En los proyectos de Pedro de Dios, tanto con Guadalupe Plata como Pelo Mono y anteriores bandas, además del blues pantanoso y otras variantes llameantes, siempre han serpenteado las influencias culturales de su tierra, latiendo fuerte el flamenco. Y es que, como dijo una vez su otra mitad en Guadalupe, Carlos Jimena: “El blues y el flamenco hablan de lo mismo, de las penas y las alegrías, y lo hacen con mucho sentimiento”.
Fusión de blues y flamenco en el disco, “Cantes malditos” (24) y todo cerca del camposanto, bajo la afilada guadaña que caracteriza la música y el universo de Pedro de Dios: “Tengo una atracción extraña hacia estas cosas, igual que la música que más me gusta es la que más me duele, entonces era inevitable. Además, a mí, la parte que más me gusta del flamenco, quizás sea la más áspera, los cantes con dolor, con profundidad. Tragedia y pena, mi especialidad”.
“Yo me he emocionado mucho con Perico, como él conmigo, y de ahí han surgido los temas"
Una suerte de unión que surge gracias al productor y amigo común José A. Sánchez: “El proyecto viene un poco de la idea que tenía yo de hacer un disco con Antonio, porque me parece un artista fantástico, de flamenco jondo, y después, como somos vecinos Perico y yo, allí en el barrio, pues se me ocurrió la idea de juntar las dos esencias de blues y de flamenco, a la vez, que podían funcionar. Y con esa idea de buscar lo más jondo de cada cultura, que están muy enraizadas y que tienen muchas similitudes, pues de ahí surge todo un poco”.
Cantes malditos que se han fraguado de una manera natural, “tan sencillo como ponernos a tocar. Antonio plantea un cante y yo planteo una guitarra que acompañe ese cante y así, paso a paso, hemos ido formando las canciones. Quizás las letras también han sido las que han ido mandando un poco, la búsqueda de esas letras que Antonio conoce tan bien, han ido generando ese tipo de canciones y conceptos”. Con el latido de lo auténtico como única guía: “Yo me he emocionado mucho con Perico, como él conmigo, y de ahí han surgido los temas. Respetando siempre las bases, los cánones del cante. Se trata de hacerlo con todo el sentimiento y con respeto, lo que nace del corazón”.
Un trabajo sin referentes claros a la hora de la creación, “más bien el fruto de nuestro bagaje, de nuestros gustos, eso es lo que hemos ofrecido. Ha sido un poco un salto al vacío”. Gustos que no pierden de vista las voces actuales, de Rosalía, “me parece que tiene un talento especial”, a “Miguel Poveda y Arcángel”, en el caso de Antonio, aunque “me desboco más por los cantes antiguos, la verdad”. Y en el caso de Pedro: “a mí me encanta la Paquera de Jerez, Antonio de Mairena y, por ejemplo, el Niño Miguel, me fascina ese guitarrista. Y así más actual, Perrate, que hizo “Tres golpes” con Raúl Refree”. Y es que, aunque a Perico le corre por las venas los aullidos eléctricos de Hound Dog Taylor y Skip James, las raíces flamencas siempre las tuvo muy presentes: “a mi abuelo, por ejemplo, le gustaba mucho Juanito Valderrama, y sobre todo, gracias a mi prima que, cuando empecé a tocar la guitarra, pues ella se fascinó mucho con la música flamenca, y empezó a enseñarme algunas falsetas de soleá, de bulerías, y siempre he tenido ese gusto hacia esa música. Lo que pasa es que es verdad, que igual en la adolescencia me dio la pedrá del rock y ahí quedé un poco abducido. Pero aun así, siempre que escucho o tengo oportunidad, es una música que me pone los pelos de punta. Y la verdad es que esta era una oportunidad para desarrollar más ese lado, una suerte”.
Antonio Fernández demuestra su dominio y amor por el cante en cada interpretación, con la escuela de Graná bien interiorizada y con Enrique Morente y su espíritu libre en el aire: “Enrique ha sido también en parte mi maestro, he estudiado mucho de él, me ha dado muchos consejos, lo tengo siempre muy presente, tanto en el disco como en los conciertos que hago”.
Letras antiguas que parecen haber nacido para que este casamiento entre blues y flamenco se consuma felizmente en el inframundo, con un regusto fronterizo que mezcla y funde a la perfección: “me daba a mí la sensación que las guitarras fronterizas y esas tesituras flamencas se agarran muy bien, como pan con jamón. Resulta como natural, esa es la sensación que tengo cuando lo oigo”. Con temas esenciales revisitados y filtrados por el quejío de Antonio Fernández, como “Al infierno que te vayas”: “Ese tema es que me flipa, lo hicimos con Guadalupe, y a mí me daba más morbo plantearla con esa voz flamenca, y a la vista está que son dos canciones diferentes, como complementarias. Y sobre todo porque esa falseta de “al infierno que vayas, yo me voy contigo”, me parece una barbaridad. Tiene de todo, tiene su demonio, tiene su apocalipsis”. Para terminar por cerrar la cancela del cementerio con la emoción a flor de piel y el corazón en la boca, bajo el redoblar de tambores en la milonga fúnebre por excelencia, “joder, “La hija de Juan Simón”, esa canción es la hostia”.
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