Es un domingo cualquiera de diciembre, y varios miembros de la redacción de Euskadi nos desplazamos con ciertas dificultades de orientación hasta un idílico paraje perdido en plena naturaleza, un pueblo navarro recóndito que alberga un caserío-estudio de grabación que está siendo testigo de excepción de algunos de los mejores discos estatales de los últimos tiempos: no es otro que el prestigioso Katarain, sede habitual del mago de la producción que es Kaki Arkarazo (Chucho, Fermín Muguruza, Amparanoia, Hank...). Allí se encuentran unos relajados Manta Ray, ultimando las mezclas finales de su nuevo álbum «Esperanza», el sexto en su carrera si contamos sus tres discos en solitario, su álbum compartido con los franceses Diabologum, su disco junto a Corcobado y el disco de remezclas hecho por el sello Cosmos. En primicia absoluta (gracias por el detalle) escuchamos, recién terminado, su nuevo álbum. Todos nuestros esquemas previos y nuestras apuestas se desmoronan cuando advertimos un nuevo giro estilístico en la música de un grupo que asume el riesgo de una forma sorprendentemente natural: como contrapunto a sus discos pasados (y en especial al etéreo y, por momentos, denso «Pequeñas Puertas...») encontramos nuevas texturas de todo tipo: desde matizados arreglos de cuerda, pasando por pianos jazzies, pasajes funky, piezas hard rockeras, samples de Robert Johnson (!), reminiscencias oscuras de su disco anterior, para desembocar en una larguísima pieza que termina de forma ampulosa, con una sección de cuerda alcanzando una especie de clímax final. El sonido nos deja noqueados, y como no tenemos tiempo material para entrevistarles adecuadamente, nos citamos en Xixón unos días más tarde. Allí, Xabel Vegas (batería) y Nacho Álvarez (bajo) atienden a un exhaustivo cuestionario que recoge el pasado, presente y futuro de una banda que en cada nueva entrega sorprende por ir todo lo delante de ella misma que le resulta posible. No pueden estar José Luis García (guitarra y voz) y Frank Rudow (teclados, sintetizadores y percusiones), como tampoco está Nacho Vegas, que ha dejado recientemente la banda, para embarcarse en su proyecto personal Diariu. Los Orígenes: Negación De Una EscenaCorría el año 1994, y los cada vez más seguidores del llamado rock independiente en España, (término devaluado posteriormente hasta términos insospechados) género en franca expansión por aquel entonces, se daban con un canto en los dientes por la enorme proliferación de bandas hechas a su medida: en castellano, en inglés, de corte más tradicional, más modernas, más poperas, más noise, con estribillos, sin ellos, con directos impecables o infames, mejores, peores... todo cabía en ese cajón de sastre tan sabiamente explotado por los medios de comunicación. En este contexto surgió en Xixón una nueva banda que comenzó a darse a conocer al año siguiente, tras la publicación de su primer Lp homónimo para el sello Subterfuge, álbum encuadrado inicialmente en la escena independiente citada anteriormente. Ellos discrepan, por supuesto. «Todo eso fue un invento de la prensa. Desde un primer momento nos sentimos al margen de esa supuesta escena. Muchos grupos eran meras copias de otros ingleses y americanos (cosa que nos parece bien: allá cada cual con su música). Nosotros no queríamos ser incluidos en ella». ¿Ni siquiera en el Xixón Sound? «Mira, ese término sólo sirvió para dar el nombre de la ciudad: Xixón. Nada más. No había un hilo conductor que uniese a todas las bandas». Y es que, pese a una producción de Paco Loco orientada a parámetros más noise, había algo en la música de Manta Ray que demostraba que buscaban explorar sonidos distintos a los de toda la vida. Y por supuesto, canciones que empezaban a marcar las diferencias, como «Tin Pan Alley». Lo que no está tan claro es si la producción les satisfizo al cien por cien, a lo que Nacho responde con diplomacia. «La verdad es que hubo canciones que podían haber quedado mejor, pero sin embargo otras como «Tin Pan Alley» o «Adamo» quedaron mejor de lo que creíamos. Cada disco recoge un momento, y ese, con sus imperfecciones, también lo hace». La Consagración: Del Cielo Según Corcobado A Las Pequeñas Puertas Tras el aluvión de excelentes críticas recogidas, ficharon por el asturiano sello Astro, y, en febrero de 1997 les llega una excelente oportunidad que no dejan escapar: grabar un disco junto a su admirado Corcobado. El resultado es «Diminuto Cielo», trabajo en el que se involucran hasta el punto de girar intensamente y conseguir que se les considere una auténtica banda de directo, por su facilidad para dominar sin problema las actuaciones, cambio de instrumentos incluido. Ese mismo año participan en un disco conjunto junto a los franceses Diabologum, «La Última Historia De Seducción», un proyecto importante para ellos. «Fue una experiencia muy interesante, porque representábamos (junto a otros grupos) una escena europea no anglosajona, y durante un tiempo nos sedujo la idea de tocar por Europa, pero al no surgirnos nada pensamos en seguir nuestro camino, crear nuestra música sin obsesionarnos». Ese camino seguido desembocó, al año siguiente en «Pequeñas Puertas...», su obra más importante hasta que su nuevo disco no demuestre lo contrario y disco clave porque por primera vez se comenzó a utilizar sin dudar el término post-rock para referirse a su música, etiqueta que ellos defienden con vehemencia. «Nos parece una falta de educación que se pueda hablar sin ningún tipo de complejos de otras etiquetas (respetables) como psicodelia, after punk, power pop... y no de post rock. Nos gusta la etiqueta «post», es muy de fin de milenio. Post-rock puede ser desde Jon Spencer que está intentando reinventar el rock, hasta June Of 44. Lo que no me gusta de la palabra es su uso pedante, dándole un carácter intelectual... ¡yo ni siquiera tengo carrera! Post-rock para nosotros es salirse de los esquemas clásicos de la canción de rock, cosa que nosotros tratamos de hacer». Lo intentaron hacer de forma exagerada en su también alabado «Pequeñas Puertas...» que supuso «experimentar con varios sonidos, con el moog o el theremin..., buscando nuestro propio sonido, con lo que las canciones quedaron muy abiertas a interpretaciones; de ahí el título». La Esperanza Es Lo Último Que Se Pierde: Nuevo DiscoTras la intensa gira del «Pequeñas Puertas», llegó un momento de replantearse las cosas, puesto que Nacho Vegas dejó el grupo para dedicarse a su proyecto Diariu. «No hubo ningún problema personal. Simplemente no se vio con fuerzas ni ganas para meterse en la dinámica de sacar un disco y girar». Este hecho redujo sus efectivos, con lo que comenzaron a trabajar a destajo en su nuevo disco, algo que no hacían desde sus inicios. «Entendemos que «Esperanza» es un disco optimista. Salimos de un momento crítico como la marcha de Nacho y supimos salir del paso trabajando. Es un disco más humano y directo que el anterior, se nota que hay gente detrás». El resultado de ese intenso trabajo es, sin duda, su mejor trabajo hasta la fecha, «Esperanza», que incluye numerosos matices estilísticos, rítmicos e incluso lingüísticos, arreglos riquísimos y la producción grandilocuente y espectacular de Kaki Arkarazo. La primera parte del disco se abre con la instrumental y optimista «Rita», un rítmico corte con logrados efectos de sintetizador y ascendentes arreglos de cuerda a la que siguen la jazzy «No Soy Quien Fui» (excelentes los teclados del músico Xaime González Arias), y la hipnótica y sosegada instrumental «La Vida Continua» (Zu Gabe). Las dos piezas siguientes, la oscura «Esperanza» y la instrumental «Nacht Frost», donde vuelven a brillar los numerosos arreglos en todo su esplendor (piano jazzy y arreglos de cuerda) desembocan en una canción hard rockera en toda regla (riff incluido), «The Dirty Blues», que da paso al sorprendente sample de «Love In Vain» de Robert Johnson, que actúa como fondo obsesivo de «If You Walk...» un sugerente y ¿por qué no
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