Los títulos de Panellet siempre han tenido un punto exótico. Primero fue “Aloha” (16), luego “Sputnik” (18) y ahora es el turno de “Sayonara”. Hasta aquí siguen, de alguna manera, con el guion previsto. Mucho más llamativa es la inclusión de sintetizadores y otros elementos electrónicos en su fórmula a medio camino entre Ramones y la factoría Lookout! Records. “Tenemos las mismas referencias [que en nuestros inicios], pero nos hemos atrevido a hacer más cosas con el paso del tiempo. El primero era muy homogéneo, el segundo ya cambiaba bastante y este último es más heterogéneo”, aclara el batería, Xavi.
"Nos centramos en la gente que nos sigue. Y toda la que venga, será bienvenida”
En “Sayonara” ciertamente encontramos temas más festivos e incluso bailables, pero también los hay directos, con su velocidad habitual. Pero ¿de dónde vienen esos sintetizadores? Citan bandas estatales como La Casa Azul y La La Love You, pero tampoco esconden la influencia de los Weezer más cachondos, los del cacharrero “Ratitude”, por ejemplo. Ya advertimos esta incursión en el synth-pop a finales del pasado año cuando lanzaron un primer single, “La cançó d’un funeral”, una inspirada pieza que invita a bailar y llorar al mismo tiempo. “Estar triste es tan válido como estar alegre”, sostiene Pau, cantante, guitarra y principal letrista de la banda. “Escogimos esta canción como adelanto porque nos encanta y por llamar un poco la atención, volver con algo diferente, que no fuera más de lo mismo”, admite Xavi.
Después de trabajar en álbumes previos con sus admirados Èric Fuentes (The Unfinished Sympathy) y Santi Garcia (Ultramarinos Costa Brava), llama la atención que para este “Sayonara”, su disco más ambicioso musicalmente hablando, optaran por autoproducirse. “Estuvimos pensando si queríamos que alguien nos diera su punto de vista externo, quién, cómo, y finalmente hablando con Marc Bòria (estudios Labedoble), con el que ya habíamos grabado, nos acabó de convencer para tirarnos a la piscina y hacerlo nosotros mismos”, recuerda Xavi. Pudieron echarle más horas, tampoco tenían ninguna prisa, y eso hizo que la posproducción se alargara más de lo normal, principalmente para añadir esos teclados y sintetizadores con la ayuda de amigos como Gato (Guineu) y Berni Sànchez (Mishima).
A diferencia del anterior “Sputnik”, cargado de guiños a la televisión que habían mamado de jovencitos, a la cultura pop, en este nuevo disco no hay una temática clara, avanza Pau, si bien predominan los sentimientos en piezas como “T’estim” (dedicada a su pareja, de origen mallorquín), “Cada cop”, “Per molts anys” y la citada “La cançó d’un funeral”.
El inglés –el idioma de su anterior banda, The Holybuttons– se cuela por primera vez en un corte de Panellet, “Spin Around”, concretamente cuando canta Kody Templeman, el líder de Teenage Bottlerocket y The Lillingtons. Se hicieron colegas, recuerdan, cuando compartieron una pequeña gira por la península en 2018. “Cuando hicimos la canción vimos que el estribillo tenía un aire muy Teenage Bottlerocket. Fue muy fácil –continúa Pau–, porque le escribimos, aceptó y en dos días nos envió su parte”. Esta colaboración, como añadir elementos supuestamente más propios del pop que del punk, no persigue llegar a otros públicos o meter la cabeza en otros circuitos, aseveran los dos. Nunca se presentaron como adalides de ningún género en concreto. “Queremos hacer lo que nos apetece, esa es la gracia de experimentar y probar cosas nuevas. Si esto le gusta a más gente, genial, pero no buscamos eso. Nos centramos en la gente que nos sigue. Y toda la que venga, será bienvenida”.
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