“Almería es desoladora”
EntrevistasPalmeras Negras

“Almería es desoladora”

JC Peña — 14-12-2024
Fotografía — Cristina Meca & Rubén Carrillo

Así, en minúsculas, se presenta en sociedad esta joven banda almeriense que combina con sorprendente aplomo, apertura de miras y sobriedad, influencias del post-rock, el slowcore, el shoegaze y el hardcore. Su debut homónimo ha sido publicado por el sello barcelonés Aloud Music.

palmeras negras nació como proyecto unipersonal del músico y técnico de sonido Jesús Barrau, que en un momento decidió buscar más cómplices porque “era muy aburrido”. Él mismo se ha encargado de producir en su local, con notable solvencia técnica, las seis canciones que conforman este debut que destaca por los momentos de calma y tormenta, pero también por sorpresas que subrayan su falta de prejuicios. Además de Jesús, Chechu (Torres) y Víctor (Gutiérrez), se conectan por Zoom. No omiten realidades incómodas, como que en su ciudad –con la que no son muy benévolos–, no quede ni una sola sala en la que puedan tocar.

“No tenemos muchos de los manierismos del género”

“Realmente el grupo ya tenía música cuando era yo solo, pero eso lo hemos dejado un poco atrás. Ni siquiera se parece el tipo de música que hacemos. Cogimos el nombre y ya está. Era un proyecto que hice para aprender, tocar y grabar. Encontré a Chechu, y él encontró a un bajista, Diego. Grabamos un EP por probar, sin batería”, explica Jesús. “Después tuvimos varios baterías temporales que no acabaron de cuajar. Y sacamos ese EP un poco por ver cómo cuajábamos y nos compenetrábamos juntos”, completa Chechu. Aquello salió bien, y entonces dieron con Víctor, multi instrumentista de la ciudad que se atrevió con las baquetas. “En realidad somos cuatro guitarristas que nos hemos repartido los roles. Yo ni siquiera sabía cantar cuando empezamos el grupo. Al principio todo fue muy de experimentar”, sostiene Jesús.

En cuanto a las influencias, Chechu asegura que: “Cada uno tenemos influencias muy distintas. A algunos nos gusta más la música electrónica, Diego y Víctor son más metaleros, por así decirlo. Pero todas esas influencias han sumado mucho. Y tampoco nos hemos encorsetado en una sola cosa. Ha sido muy ecléctico. No tenemos miedo en ir más allá, o meter cosas que a priori no funcionarían. Lo que compartíamos más era el elemento de experimentación”. “También tenemos muchos puntos en común, pero porque nos gustan muchas cosas. Somos personas realmente abiertas musicalmente y compartimos nuestra situación vital en la ciudad. Todo eso te lleva a un mindset sentimental parecido”, aclara Jesús.

Les pregunto por la madurez que irradian estas seis canciones. Para Chechu el secreto está en “la cohesión de la producción. Y también que las canciones están bastante trabajadas en el local. Hicimos una criba, y las canciones que quedaron se trabajaron durante bastantes meses. Y en las mezclas se tomaron decisiones. Esa madurez viene de ahí, y también de mucha prueba-error. Llevábamos tocando un par de años antes de hacer este disco. Que entrara Víctor también nos ayudó un montón, porque tiene muchas tablas”. Por su parte, Jesús –que es técnico– añade que: “Yo me he encargado de producir y filtrar las ideas, organizando el caos sin miedo. Aparte de grabarlo y mezclarlo. Todo en nuestro local, que está en una nave gigante en las afueras de Almería. Grabamos de noche de las diez a las seis de la mañana, cuando no había gente trabajando en el polígono. ¿Cómo iba a grabar las partes más suaves con la sierra del carpintero que tenemos al lado? Y eso se refleja. Fuimos con mucha calma, porque no teníamos ninguna presión. Nos podíamos permitir tirarnos una sesión entera para encontrar un tono de bajo o de guitarra. Ahora, con los presupuestos que hay, una banda tiene que grabar su disco en tres días”.

“Queríamos que el disco sonara muy oscuro, no abrasivo”

No es común, en estos tiempos, tener el privilegio de “dejar las cosas macerar tanto a nivel de composición como de producción”, aunque Jesús insiste en que “Sabía cómo iba a sonar el disco, tenía una idea. ¿Qué coño voy a producir, si no sé a dónde voy? También es verdad que me tiré un mes mezclando, para hacerlo funcionar. Tenía en mente que fuera un disco muy oscuro, no abrasivo. Y fue muy complicado, un trabajo de artesanía. Claro, no teníamos problema de presupuesto”. Víctor admite que sus composiciones “beben mucho de altibajos, de las dinámicas”, pero tampoco quieren ser esclavos de una especie de fórmula asociada desde hace mucho tiempo al post-rock. “Se trata de contar una historia a través de la instrumentación. No sólo con las letras”. Eso, afirma Jesús, “es el ABC de la música post, pero nosotros no teníamos por qué conservar una literalidad absoluta, como pasa muchas veces. Nos daba igual ir saltando, porque en nuestra cabeza cobraba sentido”. La cohesión de las canciones, añade Chechu, es “más emocional. Eso nos ha llevado a mezclas interesantes, a ralentizar cosas y meter partes que son un poco abruptas… Eso forma parte de nuestro lenguaje. No tener miedo a estos cambios”. Jesús toma la palabra de nuevo: “Somos bastante jóvenes si nos comparamos con quienes hacen este tipo de música, y no tenemos muchos de sus manierismos. ¿Por qué no vamos a hacer algo? Hemos nacido en una época en la que quizá la música de guitarras no estaba en su punto álgido. Las etiquetas están para comunicarse, pero nosotros cuando componemos no estamos pensando en ellas”.

En la pieza “La isla de las flores” utilizan la voz en off de un documental de culto que muestra una realidad oculta inquietante. Ellos encuentran paralelismos con su ciudad. “Tienes delante un paisaje muy bonito, pero te das la vuelta y está lleno de basura. Almería es como ‘La isla de las flores’. Para pasar el verano está muy bien, pero en invierno es durilla”. La palabra es “desoladora”, aseguran.

El grupo recaló en el sello de la forma más inesperada. Jesús le pasó el disco a Manu Retamero, por su vinculación con los sintetizadores modulares. “A los dos días nos llamó Sergio de Aloud. Flipamos, porque es uno de esos nombres de referencia cuando hablamos de ese tipo de música. A Sergio [Picón] le encantó. Habíamos dicho entre risas que lo iba a editar Aloud, y de repente, de la forma más orgánica del mundo, que es como las cosas son más satisfactorias, sucedió. Sin ellos no habría ni vinilo, ni fechas, ni nada”. Hablando de fechas, ahora se centrarán en pulir su directo para que, según Chechu, "sea de la mayor calidad posible y que nos quedemos contentos”. Afirman que prefieren tocar poco en las mejores condiciones. Que se esté barajando su participación en festivales “bastante importantes” del año próximo –no me dan nombres porque entonces la cosa “se mufa”–, les abruma un poco pero también les llena de orgullo. “El trabajo da sus frutos, y eso es genial, mola”.

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