupo destinado a estar comenzando siempre, aunque en este caso ya teníamos la banda consolidada, no como en ‘Las jugadas imposibles’, que fue un álbum que grabamos un poco a salto de mata. Este ha sido el primer disco que hemos preparado bien en el local y que está pensado como tal desde un principio”.
"Parece que el mundo se va a acabar cada día; y lo que decimos es que si se tiene que acabar, pues que lo haga" |
Esa consolidación en la formación, con Sebas Puente (guitarra y voz), Eduardo Baos (bajo) y Alfonso Luna (batería), además del propio Vinadé (voz y guitarra), les ha permitido grabar en directo, con producción del omnipresente Paco Loco. (Vinadé) “Antes no podríamos siquiera haber pensado en esto. El hecho de grabar en directo te condiciona en el sentido de que las canciones son las que son, y lo que hay es lo que suena, nada más. Te gustará o no, pero no hay artificios. Al estudio llegamos con esa idea, lo que pasa es que nunca sabes si vas a ser capaz, porque hay que ser muy exigente; empezamos a probar y vimos que era posible, que salía bien y que nos gustaba el efecto de naturalidad que se conseguía, así que seguimos adelante”. A esto hay que añadir que registraron el disco en analógico, a propuesta de Paco Loco, con quien aseguran que trabajar ha sido una gran experiencia. (Sebas) “Es una maravilla, porque es como estar de vacaciones dos semanas. Por mí nos habríamos quedado otras dos, y eso en otras grabaciones no te ocurre, porque se puede hacer un poco aburrido. Siempre hemos acabado encantados con nuestros productores, pero es que con Paco es un parque de atracciones”.
"La escena española está en el mejor momento, y es una conversación que tengo a menudo con compañeros de mi generación" |
En Puerto de Santa María estuvieron a finales de noviembre y principios de diciembre del pasado año, registrando los temas de “Esta vida pide otra”, un álbum más inmediato que sus dos predecesores, “Nieves y rescates” (2004) y “Las jugadas imposibles” (2006). Un paso adelante que Sergio Vinadé concreta así: “Llegar a la esencia del grupo para luego crecer, porque creo que hasta ahora lo estábamos haciendo al revés”. El resultado tiene algo de paradoja: el sonido es más enérgico, más rock, y sin embargo lo que transmite es pop clásico sin aditivos. (Sebas) “No lo hemos pensado en términos de ser más pop. Si acaso yo creo que es más rockero, porque siempre hay guitarras en primer plano, el bajo de Edu es muy potente y al fondo tiene muchísima pegada”. (Vinadé) “Antes nos estábamos perdiendo un poco en el tema de los arreglos y ahora queríamos centrarnos en las melodías. Hemos ido al grano y las canciones han quedado más directas, y a lo mejor en ese sentido sí que encaja más en el concepto clásico del pop, de tararear incluso en la ducha”. Es un paso que no tiene que ver tanto con la sencillez como con la capacidad de quedarse con lo estrictamente necesario. (Vinadé) “Hemos ganado mucho en concreción. Antes, un disco de Tachenko te podía gustar, pero costaba encontrar los matices, y en cambio este álbum si te gusta tiene que ser a la primera, porque lo que hay es lo que se oye”.
En definitiva, “Esta vida pide otra” supone un triunfo absoluto de las melodías, que vienen acompañadas por energía e incluso rapidez (“Protestas pacíficas” es el mejor ejemplo), rematando un nuevo trabajo que sumar a la notable cosecha que el pop en castellano está protagonizando en los últimos años (Sr. Chinarro, Tarik, Love Of Lesbian, La Costa Brava, Nixon y un largo etcétera). “La escena española está en el mejor momento, y es una conversación que tengo a menudo con compañeros de mi generación, porque yo soy un poco anterior, de la etapa con El Niño Gusano, y creo que nunca en este país ha habido tanta calidad en los grupos. Se ha dado un paso adelante que es bueno para todos. Lo que no puede ser es que siempre hemos sido muy dados a hacer obispo al más tonto, y hay que acabar con eso de una vez”, continúa Vinadé. Continúa su reflexión señalando que en los noventa y primeros años del siglo XXI se tendía más a los ejercicios de estilo, mientras que ahora manda la canción. Vamos, que se trata de ir al meollo y no entretenerse, y en esto los de Zaragoza se han situado en el pelotón de cabeza. En términos futbolísticos, prorrogando esa querencia deportiva de “Las jugadas imposibles” (que aquí se mantiene en un tema, “El rey del balón”), diríamos que Tachenko juega ahora al primer toque, desbordando por las bandas y con centros precisos que encuentran rematador sin dificultad. Es decir, que sacan la bola jugada desde atrás, por lo que es fácil acertar con ellos. Es una quiniela ganadora, un pleno al quince (o al once, el número de temas del álbum) que también consigue aciertos con las letras, que siguen esa misma tendencia a la concreción. (Sebas) “Igual que otras veces cada una podía ser de su padre y de su madre, ahora ha quedado bastante compacto en ese sentido. Roberto Herreros, de Grande-Marlaska, nos decía que parecía que teníamos un poco de obsesión con que nos iban a matar o algo así, porque hay varias frases en ese sentido, aunque desde luego que no nos queremos morir, que quede claro”. De hecho, el disco se abre con “El mundo se acaba”, una oda a los desastres de cada día y al apocalipsis cotidiano. “Es que estamos rodeados de catastrofismos y viendo la tele parece que el mundo se va a acabar cada día; y lo que decimos es que si se tiene que acabar, pues que lo haga. Nosotros vamos a seguir haciendo las mismas cosas: salir a pasear, ir a los bares, tocar, hacer canciones... Estamos a lo nuestro, y que pase lo que tenga que pasar”, concluye Sebas.
Más sobre las letras, cada vez más directas y sin ningún tipo de complejos. “Te quiero a morir, te quiero a rabiar”, escribe Sebas Puente en “Hacia el huracán”. “Bueno, nunca he tenido problemas en decir ese tipo de cosas, lo que pasa es que hasta ahora no había salido. Pero siempre he sido muy fan de Calamaro, por ejemplo, y no me da vergüenza”. Más adelante (en “Medio normales”) dejan caer otra perla: “No somos muy normales, pero nos salva la actitud”. (Sebas) “El otro día lo escuchó mi padre y se pensaba que iba sobre la familia, pero en realidad se trata de que vamos a lo nuestro y de que en todo lo que hacemos ponemos muchas ganas”. (Vinadé) “Es algo a reivindicar, porque ninguno somos muy normales, ni tu ni nosotros. Y lo que nos hace seguir día a día es la actitud que tenemos ante la vida, pasarlo bien; no es hedonismo, pero sí disfrutar y reírnos de todo”. Y ahora, con el tercer disco en la calle y el cambio de discográfica (aunque sea a la casa de un viejo conocido -David López, de Limbo Starr, era el A&R de RCA cuando este sello fichó a El Niño Gusano-), la incógnita está en saber concretamente la magnitud de este salto. (Vinadé) “Lo que esperamos ya casi lo hemos conseguido, porque hemos cerrado veinticinco conciertos en dos meses, hemos grabado un disco que nos encanta y estamos muy felices por haber conocido a Paco Loco. Creo que a lo máximo que puede aspirar un grupo es a que con cada trabajo nuevo te sientas como si fuera el primero, y eso lo
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