No es una sorpresa pero asusta igual. Con “Pequeños trastornos sin importancia” (Ernie, 13) Julio de la Rosa vuelve a motivar la rotura emocional del oyente, a través de una narración realista y áspera acerca de las relaciones humanas y sus inevitables consecuencias. Práctica habitual en la obra del músico, la precisión del trazo acongoja en esta ocasión hasta desangrar sentimientos y sentidos a lo largo un decálogo de canciones. Hablamos con el músico en una entrevista que reproducimos a continuación de manera íntegra.
Estilística y narrativamente percibo "Pequeños trastornos sin importancia" como una continuación lógica de “La herida universal”, en la que has aumentado la ambición instrumental respecto a tu anterior álbum ¿Estás de acuerdo? ¿Era tu intención continuar, en cierto modo, con el trazo latente en “La herida universal”?
Todo parte de un descubrimiento. Una revelación, que dirían los místicos. Una paja mental, desde mi punto de vista: todas las canciones de amor y desamor de la historia de la música popular son historias de trastornos mentales. Eso deshacía todo lo enarbolado en mi disco anterior, así que no tenía más remedio que hacer algo con ello. Y para conseguirlo, transmitirlo también instrumentalmente, estilísticamente, estructuralmente.
Sin embargo en la “La herida universal” se incluían dieciséis canciones y en este disco sólo diez, algo que inevitablemente me ha llamado la atención… ¿Hay algún motivo especial para que se haya dado esta circunstancia?
El hecho en sí de haber hecho tantas en el disco anterior. Soy de los que piensa que el arte siempre fluctúa entre dos polos: clasicismo y manierismo. En lo que se refiere al número de canciones, creo que mi disco anterior era algo exagerado. Así que para éste opté por centrarme en unas pocas canciones y exprimirlas al máximo. Y, por otro lado, que el manierismo apareciera en otros aspectos: los que en el disco anterior habían quedado más clásicos.
Lo cierto es que el álbum me ha desgarrado por dentro. Creo que, siendo una habilidad usual en tu obra, la práctica se dispara en "Pequeños trastornos sin importancia" ¿Crees que el oyente puede (o debe) sentir una cuchillada en la boca del estómago con este disco? Se me ocurre, en efecto, que incluso puede que precisamente pretendieses conseguir ese efecto…
Bueno, uno siempre quiere hacer sentir algo. Si no hay experiencia estética no hay arte. Y al arte es una habilidad para la manipulación. Personalmente no creo que haya un solo creador en la Tierra que no tenga en cuenta al receptor de su obra. Uno sabe que lo que hace va a llegar a alguna parte, aunque sea a su hermano, aunque sea a sí mismo, y es consciente de ese reflejo antes de que sea reflejado. Mi intención no era clavarle un cuchillo a nadie, disculpen las molestias. Pero sí hacer que el oyente se plantease ciertas cosas.
La sinceridad y la narración en primera persona también han sido constantes en tu trabajo, pero… ¿dirías que de algún modo éste es tu disco más sincero y personal?
He escrito también en tercera, en segunda, incluso en plural mayestático. No creo, bajo mi punto de vista, que por escribir en primera persona sea uno necesariamente más sincero. Naturalmente, la honestidad es una palabra que tengo en un letrero bien grande mientras hago cualquier cosa; de otro modo me sentiría un mentiroso y sería una sensación muy desagradable. No trato de engañar a nadie, aunque a veces me engañe a mí mismo y, con ello, acabe engañando a los demás. Pero procuro practicar el arte de la sinceridad lo más que puedo, sí. Cuando te dedicas a esto, tienes dos opciones: estar a la moda, es decir, seguir las tendencias imperantes, o bien coger tu propio camino. A veces es más jodido, puede generar más inseguridades, puedes tropezar, corres el riesgo de convertirte en un outsider, en el de hacer algo incomprensible; pero la satisfacción y sobre todo la tranquilidad interior, es mucho mayor.
Hacía años que una canción no me impactaba tanto como “La fiera dentro”. Creo que describe lo complejo de las relaciones con tal precisión, acierto y aparente sencillez que simplemente asusta. Háblame de ella por favor… ¿Podría ser, por contenido, llegada y forma, la canción bandera de todo el álbum o una representación válida de todo el disco?
Si me lo pides así, vamos. No sé cuál es el carnet de identidad del disco, pero sí que hay mucha gente que habla de esta canción. En cuanto a aspectos técnicos, son ocho minutos y pico de un tema producido de dos maneras distintas, cuarenta y cinco pistas de voz y hasta cinco melodías distintas de esas voces sonando al unísono. En ella participan cantando Ana Franco de Coffee&Wine, Enrique Bunbury, Miguel Rivera de Maga, Dani Llamas, Hannot Mintegia de Audience, Nieves Lázaro de JF Sebastian y Nahúm García. Tocan Manuel Cabezalí, Ignacio Celma, Jorge Fuertes, Pau Roca y Javier Couceiro, además de yo mismo, todo tipo de instrumentos: desde la guitarra eléctrica al dubra veena hindú. En cuanto al contenido me da más reparo hablar, pero más que nada porque estoy seguro que decepcionaré a todo aquel que se haya enamorado del tema, porque seguro ha hecho su propia lectura y está en su legítimo derecho de sentirla así, y no como yo la pensé. En fin. Esta canción se desarrolla instrumentalmente, y en dos partes bien diferenciadas, por el contenido del texto. Pretendía meterme en el papel de alguien con un trastorno limítrofe de la personalidad. Para ello, debía encontrar ciertos puntos en común entre los sentimientos del narrador y los míos propios (porque, creo, y menos mal, no tengo un trastorno límite). Pero sí que tenía que llevarlo a un terreno conocido por mí alguna vez. La gente con este tipo de trastorno tiene un nivel de dependencia emocional muy alto, así que pensé que eso sí que lo había vivido yo en algún momento. Y también todo el que fuera a escuchar la canción. Así que me agarré a esa parte y a cómo el personaje es capaz de odiarse a sí mismo y hacerse daño hasta límites insospechados. Al tener una personalidad tan compleja para un día estar queriéndose morir y al día siguiente amanecer frescos como una lechuga, pensé que sería interesante romper la canción en dos bloques principales (y luego algunos menores, de paso). La primera mitad, enredada y desesperada. La segunda, alegre y muy pop. Como guinda del pastel pensé que hacía falta un clímax final, de ahí que sea el momento en el que todo explota y las melodías de voz se entrelazan hasta llegar a un momento casi caótico. Y me refiero a las voces del disco, claro, pero también a la multitud de voces que tiene el protagonista en su cabeza.
