Pletórica por la acogida que está recibiendo su nuevo trabajo, Maika Makovski nos desveló la génesis del cambio experimentado por su música. “Sentía la necesidad de cambiar, porque lo que hacía ya no me estimulaba igual. Lo forcé y, por supuesto, salieron canciones forzadas. Pero con el tiempo ocurrieron cosas, pasé por un periodo de crisis personal y, al final, la música surgió de esa conjunción: el cambio musical que me pedía el cuerpo y un cambio personal”. Curiosamente, esos sucesos vividos han pesado incluso más que la música escuchada. “Tenía en la cabeza conceptos: la espiral, la repetición, el hombre de las cavernas, el color negro… Son puntos de referencia, pero al final la música va dónde quiere y lo que escuchaba no tenía nada que ver”. Con todo, algo como trasladarse temporalmente a Nueva York puede convertirse en una banda sonora casi inconsciente para las propias experiencias. “Creo que vivir allí sí fue una influencia, como todo lo que haces en la vida. El tema ‘No Blood’ tiene un aire a Brooklyn. No escucho hip hop, pero supongo que actué de esponja de alguna forma, simplemente por andar por la calle y oírlo a todas horas. El tema no es hip hop, pero tiene algo de ese mundo. Y eso lo hizo Nueva York, no lo hice yo”. Una vez creada la música, llegó la hora de inmortalizarla. Y para ello, nada mejor que contar con John Parish, conocido ante todo por producir a PJ Harvey. “Todo sucedió de forma muy natural. Cuando las canciones ya no eran de transición ni forzadas, fui viendo su valor. Eran más sinceras que nunca. No es que antes fuera teatro, es que ahora eran igual a cero personajes. Me planteé grabar aquí en un buen estudio, pero entonces surgió lo de John”. Siempre se ha comparado a Maika con Polly Jean, por lo que parecerá que la mallorquina (de padre macedonio) ha buscado profundizar en ese paralelismo. “En absoluto. Mi ex mánager contactó con él sin yo saberlo y al principio me chocó, pero lo pensé, vi que era el productor perfecto para el disco y que la lluvia de comparaciones la debo tomar como un daño colateral. Me molesta hasta cierto punto, pero no dejo que me afecte. Lo importante es que me sienta orgullosa del disco”. De ahí que se dirigiera con su banda (ampliada a cuarteto) hasta Inglaterra, para trabajar con un hombre para el que no tiene una sola palabra de desaprobación. “John ama la música, no la fama. Participa en muchos proyectos simplemente porque le gustan. En nuestro caso fue preguntando en su entorno y nadie nos conocía hasta que habló con Howe Gelb. De todas formas, ya nos había dicho que sí con anterioridad. Es muy dulce y es muy fácil trabajar con él. Se implicó totalmente en el proyecto”. Además, la proyección internacional de este álbum no termina en su productor. “En Inglaterra lo editaremos con Outstanding, que es una discográfica pequeñita. En Estados Unidos y Europa tenemos agencias de promoción, pero discográfica todavía no. La promotora europea lo está haciendo muy bien, porque ya sonamos en la BBC 6. En cuanto al directo, tenemos ya algunas fechas en Londres, Chicago, Nueva York y Austin”. Afortunadamente, esta repercusión en el exterior no será obstáculo para una gira española que, según apunta Maika, les llevará por primera vez a varias zonas de la península, como por ejemplo el sur del país. “Tengo muchas ganas de tocar en España, porque aquí es donde la gente ha estado esperando. En Barcelona, nuestra ciudad, no actuamos desde hace mucho. Me gustaría que fuera ya, pero por lo visto habrá que esperar hasta mayo”. Por último, una advertencia: que nadie espere encontrar en sus conciertos muchos guiños a tiempos pasados. “La evolución ha sido tan radical que no es nada fácil por ahora incluir esos temas. Quizá en el futuro haga algo que consiga ser el pegamento para esas canciones anteriores. Es como la adolescente que no quiere ir de rosa, porque le parece que eso es de niña, y cuando llega a la madurez, dice: ‘¿por qué no voy a vestir de rosa?’”.
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