Si hace solo unos meses publicó un nuevo álbum con ocasión del Día del Piano ("Empty"; Erased Tapes, 2020), ahora entretiene los meses de larga espera en pos de una incierta normalidad con la edición de un disco en directo que agrupa algunos de los mejores momentos vividos a lo largo de los cuatro conciertos consecutivos que ofreció en el Funkhaus de Berlín en diciembre de 2018. Se llama "Tripping With Nils Frahm" (Erased Tapes, 2020), y nos cuenta todos los detalles por teléfono desde su hogar berlinés
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Supongo que editar un álbum en directo es, de alguna manera, una forma de darle a tu público el tipo de experiencia en directo (aunque esto sea un disco) que es imposible disfrutar en este momento.
¡Oh, sí! Para nosotros era un buen momento. Aunque estaba pensado ya antes de que llegara la pandemia. Nos sentimos un poco frustrados, porque cuando llegó todo esto, todos los músicos estaban publicando alguna clase de grabación o de concierto en streaming, o recuperando emisiones de bolos del pasado, con lo que sentíamos que no era nada especial editar un disco en directo. Pero como estaba planificado desde mucho antes, lo dejamos así. Encaja, porque es mejor que nada, pero al mismo tiempo no es – obviamente – como disfrutar de un concierto en vivo.
Los ocho cortes del disco están seleccionados de entre los mejores momentos de cuatro conciertos consecutivos que ofreciste en el Funkhaus berlinés en diciembre de 2018, combinando los mejores momentos, tal y como afirmas en la hoja de promo. ¿No crees que, de alguna forma, hacerlo así elimina esa sensación de imperfección que hace de cada concierto una experiencia irrepetible, distinta a cualquier otra noche?
En cierto modo, sí, porque es bonito ver cómo en un concierto en directo la banda se las apaña para sobreponerse a un problema técnico, o a cualquier cosa única que pueda ocurrir, y es interesante ver cómo se lidia con esa dificultad, y cuál es el estado de ánimo con el que esas canciones se interpretan. Pero lo que hacemos con este disco es documentar algo que la gente puede haber visto y verá muchas veces, y cuando tienes la oportunidad de verlo en repeat, siempre hay algún pequeño fallo que resulta extraño de ver una y otra vez, porque no ocurre cuando se ve en vivo una sola vez. Si lo documentas, lo vas a ver de una forma distinta, y a lo mejor ni notas esa imperfección hasta que pasan diez años. Lo bonito de un concierto es que perdura en la memoria de la gente, y en un momento como este, en que ni siquiera podemos experimentarlo, resulta extraño.
Puede que, durante este limbo, este tiempo en el que todo queda en suspenso y todo se retrasa, la gente tenga menos tiempo para las novedades y más tiempo para lo antiguo, lo cual no tiene por qué ser negativo.
Su publicación se verá complementada con una película dirigida por Benoit Toulemonde, ¿Tendrá las mismas composiciones que el disco?
No, el film va a ser un poco más largo que el disco, serán 90 minutos, en lugar de los 80 del audio, porque el concierto en sí también fue más largo de lo que refleja el disco, así que hemos hecho dos selecciones distintas para cada formato, porque no quería volver a publicar canciones que ya habían salido en otros álbumes: preferí centrarme en material inédito para el disco, y para el video hacer algo que es más o menos como un lo mejor de, aunque esa expresión la odie. Cosas como “Hammers” o “Toilet Brushes”, que fueron grabadas para "Spaces" (2013), pero en la película puedes ver cómo evolucionan.
¿Será parecido a lo que hicisteis, Benoit y tú, con "Empty" (2020), cuyo contenido también tenía su reflejo en la pantalla?
No, es más directo, una grabación en vivo, sin nadie interpretando ningún papel, ni siquiera yo mismo. Una forma de documentar el concierto de forma poética, de verlo y experimentarlo de una forma distinta a como lo harías si asistieras al recinto. Viendo aspectos muy de cerca, como los dedos cuando tocan el piano, en un primer plano.
Supongo que la experiencia no tiene nada que ver con la última (y única) vez que has hecho el proceso a la inversa, una banda sonora por encargo, como la que hiciste en 2015 para la película "Victoria", de Sebastian Schipper. No has vuelto a hacer ninguna. ¿Recibiste más ofertas?
Sí, algunas, pero ninguna me convenció. Prefiero hacer mis discos.
Ya que hablas de tus álbumes, hace un par de años decías que tu forma de ponerte un deadline y no volverte loco trabajando en tu estudio, era que esa fecha límite viniera marcada por el inicio de la consiguiente gira. Supongo que ahora, que no hay giras a la vista, eso ha cambiado.
