No son una banda de museo
EntrevistasThe Church

No son una banda de museo

Redacción — 08-06-2004
Fotografía — Archivo

Cuando se acumulan años de música, las bandas favoritas van siendo como los amigos y conocidos de Miqui Puig: pocos y escogidos. En todos esos años, ninguna banda ha tenido más presencia en mi cambiante mundo personal que The Church, dados por desaparecidos por quienes ceden a la novedad compulsiva. Quizá fueran víctimas de la combinación entre la oscuridad superficial de su música y la lejanía con Australia, pero nunca desaparecieron. Ahora marchan de nuevo a ritmo sostenido: “Forget Yourself” (Cooking Vinyl/Discmedi, 04) es su tercer disco en tres años.

A Peter Koppes, mitad de la artesanía guitarrera de la banda (la otra es Marty Willson-Piper, del que aprovecho para sugerir un repaso a su emocionante obra en solitario, esencialmente “Art Attack”, “Spirit Level” y su disco como Noctorum) lo cojo hecho polvo, empaquetando y a minutos de salir para Atlanta, donde inician gira promocional, gira que cuenta con el patrocinio de un mecenas anónimo, un magnate americano de las nuevas tecnologías que creció escuchando “The Unguarded Moment” y “Under The Milky Way” y quiere agradecer a la banda los buenos momentos. La conversación es breve pero interesante: Koppes, encargado habitual de dar la cara por la Iglesia, es conversador brillante. Pasados los cuarenta, se mantienen en marcha. “Tocamos ya para nuestra propia diversión y entretenimiento. La madurez nos ha enseñado mucho sobre la complejidad de los arreglos, las armonías, los ritmos del jazz. Este disco es más inmediato. Siempre hemos tenido un estilo propio, pero aquí las canciones son más cortas porque las trabajamos a distancia. Steve estaba en Nueva York y esa nueva forma de trabajo resultó en temas más cercanos. La música refleja nuestro bagaje y quiere ser a la vez reflejo de los tiempos actuales. No es que queramos sonar como las bandas jóvenes, es su momento, pero mantenemos viva la creatividad, no somos una banda de museo”. En efecto, sonando como siempre suenan diferente.

" Sí, no es exagerado. Reconozco que en nuestro país nos tratan como leyendas "

“Forget Yourself” recupera el viejo poso psicodélico de “The Blurred Crusade” (1982) que alguien describió como disco de cabecera para convenciones de fans de Syd Barrett. Envolvente, sombrío y detallista, desprende extraña frescura para ser el número diecisiete de su carrera. El uso moderado de la electrónica ya apuntado en “Holograam Of Baal” (1998) y en el único disco de la banda paralela The Refo:mation (“Pharmakoi”, 1997) gravita sobre las canciones y las ancla a la actualidad. Desde “Of Skins And Heart”, su debut en 1981, la banda ha enfrentado numerosas pruebas. Drogas, detenciones, separaciones, lejanía, proyectos en solitario de todos sus miembros. Pero al cabo de los años siempre vuelven a quererse y así lo refleja la química de sus discos, homogéneos y fluidos de principio a fin. Algunos les aparcaron antes de tiempo en el paquete temático y secundario de bandas siniestras, en el que jamás militaron. Al contrario, escondidas en sus canciones (cerca de trescientas publicadas) se encuentra alguna de las más grandes líneas del pop y el rock contemporáneos, habitualmente de la mano de las doce cuerdas de la Rickembaker 360/12 de Willson-Piper y de la voz de barítono de Killbey, en forma en “Forget Yourself”. Sus renovados bríos les ha llevado también a grabar una jam, inspirados tanto en el jazz como en la época más psicodélica de la Costa Oeste. “Son ochenta minutos, lo máximo que da un compacto. Nos gusta hacer jams, desarrolla nuestras habilidades como instrumentistas. Decidimos grabar una y la vendemos sólo en los conciertos. Por cierto, nos encanta el rock psicodélico, pero si nos hemos de etiquetar preferimos hacerlo como art-rock band más que como psicodelia”. La jam lleva de título “Bastard Universe. Stages 1-6”. La cábala y lo etéreo no faltan en los crípticos títulos y letras de Killbey, objeto incluso de tesis doctoral por un profesor universitario de Poesía Contemporánea. En Australia son leyendas. “Sí, no es exagerado. Reconozco que en nuestro país nos tratan como leyendas. Recientemente actuamos en el Gone South Festival, en Tasmania, y todas las bandas nos decían que para ellos representábamos algo espiritual, mucho más allá de modas o edad. Hay bandas muy especiales ahí abajo”. No está confirmado el paso de la gira por España. No sé en que piensan promotores y festivales: hace dos años sólo tocaron en Valencia, pero reventaron Roxy. “Queremos ir. La vez anterior no elegimos bien al promotor. Tengo visiones multicromáticas de mis conciertos en España. Es el mejor público, estimula mi imaginación. Son una audiencia onírica. Nos encanta tocar allí, así que veremos si puede ser esta vez”. Ah, al fin me enteré del motivo por el que jamás tocan “The Unguarded Moment” en concierto. “En directo usamos diferentes canciones del pasado, pero dependiendo del ambiente y el lugar. Unas van mejor que otras según el día y nuestro ánimo. Lo que pasa es que nunca encontramos el estado especial para interpretar ´The Unguarded Moment´: para nosotros es una canción tan primeriza que Steve es incapaz de cantarla sin sonrojarse o echarse a reír”. Afortunadamente, les sobran clásicos y grandes canciones.

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