Dave Lovering es un tipo encantador. El batería de Pixies es afable, locuaz, empático. Esa clase de entrevistado que llama al entrevistador por su nombre varias veces durante los veinte minutos – tasados – de conversación. Que no rehúye ninguna cuestión. Que las contesta con una amplia sonrisa, como si estuviera en uno de sus shows de magia. Ocurre que quien escribe las canciones de la banda es un tipo llamado Black Francis (Charles Thompson, para los amigos), y que llega un momento en el cual Lovering ya no es capaz – porque ni puede ni le corresponde – de contestar a muchas de las cuestiones que atañen a la escritura de canciones como las que dan forma a "Doggerel" (BMG, 2022), octavo álbum de los bostonianos, cuarto de esta segunda etapa.
Pese a ello, Lovering (y en menor medida el guitarrista Joey Santiago, que en este disco firma por vez primera dos canciones para Pixies: la música de una y la letra de otra) sigue capitalizando la gran mayoría de entrevistas, como ya ocurrió hace tres años. Vayan ustedes a saber por qué. Quizá porque es un excelente vendedor ante la prensa de las mejores virtudes de un disco que, como los tres anteriores, palidece por completo frente a sus obras maestras de los ochenta y noventa, cuando eran la mejor banda del rock del planeta. Aquí hay folk, algo de surf rock, algo de pop ensoñador (al estilo de clásicos como “Havalina” o “Ana”) y un tono general mucho más crepuscular que visceral. Una versión madura, algo otoñal, de Pixies, que Lovering, un caballero intachable, defiende por zoom desde su casa de Los Ángeles como – literalmente – uno de los discos mejor interpretados, producidos y grabados nunca por el cuarteto que completa la bajista Paz Lenchantin.
Parece un disco más pop que el anterior. ¿Crees que esa es la principal diferencia o hay más?
Creo que son tres cosas. En primer lugar, las canciones son diferentes: son más eclécticas, o pop, como dices. En segundo lugar, creo que ahora tocamos extremadamente bien, en comparación con otros discos. Y en tercer lugar, creo que la calidad de la grabación es mejor que en discos anteriores.
"Es curioso porque antes de 2014 no teníamos ni idea de cómo la gente iba a acoger nuevos discos de Pixies"
Es el cuarto álbum en vuestra segunda vida como Pixies. La misma cantidad de álbumes que en la primera etapa, la más recordada. ¿No te produce algo de vértigo?
Sí, da un poco de miedo (risas). Volvimos a reunirnos en 2004. En 2011 ya habían pasado siete años, y en ese momento ya era todo un poco surreal porque aquel lapso de tiempo ya era más del que habíamos durado como banda en un primer momento. Ahí es cuando tomamos conciencia de que debíamos hacer algo nuevo. Pero nunca hubo un plan al respecto, más allá de hacer lo que nos gusta.
De hecho, recuerdo que hace tres años me comentabas que el primer disco tras la reunión, "Indie Cindy" (2014), fue el único que te había dado miedo publicar porque quizá la gente lo compararía con vuestros discos históricos. Luego lo perdiste.
Es curioso porque antes de 2014 no teníamos ni idea de cómo la gente iba a acoger nuevos discos de Pixies. Era obvio que la gente iba a comparar "Indie Cindy" (2014) con los anteriores. Y era lógico sentir inquietud ante esa percepción. Pero desde entonces, ese temor no ha vuelto a asomar. Somos los Pixies y podemos hacer reggae, ska o lo que nos dé la gana (risas).
He leído que Charles (Black Francis) tenía unas cuarenta canciones escritas. ¿Cómo fue el proceso de selección y la criba final?
