Estáis de estreno de vuestro último disco, “Luz”, ¿qué tal está siendo el recibimiento de vuestro público?
Nosotros estábamos con unas expectativas muy altas y la gente está respondiendo con mucha alegría. Las canciones gustan mucho así que se nos terminaron los nervios previos a cualquier lanzamiento y por suerte tuvo una muy buena acogida.
Teniendo en cuenta que Gonzalo Castex ya no está en NTVG, ¿supone “Luz” una especie de nueva etapa para el grupo o es el grupo un proyecto en constante evolución?
Un poco de todo, la banda siempre está mutando y de un tiempo a esta parte la participación de él había sido escasa en todos los sentidos por una falta propia de interés. Llegó un momento en que ya no compartíamos prácticamente nada. Decidió seguir otro rumbo y la verdad que la banda no se vio afectada en lo más mínimo porque queda en el grupo la gente que quiere estar realmente y para nosotros fue un cambio que terminó siendo positivo pero, como dices, la banda siempre va mutando, evolucionando, yendo hacia diferentes lugares y tratamos de no mirar atrás.
"Me encantan las canciones con estribillos memorables y que puedas cantar a todo pulmón".
Me gusta el aire ramoniano del riff de “La Rama”. ¿Cuál es el embrión concreto de esta canción?
Es una canción que se le puede dedicar a cualquier hater, ahora que hay un montón por todos los lados. Pero es, en particular, a una persona que quiso hacerse el gracioso conmigo en el verano de principios de 2020. Una noche, en un lugar acá, que está buenísimo y se llama Cabo Polonio, quiso hacerse el gracioso delante de otra gente y a partir de eso cree la letra de la canción, que empezó siendo un poco folk y terminó punk.
Siempre he pensado que NTVG es un grupo cuyo sonido bebe y actualiza el tipo de canciones que se hacían en los ochenta. Canciones que buscan estribillos y líneas melódicas que la gente pueda hacer suyas y recordar con facilidad. ¿Me equivoco?
Sí, es así, a mí me encantan las canciones con estribillos memorables y que puedas cantar a todo pulmón. Es lo que a mí me gusta escuchar y es lo que a mucha gente también le gusta de nosotros. Antes me pasaba que, en algunas canciones, en los estribillos, les iba cambiando alguna palabra o cosas así, pero después me di cuenta de que el estribillo tiene que ser siempre igual. Porque hasta a mí, cuando las canto en vivo, me cuesta recordar esas pequeñas palabras que cambio, así que imagínate para la gente.
Y justo después de decir eso, también tengo que decir que “Yendo” sí aporta una cara más experimental a vuestro sonido. ¿Cómo veis este disco en relación con vuestros otros discos?
Esa canción tenía que tener ese mood, porque es una letra que habla sobre la muerte. Entonces tenía que ser medio mántrico el asunto y la verdad que fue lo que hizo que la canción entrara. Tal vez había otros temas que quedaron afuera que eran más convencionales o que tenían más que ver con lo que nosotros hacemos pero creo que lo distinto de “Yendo” fue lo que lo hizo entrar en la selección de las doce canciones. Nos aportaba algo distinto, algo nuevo, algo que podíamos experimentar, que podíamos divertirnos con eso y por esa razón entró. A nosotros nos gusta, siempre, que cada disco aporte algo distinto a lo que la gente ya conoce de nosotros.
Sorprende ver la colaboración de Nicki Nicole en este disco y creo que el resultado es muy bueno en esta unión entre dos mundos que parecen lejanos, pero que realmente no lo son.
Al principio, cuando decidimos que era ella porque la canción nos lo pedía y lo comunicamos, la gente no lo entendía, no podía asociar cómo podíamos amalgamar algo que viene de lugares tan distintos pero que en realidad venimos de la misma actitud rockera que teníamos nosotros a su edad, más allá del género. El rock como actitud está en las nuevas generaciones en lo que hagan, no tiene por qué ser una banda de rock, creo que en ese punto tenemos una unión. Cuando escuchas la canción, no es una canción que sea ajena a nosotros y no es ajena a ella, es muy natural.
La verdad es que sí, habéis conseguido que encaje a la perfección. ¿Es mérito vuestro o mérito suyo?
El mérito es de las dos partes porque nosotros teníamos el lugar donde queríamos que apareciera y ella misma escribió su parte, entonces fluyó de manera natural y creo que ambos pusimos de nosotros para converger: La actitud de ella para participar en un tema rockero y nosotros también armar la parte para que su canto y su rapeo no quedaran fuera de lugar.
