¿PARA QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?
EntrevistasMetallica

¿PARA QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

Daniel Rabadán — 23-12-1999
Fotografía — Archivo

Han transcurrido ocho años desde que Metallica pasaron de ser los más grandes exponentes del impenetrable universo del thrash metal, a convertirse en un fenómeno mainstream que les ha hecho ganar cotas de popularidad inimaginables. Tras la torre de Babel de odios y pasiones que han levantado en los noventa, mueven ficha y cierran una etapa con «S&M», un doble álbum en directo, registrado junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco.

Los four horsemen parecen querer dar esquinazo a todos aquellos que se empeñan en hacer cábalas sobre la orientación del próximo trabajo en estudio del grupo. Metallica, acostumbrados a ponérselo «difícil a los fans», según James Hetfield, han echado mano de una fórmula sólo al alcance de los grandes nombres de la industria. Un proyecto, destinado a romper en las listas de ventas, en el que los retos y los riesgos que implica llevar a buen término una empresa de estas características, no dejan de ser eufemismos. «En el principio no parecía que fuese a ser muy bueno, no lo que es ahora. Las primeras etapas con Michael Kamen aporreando en el piano el contenido de una cinta nuestra en directo... no parecía que estuviese tocando las mismas canciones. Los ensayos con la Sinfónica llevaron quizá un total de cuatro horas, con lo que las dos noches del concierto fueron más largas que los ensayos en sí. Las cosas tampoco fueron bien en los ensayos. Las canciones sonaban bien pero el puente entre los extremos era lo más difícil. La orquesta está sobre la partitura y nosotros aquí y aquí (señalando su cabeza y su corazón)». «S&M» no deja de ser un movimiento extraño para un grupo que desde la publicación del «álbum negro» ha sido bastante prolífico. Extraño para los ingenuos en el sentido de que, a estas alturas, todo el mundo esperaba un directo convencional. «He de decir que la caja «Live Shit: Binge & Purge», es probablemente el material más de directo que jamás nadie haya querido escuchar, hay cientos de horas de música en vivo. No hay falta de material del grupo en concierto, bien sea pirata u oficial, pero queríamos hacer esto un tanto diferente. En América el DVD es muy grande, con él puedes ver diferentes planos con la mezcla que hemos hecho. También hay otra mezcla sólo con la orquesta y otra sólo con Metallica, por lo que puedes oír las nuevas canciones sin la Sinfónica. Si eres fan del grupo, es para ti y si eres fan de la orquesta, también es para ti». Pequeños lujos que devienen grandes tesoros al alcance de cualquier economía. Mientras que «Live Shit...» tenía un precio de venta al público que rondaba las catorce mil pesetas nada más salir y es ahora especia cotizada de alto valor entre los coleccionistas, el reproductor de DVD y los discos en este formato son inalcanzables para la mayoría de los mortales de a pie, por el momento. Tras el punto de inflexión que ha supuesto en las parcelas de lo profesional y lo personal del grupo la repercusión de sus últimos trabajos, la ocasión la pintan calva para hacer una valoración de lo que es a día de hoy la banda. «Metallica es honestidad y show business juntos. Y el poder es lo más importante, se trata de música poderosa. Adoramos el hecho de poder ir hacia cualquier lado, probar, hacer cualquier cosa. La libertad para ello es asombrosa, lo que es guay. Pero obviamente también están el osar y el confundirse, no hay nada malo en ello. Odiaría el hecho de acabar con Metallica tras más de quince años y pensar que deberíamos haber probado esto o aquello o no haberlo hecho porque algunos fans hubiesen dicho que apestaba. Morir con remordimientos, es lo peor que le puede pasar a cualquiera en su vida. Para nosotros, no arrepentirnos lo es todo». Tras haber gozado del favor y el arropo de la prensa durante los últimos tiempos, los mecenas del papel comienzan a cargar tintas contra los de Ulrich y compañía. Las críticas de sus intervenciones en los festivales de verano aconsejan, con no poca saña, una mayor cohesión y coherencia en unas actuaciones, donde las dos etapas en lo musical del grupo se antojan antagónicas e irreconciliables, por no hablar de la falta de espontaneidad que es ahora rutina y tedio, y que no encaja con el esquema de unos músicos cuyo directo gozaba de una irrefutable credibilidad. Un sentimiento cada vez más extendido entre los acérrimos con los que todavía cuentan, de entre los forjados bajo la sombra de su discografía de los ochenta. «La cosa no ha cambiado, siempre hay gilipollas (risas). Cualquiera puede decir lo que quiera, para eso está la libertad de prensa, pero sé que lo hacemos lo mejor posible sobre el escenario. No podemos complacer a todo el mundo, En tanto en cuanto sea bueno para los fans, es bueno para la banda. Nuestros seguidores no ponen mucha atención en ello y eso es lo más importante». Busquen, comparen y si encuentran algo mejor, cómprenlo.

«S&M» está publicado por Polygram.

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