Outlaw Blues
EntrevistasPhosphorescent

Outlaw Blues

Héctor G. Barnes — 14-09-2010
Fotografía — Archivo

Bajo el atípico nombre de Phosphorescent, Matthew Houck ha entregado a lo largo de la última década un puñado de las canciones más vibrantes surgidas del suelo americano, una preparación para el volantazo de “Here’s To Taking It Easy”, un disco de aroma clásico y agridulce sabor a carretera.

La América profunda, entendida como un territorio poblado por muertos en vida y fantasmas evanescentes, ha sido el caldo de cultivo perfecto para dar salida a las inquietudes musicales de atormentados, y generalmente barbudos, solitarios. En ese panorama, Matthew Houck parecía el perfecto eslabón perdido entre Bonnie “Prince” Billy y Bon Iver, gracias a tres cuidados y parcos discos de levitación campestre. Esto hasta que Willie Nelson se cruzó en su camino, lo que le llevó el pasado año a grabar “To Willie”, un álbum homenaje al pelirrojo de las trenzas que, al mismo tiempo, significó un redescubrimiento por parte de Matthew de su propósito como músico y de la capacidad de sus compañeros de gira para explorar un sonido más panorámico. “Mientras escribía las canciones para este disco me di cuenta que tenía en la banda a toda esta gente con la que había grabado ‘To Willie’ y que me permitía aspirar a este sonido. Era el momento de hacer mi disco de rock clásico”. Un trabajo con el que puede sacar a la música de raíces de la preocupante dualidad entre el cliché del mainstream de Nashville y el, no por más reciente menos importante, cliché del country alternativo, anquilosado en una introspección y un minimalismo en muchos casos, más forzados que naturales. Houck aborda y actualiza la figura del outlaw, aquel movimiento que a mediados de los setenta significó una ruptura con el establishment country, encabezado por el ya nombrado Nelson, Kris Kristofferson y Waylon Jennings entre otros. “Lo interesante es ver cómo cuarenta años después de todo eso, aún permanecen vigentes, mientras que otros discos publicados hace apenas dos años ya suenan viejos. Personalmente no creo que sea un disco de country, pero entiendo que la gente lo piense. Tiene mucho que ver con el R&B de los setenta. No creo que haya tanta diferencia con un disco de The Rolling Stones, que también tocaron country. Me gusta la producción de esa época, lo que me llama la atención de ella es algo que se ha perdido con las técnicas de producción modernas, esa magia, el espacio que proporciona el sonido analógico”. Pero no nos encontramos ante un ejercicio de nostalgia ni de mera reivindicación, sino a la utilización por parte de un artista perfectamente consciente de formas y temas musicales pretéritos, generalmente menospreciados y olvidados, y abordados no sin cierta ironía, como en el tema que abre el disco, “It’s Hard To Be Humble (When You’re From Alabama)” (es difícil ser modesto, cuando uno es de Alabama). “Hay ironía, por supuesto. El título de esa canción proviene de la placa de una matrícula que encontré en una tienda de segunda mano. Hay varios modelos, cada uno con un pueblo de Alabama. Ya tenía escrito el tema, y cuando vi la pegatina supe que ese era el título”. Se trata de una canción que explota al mismo tiempo otro de los mitos tan caros a la imaginería estadounidense como es el del viaje, sus avatares y, finalmente, el tedio que el continuo movimiento puede causar, entre estallidos de vientos y pedal steel guitar que recuerdan a la frondosidad de la Rolling Thunder Revue dylaniana, una comparación que halaga enormemente al sureño. “Curiosamente, escribí esa canción en Europa, mientras estaba de gira. Por supuesto que al viajar he aprendido mucho, pero es una actividad bastante cansada, y hay una cierta alegría en el hecho de volver finalmente a casa y tener cierta estabilidad”. Que se lo digan al protagonista de “The Mermaid Parade”, pieza central del álbum que condensa en su narrativa varios de los temas del álbum. En ella, el protagonista, aislado en Nueva York, en su intento de reencontrarse con ex mujer en Los Angeles, termina finalmente vagando en el desfile carnavalesco de Coney Island. Los Angeles, una ciudad que parece ser un personaje central, signo de lo inalcanzable, a lo largo del disco, y que da título a la larga y eléctrica canción final. “Es una buena apreciación, aunque no podría delimitar un significado concreto de la ciudad. "Viví allí durante unos pocos meses, cuatro o cinco, pero la cosa no funcionó. No era la ciudad ideal que yo tenía en mente. Mudarme de Athens a Nueva York ha cambiado el punto de vista que tengo sobre mi música. Seguramente haya alguna conexión entre ello y mi evolución”. Un camino que si bien puede ser incomprendido por sus antiguos fans, también puede granjearle un importante hueco en el olimpo de francotiradores del country, a la izquierda de George Jones y a la derecha de Gram Parsons.

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