Hubo un principio y un lugar. El principio es, en una década recién estrenada, una banda llamada Uncle Tupelo. El lugar Belleville (Illinois) en el profundo corazón de la América rural. Uncle Tupelo está integrado por Jay Farrar y Jeff Tweddy, dos jóvenes, en aquellos tiempos colegas, con el suficiente envite creativo para dejar una excelente colección de canciones a lo largo de tres Cd’s, que aportarán una visión distinta a la vieja y caduca música tradicional americana. De la colisión entre el country, el folk y cierta forma furiosa de entender el rock, surge el sonido de Uncle Tupelo. Sin embargo el reconocimiento masivo no acaba de llegar. Han editado tres discos y las, cada vez mayores, diferencias de criterio entre ambos hará imposible la continuación del proyecto. (Jay) «Creo que básicamente había demasiadas canciones para ser un grupo, así que Jeff y yo decidimos crecer por caminos diferentes». Así de conciso se muestra Jay Farrar cuando le pregunto sobre el porqué de su separación. Se nota que no quiere hablar del pasado.
Han transcurrido casi cinco años y acaba de editar «Wide Swing Tremolo» , el tercer trabajo de Son Volt, su banda actual, de la que es líder absoluto. Un tercer álbum que pretende ser un peldaño más en busca de una quimera, de un imposible. Jay concentra su indudable talento en lograr la perfecta relectura de la música tradicional americana. Pero se concentra demasiado en la técnica, olvidándose de la imperfección de las emociones. (Jay) «Lo que hace diferente a este disco de los anteriores es que se ha producido un acercamiento diferente, una forma distinta en la manera en que lo grabamos. Le hemos dedicado mucho más tiempo a la grabación, trabajando mucho con la instrumentación y las voces». Una búsqueda tan exquisita de ese sonido, que ha provocado la utilización de hasta tres ingenieros de sonido distintos según fuera el tema. (Jay) «Quisimos traer a otra gente para que nos dieran otros acercamientos y ver lo que podían aportar a los temas. Tenía curiosidad por ver que podían hacer con algunas de las canciones».
El resultado es un disco de una belleza inocua, de una perfección aséptica, de una profundidad artificiosa. Muy alejado del imberbe y desafiante desparpajo de sus inicios. Desde luego que el resultado tampoco satisface a su creador, puede contentarle, pero no satisfacerle. La satisfacción es el regocijo de los mediocres y hay que seguir con la misión, con la búsqueda. (Jay) «No puedo pensar en términos de disco favorito, de hecho no tengo ningún álbum preferido. En realidad de lo que se trata es de seguir, de continuar, de haber sacado otro disco y luego otro». Así es Jay, hay que seguir. El reloj en su insolente avance nos va situando y tú y tu banda cada día estáis más alejados del estribillo pegadizo, de la melodía chicle. Eso es algo que no te interesa, que mejor se lo dejas a Golden Smog, esa macrobanda formada por tu antiguo colega Jeff Tweddy, también líder de Wilco, por Gary Louris y Marc Perlman de Jayhawks y Dan Murphy de Soul Asylum. (Jay) «¿Si formaría parte de Golden Smog? Ah, (risas), tendré que esperar a que me lo pidan porque no lo han hecho. Todavía no he podido escuchar lo último que han hecho, pero me gustan».
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