Pastis y pogo
EntrevistasThe Prodigy

Pastis y pogo

David Saavedra — 22-11-2004
Fotografía — Archivo

En su regreso a los escenarios Liam Howlett ha cambiado a Juliette Lewis por Keith Flint, quizás para recordar a la banda que, hace siete años, estuvo a punto de comerse el mundo. A propósito de "Always Outnumbered, Never Outgunned" (XL/Everlasting, 04) y de su gira por nuestro país, entrevistamos a Howlett telefónicamente.

Según el momento en que leáis esto, The Prodigy estarán a punto o habrán pasado ya por su más completa gira española, aunque con cambios de recinto a última hora en Barcelona (finalmente estarán en Razzmatazz 1) y Granada (estarán en la sala Fermasa), que evidencian que el tirón popular esperado no era para tanto. Unos días antes, Liam Howlett, el verdadero cerebro del proyecto, comentaba que sus tres primeras fechas (Estambul, Atenas y Rekjyavik) habían sido estupendas y se vanagloriaba en especial de un descubrimiento validado en directo. “Hablo de ´Warning´. Es una canción nueva, la más acelerada que hemos hecho nunca (166 bpm´s para los curiosos), una combinación entre punk-rock y drum´n´bass, y es el primer tema con Keith en la voz en mucho tiempo”. Howlett habla desde su coche, vía móvil con auriculares, mientras va de camino a su estudio en Londres, probablemente en el más estricto anonimato. Para la mayoría de la gente, no lo olvidemos, el icono y la imagen del grupo sigue siendo el siempre terrorífico vocalista Keith Flint. Para muchos, él es The Prodigy. Sin embargo, no interviene en ningún momento de este “Always Outnumbered, Never Outgunned”. “Tomamos la decisión de que no estuviera en el disco y recuperarlo para los conciertos. No queríamos convertirnos en una banda de versiones de lo que ya hemos hecho antes. Quien venga a vernos en vivo verá a Prodigy tal como nos conocía, con Keith y Maxim”.

"Para mí han sido siempre los Sex Pistols y Public Enemy las dos bandas que se me han venido a la cabeza al hacer música"

En algunas fechas de la gira está prevista incluso la presencia de Leeroy Thornhill, aquel impagable bailarín que ahora, sin embargo, prefiere ejercer como DJ. Los que no se espera que aparezcan son Juliette Lewis y todo el elenco de voces invitadas (Liam Gallagher, Ping Pong Bitches, Princess Superstar, Twista) en un álbum que puede parecer enormemente colectivo y que, sin embargo, es el trabajo más individual de Howlett como único componente real de The Prodigy. “Realmente disfruté haciendo este disco”, afirma. “Siempre dije que no quería que fuese la segunda parte de ´The Fat Of The Land´ (XL, 97). Creo que es un treinta por ciento Liam Howlett y un sesenta por ciento Prodigy. Tampoco creo que el que tengamos tantos vocalistas lo diferencie de otros álbumes nuestros, porque cambiamos las voces con samples y eso para mí tiene sentido”. Uno piensa en la proliferación de trabajos similares de rock electrónico con voces invitadas (de Death In Vegas a UNKLE) y piensa si Howlett ha decidido seguir esa estela, pero él lo niega categóricamente. “Para mí han sido siempre los Sex Pistols y Public Enemy las dos bandas que se me han venido a la cabeza al hacer música. Es cierto que este es un álbum de colaboraciones, pero las principales son Liam Gallagher, Juliette Lewis y Twista y el resto son típicos cortes Prodigy. Lo que quiero que quede claro es que Keith y Maxim no eran opciones para este disco. Cuando empecé a grabar las maquetas quería hacer algo más fresco y progresar, y ellos no encajaban en la idea que tenía, pero en el próximo álbum volverán a estar de nuevo”. ¿Sorpresa? “Una de las ideas interesantes era la de reconducir algunas de esas canciones al directo con ellos y luego quizás llevármelos al estudio para regrabarlas. De este modo el disco puede evolucionar a medida que se desarrolle la gira”.