En realidad, para irnos un poco antes en el tiempo, en septiembre de 2019 publicamos "Beneath The Eyrie", justo antes de la pandemia, y solo pudimos hacer cuatro conciertos para presentarlo. Al pararse todo, decidimos hacer un muevo disco. No vamos a quejarnos de estos dos años de parón, pero fue así. Lo gracioso de todos esto es que Charles (Black Francis) se tiró dos años sin escribir ni una sola canción. Lo hizo todo en dos meses. En diciembre de 2021 y enero de este 2022. Le mandamos esas cuarenta canciones a Tom Dalgety, que ha sido el productor de nuestros últimos tres álbumes. Nosotros dejamos en sus manos todas las decisiones, delegamos por completo en él. Ese es su trabajo. Él cogió esas cuarenta canciones y seleccionó 16 o 17, añadió alguna batería electrónica a alguna de ellas y son con las que nos quedamos antes de entrar a grabar. Aprendimos del proceso.
Debéis tener mucha confianza en él. Hace tres años me decías que Tom Dalgety combinaba lo mejor de Steve Albini y Gil Norton, los productores de vuestra época dorada.
Es curioso, porque cuando le conocimos sabíamos muy poco de él. Y creo que el trabajo de un productor debe ser como el de un embajador. Al margen de lo que haga con la música. Tiene que saber cómo manejar a la banda, como hacerles críticas constructivas… ser un embajador que se haga cargo de la situación. Y Tom es así. Y durante los últimos tres discos se ha convertido en uno más de la familia. Cuanto más sabe de nosotros, más le conocemos a él. A mí me orientó sobre cómo encarar algunas canciones, porque soy una persona que aprende muy lentamente. Me costó dos meses, desde el mes de octubre anterior, saber hacia dónde irían los tiros. Así que es fantástico tener a alguien que logra que entres al estudio con confianza, sabiendo cómo tocar.
¿Se grabó en Los Ángeles?
No, fue en un estudio de Vermont, al noreste de los EE.UU. En febrero, con nieve por las calles. Fue una experiencia maravillosa. No habíamos podido hacer nada en dos años, y juntar a los Pixies otra vez en un estudio es algo que valoro muchísimo. Esa recuperación de sensaciones tan estupenda nos dio una dirección. Por eso nos esforzamos en tocar tan bien. Era una forma de recuperar lo que habíamos perdido.
Entiendo que la pandemia os debió trastocar mucho la vida, teniendo en cuenta que sois una banda que está más tiempo de gira que en casa.
No fue tan duro, más allá de la decepción inicial. Pensábamos que tarde o temprano todo mejoraría. Soy músico, y mi familia está acostumbrada a mis idas y venidas. Voy y vuelvo, voy y vuelvo. Esa rutina. Y esta ha sido la primera vez que he estado sin girar durante dos años. Afortunadamente, no me he divorciado, aún estoy casado, todo va bien (risas). Como soy mago, una de las cosas más bonitas que he podido hacer es concentrarme más en mis shows, y también encargarme voluntariamente de las redes sociales de Pixies. Durante la pandemia, las redes sociales del grupo se limitaban a mostrar fotos nuestras. Así que me saqué de la manga algo nuevo: los lunes mágicos. Cada lunes emitía algunos de mis trucos, hasta que agoté mi catálogo de recursos, y ahora es magia mensual (risas), magic monthly. Lo he estado haciendo durante el último año y ha sido muy bueno para mi creatividad, porque tuve que hacer presentaciones nuevas que tuvieran relación con los Pixies o con la música pop, y eso mejoró mi show. Me mantuvo activo. Y motivado.
" Nos llevamos muy bien, más aún desde que entró Paz (Lenchantin)"
Este disco es el primero de Pixies en el que Joey Santiago escribe: la música en “Dregs Of The Wine” y la letra en “Doggerel”. ¿Lo propuso él?
La verdad es que es algo a lo que no aspiramos, porque somos conscientes de que Charles (Black Francis) es mejor escritor de canciones que cualquiera de nosotros. Fue una sugerencia de su novia. Joey hizo una visita a mi manager, quien tiene una guitarra en casa, tocó algo con ella y le gustó. Charles siempre nos anima a que escribamos algo. Fue bueno para Joey y para la banda.
Los textos de las canciones también son más ligeros que los del anterior disco, en consonancia con el sonido. No hay referencias a la muerte. Es curioso que ocurra justo cuando hemos vividos dos de los años más complicados de la historia reciente, en todos los sentidos, y especialmente en vuestro país.
