Otro rap es posible
EntrevistasEl Hermano L

Otro rap es posible

Joan Cabot — 13-04-2009
Fotografía — Archivo

Tras la separación de La Puta Opepé, El Hermano L ha vivido una época de hiperactividad, aprendizaje y soundsystems cada fin de semana, haciendo contactos y dando forma a un primer trabajo, “Malo hasta el hueso” (Coffy), que lo sitúa en primera línea del dancehall y el ragga nacional.

La Puta Opepé siempre fue una anomalía en el mundo del rap nacional: por su estilo, por su procedencia y porque siempre jugaban al despiste con álbumes conceptuales siempre publicados un año y medio antes de que el mundo estuviera preparado para escucharlos. Pasó con “Chanelance”, una obra maestra a reivindicar, y pasó con “El sistema”, su álbum de dancehall, que probablemente ahora encontraría un público más receptivo.

"Con este disco pretendo llegar a más gente, no sólo la del reggae y el rap"

Porque la escena del reggae, dancehall y demás ha dado un tirón en los últimos años, y parte de ese crédito le corresponde a El Hermano L, que tras la separación del grupo instaló su base de operaciones en Barcelona y se ha pateado media España acompañando a Nyabingi Sound y The Ranking Soldiers. “Malo hasta el hueso” es la crónica de ese viaje, su debut discográfico en solitario y, además, un disco que puede marcar un punto de inflexión en la escena por cuanto tiene de cruce de estilos, a caballo entre el rap y el dancehall. “Quiero pensar que todo cuaja, a pesar de ser un disco muy heterogéneo”, explica Juan Carlos Alonso, el hombre detrás del alias, aunque aquí todo el mundo le llama Alolo. “La primera idea que tuve del álbum era un poco diferente, pero tenía claro que quería juntar ragga con hip hop, hacer algo de dancehall y hacer reggae. Me lo he planteado como un viaje. He circulado por todo el país y trabajado con gente muy diversa”. La nómina de contribuidores incluye a Mycal Rose, miembro de Black Uhuru, Professor Angel Dust, Flavio Rodríguez y su ex-compañero en La Opepé El Charro de las Calaveras. “El reggae está creciendo. Ahora cada ciudad tiene su soundsystem, es un mundo muy competitivo”, comenta. “Campar por ahí, por todas las fiestas de mala muerte, te curte de muchas maneras, tanto en el plano artístico como en el empresarial. A la hora de salir ahí a hacer un buen show haya veinte personas o veinte mil, pero también a perseguir al tío para que te pague cuando te tiene que pagar. Hemos dado mil tumbos”.
El Hermano L ha acumulado una experiencia en los últimos años que ha venido a completar las dotes líricas ya contrastadas desde su época en La Opepé, además de haber explotado definitivamente esa pierna jamaicana que ya destacaba en sus primeras maquetas. En “Malo hasta el hueso” hay un poco de todo lo que siempre ha hecho, sumado a la experiencia de estos últimos años, que le ha permitido abordar temas y registros nuevos. “Hay un par de canciones que son en un plan muy serio, como ´Es lo más´, que habla del maltrato de mujeres y en la que no hay ironía por ningún lado, pero sí la hay en el título del disco, en eso de malo hasta al hueso que algunos se han tomado en serio. Siempre intento hablar sobre cosas concretas. A veces son más trascendentales, otras son cachondeo. Puedo ir de un extremo a otro, pero siempre soy selectivo. He aprendido a cuestionarme a mí mismo y a dejar que venga gente a meterme mano en el cuaderno, cosa que antes era impensable. Cuesta aceptar tus propias limitaciones. Me he dejado ayudar, que es algo que no sucede muy a menudo en el hip hop. Incluso los chavales que empiezan, no suelen dejarse guiar”.
Ahora toca salir de nuevo a la carretera a defender el álbum acompañado de The Ranking Soldiers, su banda de directo. “Con este disco pretendo llegar a más gente, no sólo la del reggae y el rap. Ese fue uno de los sueños de La Opepé, hacer buen rap, pero que pudiera gustar a cualquiera. Siempre he intentado hacer música inteligible”. E inteligente, hay que añadir. En realidad fue esa actitud de no tomarse nunca del todo en serio a si mismos lo que hacía de La Puta Opepé algo especial, dejar espacio a la ironía, incluso a la parodia. Al final sólo es rap, sólo es ragga, es música. Un tema como “Qué mundo” no va a hacer que los humanos dejemos de hacer el estúpido, pero algunas cosas hay que decirlas. Y si se dicen de forma convincente mejor.

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