Bien, es mucho más divertido hacer música cuando sabes por qué la estás haciendo, y en este momento no tengo esa motivación porque siento que la gente está preocupada por otras cosas, pero no por un nuevo álbum. No están deseando nada en ese sentido, creo. La mayoría de la gente tiene lo que necesita y está satisfecha con ello. El papel de la cultura en nuestro mercado de valores ha cambiado drásticamente, pero yo soy un obseso de la música, independientemente de la coyuntura, y siempre estoy tratando de experimentar y de escribir una buena composición o una buena melodía. También es bueno dejar que las cosas ocurran en el estudio a su propio ritmo, sin prisas, aunque a menudo eres más productivo si te fijas una fecha límite y te obligas a apresurarte. O si en un par de días vas a ofrecer un concierto. Eso te hace trabajar más duro. Te centras más. Ahora me siento como en una vuelta atrás a los tiempos antes de convertirme en un músico profesional. Cuando la música era un hobby. Así es más o menos.
¿No crees que, para algunas personas, la música ha sido como una tabla de salvación en momentos tan duros como los que hemos vivido este año?
Mmmm… puede ser. Pero eso no se refleja en la forma en que tratamos a la cultura. Tanto en Europa, como en Norteamérica, y diría que, en todo el mundo, ha cundido la idea de que se puede volar, ir a una pequeña isla de vacaciones por cincuenta euros, aunque aquello esté petado, pero luego no se puede ir a un teatro o a una sala de conciertos, donde va a haber más espacio entre asistentes. Creo que es un poco esquizofrénico pensar que la cultura y el arte son importantes mientras, por otro lado, los tratamos como si fuera lo primero de lo que nos podemos deshacer en una crisis. Me sorprende cómo todo el mundo se conforma con el consumo de contenidos culturales a través de internet, porque internet es un lugar muerto. Creo que la gente necesita tener otras experiencias. Mary Anne Hobbs, la periodista y DJ de la BBC, decía que la gente ha vuelto a escuchar la radio, y es interesante. Porque la radio es algo muy vivo, más que el streaming. Puede que sea un buen momento para la radio y el podcast. Pero no para el arte, porque no tiene ahora mismo un modelo de negocio, lo que es esencial. Puede que, durante este limbo, este tiempo en el que todo queda en suspenso y todo se retrasa, la gente tenga menos tiempo para las novedades y más tiempo para lo antiguo, lo cual no tiene por qué ser negativo. Más tiempo para todas las manifestaciones culturales del pasado, las que forman parte de un archivo de más de cien años. Incluso sabiendo que los artistas ahora están sufriendo, que se ven obligados a dejar de trabajar e incluso algunos se mueren. Aun así, hay suficiente arte, literatura y creatividad susceptible de ser archivada en Spotify o en Youtube, hasta el punto de que una vida entera no sería suficiente para verlo todo.
Una de las cosas que dijiste al publicar "Empty" (2020), a finales de marzo, es que quizá era un buen momento para que la gente tuviera más tiempo para la introspección y la reflexión.
Si, pero en mi caso particular, que ya he editado veinte álbumes, y que la mayoría de ellos ya invitan a la reflexión o a la introspección… puede que en un momento de crisis ya no necesitemos más arte. Porque ya tenemos más que suficiente. La gente no tiene tiempo para descubrirlo todo, porque siempre hay algo nuevo, pero solo por el hecho de que sea nuevo no significa que sea más importante que lo antiguo. Para mí, solo hay arte que es bueno y arte que es mejor. Y hay tanto bueno que no conozco… necesito tiempo para descubrirlo. Y cuanto más produzco, me pregunto hasta qué punto es necesario si la gente no conoce todavía lo anterior. Los creadores necesitan mostrar una colección nueva cada año, como en el mundo de la moda, para demostrar que todavía son relevantes. Que están vivos. Esa es otra de las razones por las que quise dejar las redes sociales, porque en un tiempo en el que todo el mundo necesita la atención de todo el mundo, esto se convierte en una carrera para ver quién acapara más atención, y todo el mundo está empujando para tener más clicks y más likes, todo para captar la atención de la gente durante quince minutos, hasta que esta se olvide y se fije inmediatamente en otra cosa. No es esa la forma en que quiero trabajar. Si descubren mi música, está bien, pero que no sea porque yo invierta tiempo en suplicar esa atención entre un montón de gente que busca la mismo.
No voy a hacer un álbum sobre la pandemia, no podría haber nada menos inspirador para mí. No ha sido un año inspirador, la verdad.
Además, los discos hoy en día son, en algunos casos y más que nunca, una simple excusa para justificar una nueva gira, que es al fin y al cabo lo que mantiene (o mantenía) el negocio.
Sí, totalmente.
Tuve la ocasión de entrevistar a tu amigo Ólafur Arnalds el año pasado, y me decía que la música clásica le había influido mucho más que la electrónica. No me resisto a preguntarte si para ti es igual, teniendo en cuenta que desarrollas tu carrera desde hace muchos años en una ciudad como Berlín.