Creo que la calidad musical y de grabación del disco es fantástica, pero déjame decirte que yo nunca escucho las letras. Es algo que nunca me ha preocupado. Me sé las melodías, y eso es lo que importa cuando toco, pero me pasa lo mismo con el resto de bandas que me gustan. No me fijo en lo que están diciendo. Sin embargo, con este disco sí lo he hecho. No sé por qué. Con “Haunted House”, con “The Lord Has Come Back Today”… sí que me he fijado, y creo que Charles (Black Francis) ha hecho un trabajo muy inteligente.
En “Dregs Of The Wine” canta eso de “mientras yo siempre preferiré la versión original de “You Really Got me”, ella se desviará a la de Van Halen”. No suele haber menciones a otras bandas en vuestras canciones.
Creo que es una broma sobre otra persona. Por cierto, que yo tengo aquí un piano en casa, entre muchos otros teclados, que perteneció a Ted Templeman, quien fue el productor de los primeros discos de Van Halen. Yo no soy fan de Van Halen, desde luego. Pero este piano es de 1982, y no hace falta ser fan para saber que lo utilizaron cuando hacían "Diver Down" (1982). Venga, este es mi pequeño tributo a Van Halen (risas).
“The Lord Has Come Back Today” dice “línea favorita de una canción que te trasladará atrás en el tiempo, inesperadamente y a negro” (“out of the blue, into the black”). Entiendo que es un guiño a Neil Young.
Apostaría a que sí, porque él siempre fue muy fan de Neil Young.
Entiendo que la guerra que menciona en “Thunder and Lightning” no tiene nada que ver con una guerra real, por mucho que el disco se grabara en febrero, que fue cuando estalló lo de Ucrania.
No creo que tenga nada que ver porque las canciones se escribieron antes, y además tampoco le pregunto por sus letras. Sé como escribe, pero prefiero que sigan siendo un misterio para mí.
Pasáis muchísimo tiempo juntos, de gira. ¿Cómo lo hacéis para que la convivencia no se vea dañada?
Nuestra última gira fue la más larga que hemos hecho nunca, tres meses seguidos, algo que nunca habíamos hecho todos juntos. Lo único que puedo decir es que somos más viejos y más sabios. Nos llevamos muy bien, más aún desde que entró Paz (Lenchantin), y tenemos diferentes personalidades, lo suficiente como para no salir juntos siempre a tomar algo. Respetamos nuestro espacio vital, no resulta difícil mantener ningún equilibrio porque todo es muy cómodo, siempre hay momentos para que cada uno haga cosas por su cuenta. Y como hemos hecho esto muchas veces antes, sabemos cómo debe funcionar. Ya te digo que somos más viejos y más sabios.
Habéis tocado ya algunas de estas canciones en directo. ¿Notas alguna reacción particular, algún feedback por parte del público, o estás tan concentrado en lo tuyo que ni reparas en eso?
Hemos tocado tres o cuatro de las nuevas en los últimos tres meses. Pero lo más interesante de todo esto es cómo nuestro público se ha hecho más joven desde 2004. Seguidores que ni siquiera habían nacido cuando empezamos. 18 años después, es lo mismo. Nunca había visto tanta gente joven en nuestros conciertos como en los últimos tres meses. Es surreal. Por supuesto que hay gente de nuestra edad, pero también chavales que se han criado escuchándonos a partir de 2004. Y esos son los que se saben el nuevo material y lo cantan. Es algo maravilloso. Muy bonito de ver. Un contingente distinto. La gente de nuestra edad solo quiere escuchar el material viejo, mientras que estos puede que ni lo conozcan bien. Nos sentimos afortunados.
¿Cómo os sentís cuando tocáis en España? ¿Crees que el público es distinto en algo al de otras latitudes?
Hay ciudades que están acostumbradas a ver a todo el mundo en directo, como Los Ángeles, y es como si nada les impresionara ya. Estoy generalizando. Pero en lugares como España, Francia o Reino Unido es diferente. Notas una excitación distinta a la de muchos lugares de los EE.UU.
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