“Cuando empezamos con la banda pensábamos más en el directo que en un disco. Queríamos hacer conciertos sin paradas, con momentos más ambientales o atmosféricos. Incluso jugando con medios audiovisuales que reflejasen los temas que tratamos. Cosa que por carecer de estos sólo pudimos hacer en nuestro primer concierto. ‘Imperivm’ es a lo que llegamos tras varios intentos de madurar el concepto”, explica Iván, guitarrista. No son los únicos en descargar toda la rabia contra la máquina norteamericana. Con semejante presupuesto los madrileños Sin Dios publicaron “Odio al imperio” en 2002. Pero el formato elegido para la ocasión -una sola pista que ronda los cuarenta minutos ininterrumpidos de crust metalizado y denuncia- rompe todas las pautas de vértigo y concisión propias del hardcore. “La grabación fue un poco estresante. Sólo teníamos pasta para una semana de estudio. Tuvimos que ponernos las pilas duramente. Mejuto grabó las baterías en seis horas enclaquetadas. Así que los demás fuimos detrás como el viento”. Un preludio, diferentes movimientos, y algunas guitarras de Carlos Santos (Sadman Estudios) conforman este manifiesto sonoro que se une a “Hambrientos de un sol distinto” (A Date With Elvis, 2005) y dos splits con This Thing Called Dying y Okban. Tras más de ciento cincuenta conciertos y tres giras europeas, en su última incursión foránea sufrieron un aparatoso accidente en Minsk (Bielorusia). “Nuestra furgoneta cayó por un terraplén al intentar esquivar otro coche. Hugo (guitarra) y yo sufrimos contusiones y cortes. Silvia (bajista) se rompió unas costillas. Nacho (voces) sufrió un neumotórax a consecuencia de que se le clavaron algunas en los pulmones. Mejuto quedó inmóvil de codos para abajo, con una vértebra aplastada y al borde de la muerte. Estuvimos unas semanas en Krupky con atenciones bastante precarias, pero con mucho apoyo, incluso de consulados y embajadas. Tras un tiempo y mucho esfuerzo Mejuto puede levantarse y dar unos pasitos”.
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