Elegante, sofisticado, osado e impredecible, Füreder ha conseguido que, tras dos décadas de carrera profesional, su sonido sea internacionalmente reconocible gracias a una valentía creativa del todo particular. Valiéndose así de una alquimia imposible para lograr un camino de coherencia que convenza a los fans de la electrónica de medio mundo, el responsable por antonomasia de obras que nos trasladan a través de cabarets futuristas se embarca ahora en una extensa gira que le devolverá la energía y la cercanía de sus comienzos y que, por supuesto, tendrá parada en nuestro país.
Que esta gira comience en Linz, tu ciudad natal, parece ya indicarnos que éste no será un tour del montón.
Pues a decir verdad, la decisión de arrancar aquí la gira surgió de una forma bastante casual. Me encontraba precisamente en Linz, ensayando en un club en el que hice mis primeras pinchadas hace como veinte años, cuando los chicos y yo pensamos “¿Por qué no empezar la gira aquí?”. Ya sabes, para sorprender a la gente de mi ciudad natal y regalarles este momento. Así que prácticamente tomamos la decisión hace un par de semanas, sin demasiada previsión. Ir de gira siempre es increíble, pero como bien apuntas, esta gira no es una más. Un tour así merecía un gran comienzo. Además, vamos a intentar recuperar la intimidad en nuestros shows y volver a las raíces, por eso durante toda la gira tocaremos en recintos pequeños, permitiéndome así volver a estar cerca del público, como cuando comencé.
¿Sueles mirar mucho a tu propio pasado para inspirarte?
Lo cierto es que no. De hecho, odio comparar mi presente con cualquier logro que ya haya alcanzado en el pasado. Me gusta vivir en el ahora. Además, tengo la constante sensación de que acabo de empezar en esto. Sigo teniendo ganas de evolucionar, de aprender, de mejorar mi sonido… Siento como si mi carrera hubiese comenzado ayer mismo y yo siguiera teniendo 25 años. Lo cual no es cierto y realmente soy un puto viejo (risas), pero ya sabes a lo que me refiero.
"Vivo con la cabeza tan puesta en proyectos futuros que a menudo paso por alto o no valoro como debería ciertas cosas"
¿Qué te hace seguir sintiéndote como un artista novel?
La curiosidad. El principal ingrediente que le sigue dando sentido a mi sonido después de veinte años de carrera es la curiosidad. El hecho de seguir teniendo hambre de nuevos matices e influencias y seguir sintiendo interés y fascinación por aquello que aún no conozco. Todo eso es lo que hace que no tenga miedo a tomar direcciones impredecibles o decisiones cuestionables en mi música. Como artista tienes la obligación de sentir que estás continuamente creciendo, lleves en esto el tiempo que lleves. De lo contrario caerás en una rutina anodina que no aportará nada al mundo, y así están las radios generalistas, llenas de canciones idénticas que no suman y están condenadas a ser olvidadas.
¿Los fans te han apoyado siempre en tus experimentos?
Por supuesto que no. Hay muchos que me escriben cuando saco alguna canción nueva preguntándome “Marcus, ¿pero dónde coño te has dejado las trompetas? ¡Queremos nuestro electro-swing de siempre!”, y yo les digo, con todo el respeto, que como artista no puedo estar replicando la misma pieza una y otra vez. Estoy obligado a evolucionar, y mi labor aquí es transportar al oyente a través de una experiencia sonora nueva con cada disco. Si deciden acompañarme o no en ese viaje, eso ya es cosa suya.
De hecho, tu último álbum, “Moonlight Love Affair”, es un buen ejemplo de cómo has seguido innovando.
Recuerdo que cuando compuse ese disco estuve muy influenciado por el blues, la música disco de los setenta y hasta la música fílmica. Son elementos muy contradictorios entre sí, pero me sirvieron para nutrir las ideas que quería llevar a cabo, así que dejé a un lado el electro-swing porque sentía que no tenía demasiadas cosas que aportarme en ese momento y abracé nuevas vías. Y el próximo disco volverá a ser de nuevo otro volantazo y algo que el público no se espera, porque así es como debe ser esto.
Cuando hiciste la transición de pinchadiscos a conductor de una banda más convencional, ¿te preocupó que el fandom más canónico de la electrónica no lo entendiera?
Nunca me dio miedo de pasar de ser un simple DJ a ofrecer shows completos con banda, porque realmente siempre me he movido en esa escuela y lo he visto con bastante naturalidad. Te diré que llevar mi música a ese formato superior es también fruto de mi necesidad personal por compartir la felicidad del escenario con alguien más, no sé si me explico. Recuerdo que mis días como DJ eran bastante solitarios. Estás en lo más alto, haciendo que la gente vibre y se vuelva loca, y escasas horas después estás en tu habitación de hotel, solo y hecho polvo. Llegó un momento en mi carrera en el que supe que, si quería seguir haciendo esto, tenía que cambiar ciertos planteamientos. Con el tiempo descubrí que hay dos cosas que se magnifican cuando las compartes. Una de ellas es el amor y la otra el éxito. Por eso, y aunque el negocio de la música sea un territorio muy solitario, si eliges bien la compañía, el camino se hace menos duro.
Y además, el público agradece que la propuesta que se le dé sea más completa.
Exacto. Un concierto es cincuenta por ciento lo que escuchas y otro cincuenta lo que ves. La gente necesita estímulos allí arriba, en el escenario. Y más en los tiempos que corren, donde no somos ya capaces de mantener la atención ni cinco minutos. Imagínate que el show solo consistiera en verme a mí ahí, pinchando. Qué aburrido, ¿no? Con una banda te ganas a la gente de forma inmediata y consigues con más facilidad tu objetivo, que no es otro que lograr que el público olvide sus pesares durante al menos un rato.
