"Nunca hemos vivido del elogio"
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"Nunca hemos vivido del elogio"

Yeray S. Iborra — 06-05-2013
Fotografía — Archivo

Cuando leáis estas líneas su nuevo largo tal vez ronde lo más alto de las listas de ventas y Spotify os haya emitido un explicito: “se te han agotado las horas”. Sí, las habréis empleado en “Atletes baixin de l’escenari” (Fina Estampa/Warner, 13). Mientras escribo, tanto el grupo como yo andamos descubriendo el disco. Advierto, costará de primeras. Ya sabéis, Manel no son de copiar y pegar.

“’En aquest disc hem recurrit…’”, Roger Padilla (guitarra) anda contestándome la primera pregunta. Él no sabe que, sin querer, ha empezado una guerra ortográfica. “‘¿’Recurrit’?’”, interrumpe Guillem Gisbert (voz). “¡Esa palabra no existe en catalán!”, ríe Martí Maymó (bajo). A Gisbert le falta tiempo para consultar su móvil y sacarnos de dudas. Arnau Vallvé (batería) le recuerda que estamos en una entrevista. Pero no, no puede esperar. Esta suerte de anécdota podría explicar el techo de perfeccionamiento que el grupo busca en cada cosa que hace. Eso no ha remitido, pero otras cosas sí han cambiado des de “Els millors professors europeus” (08). “Del primero al tercero ha desaparecido el ukelele, los arreglos de cuerda. Queremos seguir sorprendiéndonos. En el primer disco nunca habíamos utilizado una fanfarria… pero ahora hemos de tocar otras teclas”. Y vaya si las han tocado. Este “Atletes baixin de l’escenari” ha sacado a relucir ‘so laietà’, pop y, indudablemente, su lado más eléctrico. Convirtiéndolo en un disco más, más… ¿estándar? “Tiene un punto más convencional, pero en nuestro caso era estimulante porque no lo habíamos hecho nunca. Sí, no pasa nada por decir que es un disco de arreglos clásicos”, asume el cantante. El grupo lo achaca al método de composición y grabación, del que sólo han participado ellos. “En los otros discos recurríamos más al ordenador y añadíamos capas y capas. Esta vez hemos tocado más las canciones antes de grabar, teníamos una parte del cerebro que nos paraba cuando nos venían unos violines a la cabeza” (ríen).

Como ya pasó con “10 milles per veure una bona armadura” (11), el largo requiere de escuchas para calar en el oyente. Los temas de Manel andan tan sumergidos en el imaginario colectivo que cualquier material nuevo se ve como una amenaza. Pero no os preocupéis. De una tacada exclamaréis: ¡pero si hay estribillos! (“Teresa rampell”). Poco a poco los temas de riffs más contundentes os asaltarán, dígase “Mort d’un heroi romántic”. Finalmente su folk mutado y vitalista os llenará: todos los elogios para “A veure què en fem”. Manel han abandonado la fábula y las leyendas para centrarse en los puntos de vista. A base de densidad narrativa, claro está. ¿El mensaje de los temas? El más universal e “indispensable de la tradición popular” (comenta Gisbert): el amor y las relaciones personales, véase el alegato de “Ai, Yoko”: “ai”, significa amor en japonés. Comentan que “cada tema hace la guerra por su lado” y, como de costumbre, cualquier referencia a cuestiones socio-políticas, casualidad. Y no, ni tan sólo “Un directiu em va acomiadar” (un directivo me despidió) se empapa de la realidad social… “Siempre nos lo preguntan a nosotros, pero… ¿Antònia Font? ¿Otros grupos? No creo que sean más sensibles a la canción política. Y no, no es una cosa intelectualizada, ni tiene intencionalidad escapista. No sé hasta qué punto puedes escribir sobre lo que quieres… Hostia, realmente lo que se te pasa por la cabeza caminando por la calle, insisto, puedes elegirlo hasta cierto punto, ¿no?”, redunda Gisbert sobre un tema que excita al cuarteto.

Manel andan con la lengua especialmente suelta: cada pregunta les acerca un poco más al neonato. Ellos son los primeros sorprendidos de las impresiones de la prensa y necesitan perspectiva después de los meses en el estudio. En general, dicen poco, pero lo que dicen se mira y remira. En tierra de Guardiola, el cuarteto son un fenómeno mediático y cada paso que dan en la red arrastra a medios y público. Algunos ejemplos: todos quieren encontrar más allá en el título -que Guillem Gisbert califica de “simpático y gratuito, un capricho”-, ya los han tachado de copiones por ese amarillo intenso a lo “Little Miss Sunshine” o “Utopia” de la portada y, cómo no, su primer video se ha comparado con el “Harlem Shake”, que ellos -aseguran- desconocían. Yo me pregunto, ¿está sobredimensionada la marca Manel? “Sí, tenemos treinta temas y nos vemos contestando y analizando más de la cuenta algunos aspectos. Nosotros tenemos entre manos una cosa tan poco importante como canciones”, cuenta Roger Padilla, preocupado. No disertaremos ahora sobre el poder del pop pero tanto comentario cómo mínimo les pondrá la mosca detrás de la oreja, ¿no? Ni presión, ni miedo al abismo. “Nosotros siempre tenemos la sensación de partir de cero, cuando coges la guitarra nunca sabes si volverás a hacer algo que guste. Además, como dice Arnau, nunca hemos vivido del elogio. Cuando no lleguemos a tanta gente será culpa nuestra”, zanja Gisbert. A la espera del juicio del público, con una escucha atenta, una cosa está clara: “Atletes baixin de l’escenari” volverá a subir al cajón, os dejo a vosotros decidir en qué lugar del podio lo colocáis.

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