“Escucho la melodía, cierro los ojos y me inclino por un idioma u otro, es intuitivo”
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“Escucho la melodía, cierro los ojos y me inclino por un idioma u otro, es intuitivo”

Fernando F. Garayoa — 03-02-2022

Estos dos últimos años de pandemia han golpeado sin piedad a la música, pero, al margen del sufrimiento acumulado, también este tiempo de casi barbecho social nos ha dejado agradables sorpresas en forma de nuevas propuestas. Una de las más reseñables es Omago, grupo que editó a finales del pasado año su primer LP, “Ningún ser” (Oso Polita).

Aitziber Omagogeaskoa (voz y guitarra acústica), Iñigo Larrazabal (guitarra eléctrica) y Oier Aldekoa (bajo y teclado) conforman un trío que musical que bajo, la batuta de Jon Aguirrezabalaga (El Tigre Studios) han conseguido cuajar desde sus primeros pasos un sonido propio y reconocible. A un seminal EP, homónimo, le han dado continuidad con un álbum, “Ningún ser”, en el que conviven euskera y castellano, sostenidos ambos por la abrazable a la par que vital y sentida voz de Aitziber. Es ella, de cuyo apellido toma nombre el grupo, la que coge las riendas a la hora describir tanto el momento de la banda como su propuesta.

-Vista la experiencia que habéis tenido, parece claro que, en vuestro caso, no se puede decir que los concursos no sirven, ya que con The Great Barrier ganasteis el Villa de Bilbao y con Omago habéis hecho lo propio en el BBK Soinu Berriak.
Aitziber: Sí, pero las dos veces ha sido una sorpresa, y con Omago todavía más si cabe, ya que ni siquiera éramos un grupo. Nos juntamos porque los tres tocábamos en The Great Barrier, y no queríamos perder el contacto. Empezamos a ensayar y, como Jon Arrizabalaga es amigo nuestro, nos decidimos a grabar tres temillas que teníamos. Él fue el que nos apuntó al Soinu Berriak, fuimos… e imagínate la sorpresa, nos quedamos a cuadros. En el caso del Villa, ya éramos una banda más formada, pero tampoco nos lo esperábamos.

-Aitziber arrancó su periplo musical con Nun, en euskera, después probó suerte con The Great Barrier, en inglés, y ahora es el turno de Omago, en castellano y euskera, ¿cómo ha sido esa transición por los diferentes idiomas?
Yo empecé en euskera, de forma natural, porque la música que he escuchado ha sido, principalmente, en euskera y en inglés. Cuando se acabó la etapa de Nun, yo estaba en la escuela de idiomas, y decidí probar en inglés. Lo que sucede es que se nos fue de las manos, porque la banda se hizo más grande. Una vez acabada The Great Barrier, yo misma me decía: “Pero, ¡qué haces cantando en inglés!”. En qué estaría yo (risas). El caso es que, posteriormente, fueron unos amigos los que me incitaron a cantar en castellano. Al principio, al no tener unos referentes claros en castellano, no estaba muy convencida, pero me lancé a probar. Los temas que tenía, se los pasé a unas amigas y me hicieron las letras. De hecho, aunque ahora ya lo llevo mucho mejor, ha sido todo un proceso, y todavía sigo necesitando ayuda para las letras. Y para cantar también ha sido duro, porque yo me escuchaba como muy aldeana (risas). Pero ya le he cogido el gustillo y me gusta.

-Llegados a este punto, ¿qué es lo que inclina la balanza para que el tema sea en castellano o en euskera? ¿El momento de composición, la temática, la música…?
La melodía, la escucho y me suena más a castellano o a euskera. Yo compongo en ‘guachugüery’, es decir, no digo nada. A partir de ahí, cerrando los ojos y sin saber todavía muy bien qué decir, me inclino por un idioma u otro. Es un ejercicio bastante intuitivo.

-‘Mi voz’ y ‘Suerte’ son temas han saltado del EP al disco, ¿porque definían bien al grupo, por cariño…?
Nosotros no íbamos a sacar un EP, sino un disco. Pero, tras ganar Soinu Berriak, el sello Oso Polita se puso en contacto y nos lanzó la propuesta. En ese momento no teníamos temas suficientes como para grabar un álbum entero, por lo que se decidió sacar un EP con cuatro canciones, aunque teníamos alguna más. Además de las que citas, en el EP también estaba ‘Bakarti koldarrak’, que luego incluimos en el disco pero con otro título, ‘Aquí y allí’, y otra letra diferente en castellano, vamos que no es una traducción. De hecho es la primera canción que hicimos en castellano.

“Jon siempre ha conseguido mejorar todas las canciones que le hemos dado, es como si te abriera una ventana que tú desconocías: es aire fresco”

-En Omago se dan cita varios binomios ‘opuestos’, uno especial e interesante entre la orquestación, aunque esta sea digital, y los sintetizadores, y otro, el que se produce entre esas canciones más bailables, como ‘Flores’, y las más pausadas, como ‘Jantzita eta josita’ o ‘Egiak’. Es como si el grupo tuviera dos caras que ofrecer…
Sí. Lo que sucede es que cada uno de los tres somos de un padre y una madre, y eso se traduce en que cada canción digamos que toma el camino que marca el que la ha dirigido o creado. Al margen de esto, Jon nos ayudado mucho con el tema de sintetizadores y ha metido bastante mano. De hecho, yo siempre volvería a trabajar con Jon, porque es una persona que siempre ha conseguido mejorar todas las canciones que le hemos dado, es como si te abriera una ventana que tú desconocías: es aire fresco.

-Estas dualidades se reflejan incluso en alguna letra, como en ‘Miedo’ (“no tengo miedo” y “hoy tengo miedo”).
Es una canción que habla de una amiga mexicana, que vino aquí dejando todo y se casó con un chico. Al tiempo se separaron y ella se quedó sin nada. Es el reflejo de cómo se sentía, soy valiente para dar el paso, pero luego da miedo.

-Si algo caracteriza a Omago y lo hace reconocible es la voz de Aitziber, lo que nos lleva a preguntarnos, ¿cuál fue el motivo de incluir una canción instrumental, ‘Guda hasi da’?
Larra (guitarra) y yo hicimos un viaje al Cáucaso (Georgia) hace unos años. Aprendimos mucho de la historia del país y esa canción la compusimos allí. Pero no sabíamos cómo cantarlo, ni cómo reflejar lo que había pasado y lo que habíamos vivido, así que Larra decidió que fuera instrumental, algo que no habíamos hecho nunca. Queríamos una canción que fuera épica pero también conceptual y actual.

-Es casi inevitable hablar de la pandemia. En vuestro caso, además de provocar el aplazamiento de la salida del disco, ¿de qué manera ha afectado a vuestros planes de presente y futuro?
Prácticamente todos los conciertos que teníamos se han suspendido. Pero yo siempre digo que, a mal tiempo, buena cara. Así, cuando íbamos a sacar el disco en marzo de 2020, ‘Egiak’ y ‘Aro berri bat’ no existían, son canciones que se han hecho en pandemia. Hemos tenido la suerte de poder componer durante este tiempo y ahora nos hemos quedado mucho más contentos con el disco.

-Uno de los lujos del disco es la colaboración de Nacho Vegas en ‘Ningún ser’. ¿Cómo aconteció?
Fue Oso Polita quien comentó que le gustaba la banda y que se le podía preguntar. No tenía porqué hacerlo y sacó tiempo para ello, así que súper contentos.

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