Estamos ante un proyecto colaborativo que Paul Banks define como mucho más que una aventura paralela. De hecho, los tres músicos se conocen desde hace muchos años, llevaban larvando esta alianza desde 2015, y han participado al alimón en tareas de composición, producción y arreglos. Su tarjeta de presentación es el notable "Muzz" (Matador/Popstock!, 2020), un dechado de rock taciturno y seductor, de inspiración analógica (esos sintes), que se mira sin rubor, pero también sin complejos en el espejo de The National o – claro – The Walkmen. Deberían estar de gira desde finales de abril, pero la crisis sanitaria les mantiene en el dique seco. Hablamos por teléfono con Paul Banks para que nos lo explique.
He leído que empezasteis a trabajar juntos en 2015. Hasta 2020 no ha salido el primer álbum. ¿Por qué tanto tiempo?
No nos metimos en un estudio hasta 2016. Y durante este tiempo yo he estado girando con Interpol, Josh (Kaufman) ha estado con Fleet Foxes y Matt (Barrick) estaba produciendo, así que nos hemos juntado cuando hemos podido, seis o siete veces en los últimos tres años. Lo que ocurre es que en aquel 2015 es cuando ellos dos se juntaron para escribir la primera de las canciones del proyecto, “Knuckleduster”. Así que, técnicamente hay una canción en el álbum que es de 2015, pero no puede decirse que en aquel año Muzz fuera ya una banda.
El resultado suena bastante cohesionado, pese a que las canciones se hayan ido registrando en diferentes sesiones, ¿no?
Sí, creo que tiene una identidad muy clara. Hicimos algunas canciones que no entraron en el disco, creo que porque al final escogimos aquellas que le daban esa cohesión. Las que le daban mayor unidad. Las que más respondían al sonido de Muzz que queríamos mostrar.
"La idea era que este disco pudiera sonar igual que si hubiera sido hecho en los sesenta, en los setenta o ahora mismo".
¿Es cierto que tú y Josh Kaufman os conocéis desde que fuisteis compañeros en el Colegio Americano de Pozuelo de Alarcón (Madrid) cuando erais unos críos? Parece que estabais predestinados a entenderos…
Sí, teníamos quince años.
¿Y con Matt Barrick? ¿Le conociste directamente cuando entró a tocar la batería en tu proyecto Banks and Steelz, con RZA, para vuestro único álbum, en 2016?
Bueno, yo era muy fan de su trabajo desde principios de los 2000, cuando Interpol coincidíamos con The Walkmen. Me encantan sus discos, siempre estuvo en mi radar, así que cuando surgió la ocasión de trabajar con RZA en aquel proyecto, fue cuando nos hicimos amigos.
En la hoja promo del lanzamiento del disco se cuenta que comprasteis un estudio en Philadelphia para grabar el disco.
No, hicimos algunas sesiones en los estudios Silent Partner de Philadelphia, que tengo con Matt y con más músicos, allí se grabaron las secciones de viento y algunas cuerdas, pero yo no estuve presente. Digamos que fue Matt quien comandó todo el trabajo desde el estudio, y tampoco es el único proyecto que ha salido de allí.
El sonido del disco es muy analógico, con sintetizadores vintage. ¿Queríais darle una calidez especial?
Creo que sí. Tanto Matt como Josh le dan un toque maravilloso como músicos, extraen muy buen sonido de sus instrumentos, todo tiene calidad también por la utilización de buenos micros, preamplificadores y equipamientos analógico, y creo que por eso se capta una pureza que es anterior a este modelo digital de consumo de música en el que llevamos metidos desde principios de los 2000. Personalmente, disfruto con las posibilidades del estudio, con toda su ingeniería, me gusta mucho la música sintética, pero creo que en este proyecto era importante que todo sonase más tradicional, analógico y cálido. La idea era que este disco pudiera sonar igual que si hubiera sido hecho en los sesenta, en los setenta o ahora mismo.
"Me gusta dejar que mi trabajo sea interpretado por el resto de la gente. Si te dijera sobre qué va, me sentiría como si estuviera haciendo spoiler".
¿Que fuera un disco atemporal?
Sí, exactamente.
¿En qué medida este proyecto paralelo, o el que llevaste a cabo con RZA, Banks and Steelz, te sirven para oxigenarte y tomar cierta distancia respecto a Interpol?
Mi trabajo principal es ser artista. Y con cualquier proyecto. Pero creo que cada vez que trabajas con gente distinta te da la oportunidad de explorar cosas diferentes, porque la química que surge con ellos siempre es algo nuevo. Me siento muy afortunado de haber encontrado colaboradores como RZA, o como Josh o Matt, que me inspiran, al igual que ocurre con mis compañeros en Interpol. Siempre siento que puedo expresar cualquier cosa que se me ocurra en todos mis proyectos, tan solo es distinto lo que cada uno de ellos pueda sacar de mí, porque interactúas con gente distinta. Pero nunca siento que aquí pueda hacer esto o allá pueda hacer lo otro. Puede que Josh y Matt se inclinen aquí por letras más abiertamente sentimentales que las que yo hago en otros proyectos, de forma que este disco tiene esa cualidad tan íntima.