"Con el tiempo he aprendido que es muy difícil separar la persona de la obra"
También se cumplen veinte años de que comenzaras a publicar tu música a través de tu propio sello, Etage Noir. ¿Nunca fue para ti una opción sacar tu música con un sello ajeno?
Claro que lo fue, cuando comencé en esto era lo que más ansiaba. Mandaba mi música a cientos de discográficas independientes que habitualmente seguía y de las que era aficionado. Pero todas me respondían diciéndome que mi música era rara, que mezclaba sonidos sin sentido y que tenía aún un largo camino que recorrer hasta encontrar mi sonido. Puedes imaginarte cómo de frustrante era eso para mí. Después de mucho peregrinaje, charlé con un amigo músico que me metió en la cabeza la idea de fundar mi propio sello con el que publicar mi música. Yo no sabía nada sobre el tema, era un submundo completamente extraño para mí. Solo quería producir mi música y que la gente la escuchara. Igualmente, me armé de valor y sin tener ni idea de cómo iba este negocio, me lancé a ello. Y créeme que no me arrepiento ni lo más mínimo. Años más tarde he hecho cosas para sellos grandes y multinacionales, ya sabes, canciones sueltas o colaboraciones especiales, y pude corroborar lo feliz que soy trabajando por cuenta propia. Ese mundo no es para mí, desde luego. Quizás le puede encajar a otros artistas y es muy lícito, pero eso de que alguien te diga cómo debes sonar o dejar de sonar cada determinados meses, ajustarte a las exigencias del público joven o ir a un determinado canal de televisión para promocionarte no es algo que vaya conmigo. La única recompensa que el arte tiene es la libertad, y si le quitas eso, éste pierde todo el sentido.
Recientemente has plasmado muchas de estas reflexiones en un documental, “Voodoo Sonic”. ¿Cómo fue para ti romper esa barrera y mostrarte más accesible y transparente que nunca?
Durante muchos años he querido preservar mi intimidad y que mi música y mi arte hablasen por mí, pero con el tiempo he aprendido que es muy difícil separar la persona de la obra y, a fin de cuentas, soy yo, con mis defectos y virtudes, quien da vida al personaje. La idea también surge de la necesidad de recoger ciertos momentos y recuerdos que son especiales para mí, con el fin de que estos no caigan en el olvido. Y si encima tienes la oportunidad de que un gran realizador como Mark Bernsteiner haga ese trabajo por ti, entonces sientes que has triunfado de verdad (risas). Viajó con nosotros durante un extenso tour por Estados Unidos, grabó muchas horas de vídeo y fue idea suya querer juntar todo ese material para armar un pequeño documental. Bueno, realmente ni siquiera me gusta llamarlo documental… Yo nunca le vi demasiado interés a la idea y siempre le dije a Mark que no creía que alguien pudiera sentir interés por mi vida. No hay groupies, no hay escándalos, no hay polémicas… Mi vida es muy aburrida, solo soy un tío que produce música y pinta cuadros. Pero él me convenció.
Bueno, también vemos a tu banda o a artistas como Bryan Ferry echándote muchas flores. ¿Qué pensaste cuando viste el documental por primera vez?
¡Que estoy demasiado gordo! [risas]. ¿Sabes? Hay una historia curiosa en torno a ese documental, y es que su grabación coincidió con mi divorcio. Para entonces, yo estaba completamente destrozado y enfrentándome a una batalla legal bastante jodida con mi mujer. Estaba hecho polvo. Y recuerdo que un día vino mi madre a verme, y cuando la pobre me descubrió así, totalmente fuera de mí, me convenció para que volviera a ver el documental y tratase así de subirme la moral viendo todas las cosas que habíamos conseguido en el pasado. La cosa es que cuando veo ese documental siento que todas esas cosas le pasaron a otra persona. Es como “wow, ¿tanta gente vino a verme?”, o “oh, es verdad, Bryan Ferry y Lady Gaga trabajaron con nosotros, no lo recordaba ya”. Vivo con la cabeza tan puesta en proyectos futuros que a menudo paso por alto o no valoro como debería ciertas cosas que he conseguido, así que supongo que este documental cumple una interesante labor en ese sentido.
¿Es complicado poner orden en tu vida y dedicarte a la música?
Es un tema delicado. He pasado por momentos de depresión muy fuertes y siento que, de algún modo y con el tiempo, he aprendido a cambiar mis prioridades para que esta profesión sea más llevadera, especialmente durante las giras. Lo que me ayuda mucho es hacer deporte, por ejemplo. Lo creas o no, llevo a mi entrenador de artes marciales a todas partes conmigo, incluso de gira, y entreno cada día. Salir al campo también me ayuda. Y por supuesto, pasar todo el tiempo que puedo con mi hijo, que es mi luz y me mantiene con los pies en la tierra. Cuando te dedicas a esto y tu ritmo de vida te obliga a estar siempre enérgico tienes que encontrar aquello que te haga sentirte anclado a la realidad, de lo contrario es muy fácil que se te vaya la olla.
Cerremos con esos proyectos futuros que has mencionado. ¿Son “Breathe” y “Future” probablemente los primeros pasos hacia un nuevo disco?
Lo son, y te puedo adelantar ya que estamos a punto de terminar el nuevo disco. Solo necesitamos depurar un poco los samples y estará listo. Su sonido volverá a ser muy jazzy y swing, pero también electrónico, y al mismo tiempo será diferente a lo que estáis acostumbrados a escuchar. La gente que venga a vernos a lo largo de esta gira podrá escuchar cerca de seis canciones nuevas, incluso sin estar éstas publicadas todavía.
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