Todo el cuerpo central de la música clásica es más importante, sí. Hay al menos diez generaciones de compositores implicados en ella. Música clásica es, además, un término muy amplio que engloba diferentes músicas. Tiene más sustancia que la corta era de la música electrónica. Lo que ocurre es que, dentro de la música electrónica, hay algunos hitos que fueron muy importantes para mí, como el jazz electrónico de Miles Davis, y hay momentos en el que el nivel de maestría entre músicos de ambos estilos ha llegado a ser similar. Pero será interesante, en un futuro, comprobar cuánta música electrónica seguirá siendo disfrutable. Será difícil de predecir, pero me pregunto si lo que hacen Boards of Canada lo seguirá siendo dentro de cincuenta o de cien años, por muy fascinante que nos parezca ahora. Es difícil comparar ambas músicas. Puede que la electrónica sea más como un estilo de vida, como lo fue el punk en su momento, como una actitud. Más relacionado con la moda. Por ejemplo, respeto a David Bowie por todo lo que hizo, pero nunca he sido un gran fan suyo porque es un artista que emplea la música, de forma muy artesanal, como un vehículo para crear su propio estilo. La música electrónica me interesaba porque era puramente sobre sonidos y atmósferas, y es verdad que en eso se parece a la música clásica, mientras que el country, o el folk o los estilos de contenido más político, son más aptos para reflejar el zeitgeist o la moda del momento.
Cuéntame algo sobre Leiter, la compañía que has montado junto a Felix Grimm para producción, management, booking y giras.
Él trabaja conmigo desde el principio, desde que fui de gira con Peter Broderick por Europa, en 2008. Felix era el booker de Peter. Nos conocimos el primer día de la gira. Me dijo: “si necesitas a alguien que te haga de booker, cuenta conmigo”. Y desde entonces hemos trabajado juntos, estratégicamente, planificando mi carrera, así que nos parecía interesante encargarnos de un catálogo propio de música, para dar salida a otras colaboraciones y proyectos. El trabajo con mi sello, Erased Tapes, ha sido muy armónico y ha dado muchos frutos, pero no siempre es posible que ellos editen todo lo que les propongo, por falta de tiempo o porque tengan otros planes. Este era el momento de centrarnos en otros proyectos que pueden no tener mi nombre, pero que valgan la pena. Y aprovechar nuestra experiencia en preproducción, booking y desarrollo de carreras, y aplicarlo con nuevos talentos. Tengo muchas ganas de trabajar con otros artistas. También haremos reediciones.
¿Algún nombre que puedas anunciar?
Tenemos algunas ideas, pero sería un poco tonto hablar de ello porque puede fructificar y puede que no, primero nos vamos a centrar en mi propio catálogo y en material que nunca he podido editar, y que a la gente le puede interesar.
¿Estás trabajando en un nuevo álbum? Y si es así, ¿se ha visto influido por todo lo que está ocurriendo en el mundo?
Sí, estoy trabajando. No en el sentido clásico. Siempre estoy trabajando, al tener mi propio estudio. Al menos cuando estoy en Berlín, como es el caso. No tengo un tema específico en mente. Y lo que está ocurriendo me ha influido, pero solo en el sentido de que tengo más tiempo. En mi productividad, que es más relajada. No en el contenido. No voy a hacer un álbum sobre la pandemia, no podría haber nada menos inspirador para mí. No ha sido un año inspirador, la verdad. Ni tampoco sobre el contexto sociopolítico, y menos en un momento en el que echas un vistazo a tu alrededor, ves lo que se cuece en las redes sociales, cómo todo el mundo está odiando a todo aquel que no piensa como uno mismo, cada vez más agresión en los últimos dos o tres años, cómo se descalifican y cómo todo eso nos chupa la energía, y no quieres formar parte de ello. Parece como si cada persona que te cruzas por la calle piense que vive rodeada de idiotas, y así sucesivamente. Lo ves cuando lees lo que dicen cada vez que tienen opiniones diferentes.
Es curioso, porque nos hemos tirado semanas viendo cómo nuestros medios utilizaban el término “polarización” para referirse a todo lo que ha desembocado en las últimas elecciones norteamericanas, sin reparar en que no es exclusiva de ellos, esa polarización la tenemos aquí mismo, en Europa, hace tiempo.
Sí, absolutamente. Y se refleja de forma muy clara en las RRSS, como digo.
En cualquier caso, muchas veces has afirmado sentirte muy satisfecho de esa sensación de felicidad con la que tu público sale de cualquiera de tus conciertos, hasta el punto de sentirlo casi como una religión. Supongo que echarás de menos el feedback con el público en directo, ¿no?
Sí, por supuesto que lo echo de menos. Es uno de los aspectos más gratificantes de mi trabajo. Pero veo tan imposible, tan ilegal en este momento, un intercambio de energía tan total, lo veo tan imposible ahora mismo a nivel tecnológico, que prefiero no hacerme ilusiones, y si en el futuro las cosas se arreglan y volvemos a la situación en la que estábamos – que es algo que está por ver –, siempre me quedará esa sorpresa de las primeras veces. Prefiero verlo así.
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