"Si quisiéramos que el resto de la gente nos comprendiera seríamos una banda pop"

Curioso es, también, que entre los descartes figurasen sendas colaboraciones frustradas con Peaches y 3D (Massive Attack). “Teníamos un tema sin letra y pensé en ella”, comenta con respecto a la canadiense afincada en Berlín. “Me dio un par de ideas, yo compuse música, pero estuve esperando cuatro meses, luego se metió de lleno en su álbum y ya no nos quedaba más tiempo”. En cambio, sí llegó a grabar con 3D. “Es un buen tema y me quedé decepcionado de que no entrara en el álbum. Estaba por ahí, pero fue el corte más imposible de finalizar. Me volví loco, intenté retomarlo varias veces y, en un punto, cambié la música y quise cambiar la voz también. Estaba tan lejos de la grabación inicial que había perdido su encanto. Creo que deberíamos volver a la original y trabajar sobre ella. En algún momento la terminaremos”, afirma. Estamos hablando de la primera banda que hizo de la cultura rave y la música de baile algo asumible por el público rockero. “En 1996 y 97 lo más importante que estaba sucediendo era el brit pop, había un montón de bandas de guitarras por aquella época –explica Howlett desde la típica perspectiva ombliguista británica-, y Prodigy fue una alternativa, porque además manteníamos nuestra extracción underground. Creo que en toda nuestra trayectoria hemos mantenido nuestra música viva y hemos sido originales sin vendernos”. No obstante, han pasado siete largos años y un montón de cosas alrededor desde que el techno-punk incendiario de Howlett y sus secuaces asaltó la cima de las listas de medio mundo (fueron número uno en cuarenta países incluido España), pero su relevancia en el contexto musical actual parece mucho menor. El británico disiente y sorprende al aportar la teoría de que Prodigy todavía importa: “como forma de escape. Nuestra música es bastante agresiva y violenta y tiene una especie de mensaje político pese a que no somos una banda de rock, pero la gente viene a nuestros conciertos y sigue sintiendo ganas de bailar. Aún tenemos fans fieles y realmente fue la razón por la que empezamos a tocar: la gente necesita escapar de las cosas que están sucediendo y nosotros le ofrecemos eso”. El descenso en ventas y la gélida recepción del nuevo álbum por parte de la prensa especializada no parece darle la razón, aunque él relativiza este aspecto. “Hay gente a la que le ha gustado y gente a la que no. Está bien, porque al final del día sabes que no puedes contentar a todo el mundo. Yo sigo disfrutando cuando estoy en el estudio y cuando toco en vivo, y lo demás me importa una mierda, ¿entiendes?”. Quizás es que las expectativas eran demasiado altas tras el trallazo de su anterior disco y la larga espera. “Bueno, creo que es demasiado pronto”, replica. “Las expectativas realmente altas surgieron antes de editar el single de ´Baby´s Got A Temper´ (XL, 02), que fue nuestro primer regreso. Después de ello se volvieron muy bajas porque, especialmente en Inglaterra, nadie prestó atención a ese disco. Luego concebí el álbum como algo más underground, que fuera muy sólido y rítmico aunque no resultara tan comercial. La idea era buscar un método de trabajo independientemente de las expectativas y hacer un disco para moverse hacia delante. Nuestros dos primeros álbumes –“Experience” (XL, 92) y “Music For The Jilted Generation” (XL, 95) tampoco fueron comercialmente aceptados así que... siento como si me estuviera defendiendo pero, bueno, es así”. No obstante, los criterios para predecir un éxito de ventas a veces fallan. ¿O ellos esperaban ser, como sucedió con “The Fat Of The Land”, uno de los escasísimos grupos británicos que consiguió ser número uno en la lista de ventas de álbumes en Estados Unidos durante los noventa? “Absolutamente no”, dice Howlett. “Ya llevábamos años yendo a América, fuimos con todos los álbumes y percibimos perfectamente cómo despegó todo. La gente no daba una mierda por The Prodigy antes de ´Firestarter´, pero de repente la MTV la empezó a programar sin parar. Creo que ´The Fat Of The Land´ tiene cinco o seis canciones pero no era consistente en su conjunto”, prosigue. “Gracias al poder de ´F

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