En una sociedad tan enferma y desesperanzada como la actual… ¿Crees que el sexo, el amor y la barra del bar son las únicas salidas frecuentes y posibles del ser humano para alejarse del dolor diario y la realidad?
No, por Dios. Hay muchas más. En mi caso procuro sublimar a través del arte y del ping pong.
Hay tantas colaboraciones en el disco que sería imposible comentar todas, pero en cada tema luce una voz femenina como contrapunto a tu propia voz ¿Por qué tomaste esta decisión? ¿Quizás el disco necesitaba de esa aportación femenina que rebajase el desgarro salvaje que dejan a su paso las canciones?
Bueno, creo que hay más masculinas que femeninas, pero sí: un timbre de voz femenino es más fácil de colocar junto a una voz masculina, sin que se apelmacen demasiado. Por otro lado, creo que ese desgarro salvaje, como tú dices, a menudo es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Lo único es que nosotros somos más obvios.
Llegados a este punto y tras casi veinte años de carrera… ¿Esperas, te preocupa o luchas por alcanzar en algún tipo de estatus concreto dentro de la escena nacional? ¿Qué expectativas tienes con el nuevo álbum?
Hace tiempo que pasé ya de todo eso. Me siento bien conmigo mismo y no tengo la necesidad de competir. Hago arte, no cien metros lisos. Puede sonar soberbio, pero es que me gustaría llegar a participar de los valores de esta sociedad en la menor medida posible. Si me va bien, genial; si me va mal, sobreviviré.
Cuando se publique esta entrevista ya se conocerán los ganadores pero… ¿Qué ha supuesto como artista esa nominación al Goya a la “Mejor Música Original” por la película Grupo 7? Y con sinceridad y antes de la gala… ¿Esperas ganar? ¿Sería una decepción no llevarte el premio?
Estoy muy contento con la nominación, no deja de ser un halago que te nominen finalista para un premio de este tipo, y más aún porque han sido dieciséis nominaciones: estamos todo el equipo ahí y eso genera una energía muy positiva para una película que no estaba hecha con un gran presupuesto ni con esa intención. Sinceramente, no espero ganar. Bastante es que hayan nominado una banda sonora no sinfónica como es la mía, algo absolutamente extraordinario en los Goya, como para que además me den el premio. Serían demasiadas sorpresas. Me satisface pensar que se abre una puerta a otras maneras de musicar películas en este país, y que se empieza a superar la herencia sinfónica del cine clásico norteamericano.
También publicas tu primera novela “Peaje” ¿Cuál es su temática? ¿Cuáles dirías que son tus influencias como escritor?
Es un libro de retratos desde el punto de vista de un trabajador de un peaje. ¿Qué hace la gente en vida para ser recordada después de muerta? Pero, sobre todo, ¿por qué lo hace? Es un libro plagado de humor y anécdotas dentro de un contexto funerario y romántico. Se lee rápido y se digiere bien. Mi mayor influencia para escribir es Ringo Starr. Y no es del todo una broma. También me encanta la transparencia de Capote, los vacíos entre líneas de Carver, esa sencillez tan manierista de Cortazar, el sentido lúdico de Perec y la soberbia de Unamuno.
Disco, libro y banda sonora en un corto espacio de tiempo… ¿Dirías que estás en un momento especialmente prolífico, inspirativo o creativo?
En realidad ahora va saliendo a la luz el fruto de dos años de trabajo, pero sí, soy culo inquieto. Mi mayor trastorno es el miedo al aburrimiento, un problema demasiado común en estos tiempos.
¿Qué te aportan las distintas facetas artísticas? ¿Qué obtienes de cada una de ellas que no te proporcione la otra y cómo eres capaz de complementarlas?
Básicamente, la cuestión es que cuando termino un proyecto no me apetece volver a ponerme instantáneamente a hacer un proyecto del mismo tipo. Así que, o me tomo vacaciones, o empiezo algo distinto. Siempre digo esto. Yo empecé haciendo canciones, y las canciones están formadas de música y palabras. Así que, en cierto sentido, tiene cierta lógica que la música, sin palabras, se convierta en bandas sonoras para películas, y que las palabras, sin música, acaben en libros. Tiene lógica y un buen puñado de suerte, además de esfuerzo.
Reuniones recientes de grupos como Manta Ray o Automatics hacen que tenga sentido preguntarte si podríamos confiar en que, en algún momento, pueda tener lugar una hipotética reunión de El Hombre Burbuja… ¿Crees que vivimos de la nostalgia o un momento especialmente nostálgico?
Todo puede ser, nunca digas de esta agua no beberé. Y sí, vivimos el fin de la Era de Piscis. No puede ser de otra manera. A Galileo lo quemaron en una hoguera por decir que la Tierra era redonda. Algún día, lo que hoy consideramos esotérico dejará de serlo. Al tiempo.
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