Ya que estamos con colaboraciones, Ricardo Mollo colabora en una de mis favoritas del disco, “Austro”. Ya habíais colaborado con otras leyendas argentinas, pero ¿era la primera vez que os juntabais con Ricardo o ya habíais colaborado en algún concierto?
Hemos compartido escenario en varios festivales, y nosotros obviamente tenemos una admiración enorme. De hecho, empezamos como banda tocando canciones de Dividos y de Sumo, así que imagínate. La admiración viene de hace años y si fuera solo por eso le hubiéramos invitado al primer disco, pero recién ahora una canción nos pidió su participación y la verdad que fue una alegría enorme, también cómo se tomó el proyecto. Vino con la canción totalmente aprendida, estuvo todo el día con nosotros… La verdad que una dedicación y un respeto por nuestra obra que es admirable en una persona con tanta trayectoria.
"No existe la categoría de estrella acá en Uruguay y, por suerte, tengo una vida súper normal".
Muchas veces se habla de que sois los mejores representantes del pop que se hace en Uruguay, pero me gustaría saber si lo veis así desde vuestra perspectiva. Sois el grupo más internacional del país, pero ¿qué tiene vuestra música que tenga las raíces en Uruguay?
A lo largo de nuestra discografía tenemos conexión directa con varios estilos que son propios de acá como el candombe o la murga, que han aparecido en parte de nuestro repertorio. Uruguay es un país de mezclas porque está rodeado de dos potencias enormes como son Brasil y Argentina, con músicas distintas, y absorbe de eso, también, obviamente, de la música española, de la anglosajona… Todo eso es un cóctel de lo que termina siendo nuestra música, pero también tenemos cosas autóctonas.
Realmente, Uruguay siempre ha tenido una gran presencia en ámbitos como la cultura pese a ser un país de pequeño tamaño.
En el deporte también. Parece un milagro que un país con tan pocos habitantes que, por ejemplo, en el fútbol tenga tantos representantes en el mundo. En la música, lo que ocurre, tiene que ver con que nadie acá hace música intentando ser rico y famoso porque acá no hay un mercado que lo permita, entonces se hacen cosas por el amor al arte, con el fin de hacer, simplemente. Y ahí sale una originalidad, una chispa que termina gustando al resto.
Así es como empezasteis vosotros, también por amor al arte.
Tal cual, nosotros empezamos sin siquiera ver con claridad la idea de poder grabar un disco, porque acá era muy difícil. Tenía que venir un sello discográfico y nosotros no teníamos eso. Ganamos un concurso que nos permitió, después de cinco años de banda, grabar nuestro primer disco y ya con eso éramos felices porque no veíamos más adelante. Después se nos empezaron a dar ciertas cosas, pero ya no había posibilidad de perder ese fuego que nos lleva a la creatividad. Nosotros intentamos siempre hacer algo mejor a lo que hicimos, ese es el ADN de la banda, el querer superarse, lo demás viene solo si tiene que venir.
¿Qué echas de menos de esos comienzos?
Quizá lo que extraño, como todo el mundo, es la libertad de la juventud, de no preocuparte por un montón de cosas. En su momento éramos muy chicos y nuestra única preocupación era que teníamos que estudiar, divertirnos y tocar. No había otra cosa, después nos hicimos hombres acá dentro, fuimos padres, obviamente te preocupan otras cosas, tienes que velar por tus hijos… Pero bueno, se disfruta también, hemos disfrutado en todo momento lo que hacemos. Tal vez esa falta de preocupaciones, eso es lo que todo el mundo extraña de su adolescencia.
¿Qué hay de Emiliano Brancciari en NTVG y qué hay de NTVG en Emiliano?
Tiene mucho que ver en ambos sentidos. Al ser el compositor de casi todas las canciones, hay un montón de mí en la banda y un montón de trabajo y dedicación. También la banda forma parte de mi vida desde hace muchísimos años, entonces no me acuerdo cómo era yo mismo antes de entrar en la banda. Pero tengo una vida absolutamente normal, no existe la categoría de estrella acá en Uruguay y, por suerte, tengo una vida súper normal donde hago lo que hace cualquier persona y no tengo que vivir encerrado como, a veces, viven en otros países por el agobio de la gente. Acá no pasa nada de eso más allá del reconocimiento o el saludo, así que es una vida súper normal. No me agobia.
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