¿Crees que ellos son más emocionalmente explícitos?
No exactamente. Mientras yo escribía las letras, me hicieron desechar cosas que nos les gustaban, y eso me hizo reescribirlas, de forma que ellos también estaban más cómodos con textos que eran más íntimos. Y el disco tiene esa cualidad, algo más sentimental.
Precisamente por eso quería preguntarte, por cómo ha sido el trabajo, tanto de composición como a nivel de sonido, si ha sido algo perfectamente equilibrado entre los tres.
Lo que hace este proyecto especial y divertido es que las letras pueden venir de cualquier sitio. Josh escribió la primera canción, “Knucklebuster”, y a partir de ahí todos aportamos cosas, escribimos juntos en el estudio, intercambiábamos instrumentos, Matt tocó el bajo en algunas canciones… es como que cualquier cosa que suene mejor, nos hace sentirnos mejor, todo muy diverso, y creo que está muy equilibrado entre los tres. Los tres tenemos un filtro crítico y ponemos todo en común, todos tenemos opiniones muy tajantes sobre lo que no nos gusta, y eso es algo que siempre ha sido así en todos mis proyectos y siempre he valorado, que mis compañeros tengan instintos acentuados.
"Con cuerdas y vientos ya he trabajado alguna vez en mis trabajos en solitario. No con Interpol, ya que con ellos utilizábamos sintetizadores".
Algunas letras, como “All Is Dead To Me”, son muy sombrías. ¿De qué trata?
Me gusta dejar que mi trabajo sea interpretado por el resto de la gente. Si te dijera sobre qué va, me sentiría como si estuviera haciendo spoiler. Pero sí te puedo decir que esta, en concreto, surgió cuando estaba de gira con Interpol: Matt y Josh me enviaron la música, a lo que yo respondí añadiendo mi voz en la misma habitación del hotel, utilizando una letra que es bastante loca pero luego no me podía quitar de la cabeza, sintiendo como una traviesa alegría de lo ridícula que era, pero al mismo tiempo no renunciando a ella (risas). Aunque no lo parezca, tiene una resiliencia emocional que es muy auténtica.
¿Y “Chubby Checker”?
Algunas de las canciones vienen de títulos provisionales, y a veces esos títulos provisionales molan y se complementan con la música, como ocurre en “Evergreen”, en “Patchouli” o en “Trinidad”, y esos títulos no tienen relación directa con la letra de la canción. “Chubby Checker” fue otra de ellas, un título provisional que surge de una broma, porque Josh había tocado una línea de bajo a la que llamamos “Chubby Checker”, y al final, cuando estábamos nombrando y secuenciando las canciones, íbamos a cambiarle el nombre pero pensamos que era mejor dejarlo como estaba para preservar la autenticidad de lo que estábamos haciendo, y mostrar así el humor con el que trabajamos. Cambiar ese título por otro más serio no nos parecía correcto. Así que dejamos que esa tontería se quedara hasta el final.
¿Señal de que es un proyecto muy instintivo, muy de primeras ideas?
Sin duda. Pero lo único que es nuevo para mí, insisto, es la química con músicos diferentes. Cada colaboración es única. Se trata solo de diferente química porque son diferentes músicos.
En general, tiene un sonido muy nocturno y reflexivo, muy de medios tiempos y de baladas, muy en la onda de The National y, como es lógico, The Walkmen. Y con algunos coros femeninos, cuerdas y vientos.
Sí, una de las voces es de Annie Nero, la mujer de Josh. Siempre tuvimos claro que queríamos incluirlas. Un poco a la manera en que lo hacía Leonard Cohen. Con cuerdas y vientos ya he trabajado alguna vez en mis trabajos en solitario. No con Interpol, ya que con ellos utilizábamos sintetizadores para eso, no instrumentación en directo. Todo lo que suena distinto es porque son músicos distintos. Josh a la guitarra… y los vientos se dejaron en manos de otros músicos que nos envió diez opciones, y una vez abrimos las sesiones que nos envió, que era todo muy psicodélico, cool y sorprendente, escogimos todos, y por eso hay ese brote de loca psicodelia al final.
El que haya tantos medios tiempos e incluso algunas baladas, como “Patchouli”, “Trinidad” o “Broken Tambourine” ¿te ha dado la oportunidad de explorar alguna clase de sensaciones que habitualmente no trabajas?
Bueno, es algo que he descubierto en otras colaboraciones: que no puedes anticipar qué es lo que mejor te va a funcionar, lo que mejor va a sonar, sino que hay unas cuantas canciones, como las que has mencionado, que encajan con ese temperamento, y que es al fin y al cabo el que funciona para nosotros, el registro en el que somos buenos. Podríamos haber explorado una orientación más rock, pero este es el terreno en el que nos sentimos más cómodos. Si acaso, me da la oportunidad de aproximarme de una forma distinta como cantante.
Supongo que teníais previsto presentarlo en directo.
Teníamos fechas desde finales de abril para presentarlo. Es muy decepcionante no poderlo hacerlo en un futuro próximo, pero aún así estoy muy contento de que hayamos podido publicar el álbum y compartirlo con la gente.
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