"Soy un ser muy pasional: muy artista, muy exagerada"
EntrevistasNathy Peluso

"Soy un ser muy pasional: muy artista, muy exagerada"

Alan Queipo — 03-04-2018
Fotografía — Archivo Popstock!

Nathy Peluso va maquillada como una diva de teatro de revista a punto de dar su primera entrevista en cadena nacional después de ocho años. Sin embargo, mientras habla conmigo Nathy Peluso se está cepillando una mousse de chocolate blanco que le traen del postre del menú del día que se acaba de comer en un céntrico bar del madrileño barrio de Lavapiés. Charlamos a propósito de su nuevo Ep, “La Sandunguera” (Everlasting/Popstock!, 18).

Nathy Peluso es todo el rato lo que menos te piensas que será y, sin embargo, es una de las artistas más auténticas que hayan surgido en los últimos años: se fogueó en Youtube con versiones de soul, jazz y r&b; exploró las fronteras de la música fusión, y el año pasado su nombre se expandió con una serie de canciones entre el urban, el r&b, el rap y el trap. Ahora, lanza un nuevo EP, “La Sandunguera”, un ejercicio conceptual con un tratamiento más orgánico, en el que coquetea con la salsa, el blues, los estándares del jazz vocal, la canción italiana y la radionovela. Nos sentamos a hablar con ella mientras se va comiendo los restos de la mousse de la comisura de sus labios perfectamente perfilados.

Las canciones de este disco van a sonar en directo en sus próximos conciertos. Podrás verla en: Vigo (6 abril, Radar Estudios), A Coruña (7 abril, Inn Club), Granada (13 abril, Sala Prince), Sevilla (14 abril, Sala La Calle), Barcelona (2o abril, Sala Apolo -dentro del Ciclo Caprichos de Apolo-) y Madrid (4 mayo, Joy Eslava).

Me llamó la atención que lo primero que digas en el EP sea “¡la concha de su madre!”, uno de los insultos más ofensivos de Argentina. No sé si hay algún mensaje, si hay algún recado entre líneas, si es una descarga hacia algo o alguien…
(Ríe y aplaude) Es una descarga emocional. Me gustaba buscar la contraposición de una sandunguera; por eso empiezo el disco hablando de tristeza. Lo que uno espera de una sandunguera es a una piba refeliz bailando salsa… pero yo creo que incluso las personas que están la mayor parte del tiempo aparentemente felices, están tristes en algún momento. A mí misma me pasa. Todo este proceso tan fuerte que estoy viviendo me está rajando por adentro emocionalmente… hay mucha felicidad, pero también hay momentos que me pierdo, que estoy triste con lo que tengo.

¿Pero estás pasando momentos de tristeza? ¿Hubo algo de eso en la atmósfera con la que grabaste estas canciones?
Soy un ser muy pasional: muy artista, muy exagerada… y como tal, tengo mis momentos dramáticos. Entre ellos, cuando me puse a escribir “Estoy triste”. Ya desde la base de la canción, me llevaba mucho a referentes como Rita Pavone… Cuando empecé a grabar la introducción yo misma me pregunté: “¿por qué estoy triste? Porque estoy hasta la concha de todo el mundo. Me tienen harta todos, pesados”. Pero no por algo en concreto.

¿Pero tenías mucha gente tocándote las narices estos últimos meses para que saques nuevo material?
No fue tanta, porque al final yo soy mi propia jefa y decido cuándo quiero hacer las cosas, pero era más una presión humana, de la existencia. Sobre todo, cuando tanta gente está esperando algo de vos… Pero a mí eso me gusta. La peor presión que sufrí fue una cosa más existencial: vivo, soy ser y me deprimo por situaciones concretas; y a veces estoy hasta la concha de su madre, del odio, de las boludeces, de la envidia… Ese grito del principio, el de “la concha de su madre”, no iba tanto hacia algún sector de la industria, sino a mi manera de relacionarme con la humanidad en general.

Es muy de folclórica eso, muy de Rocío Jurado, de la Pantoja. Pero incluso el disco tiene una narración como de telenovela o de radionovela hablada. No sé si te basaste en algunas cosas estéticas que tienen que ver con estos universos.
Sí, totalmente. Yo siempre parto de lo estético para construir mi discurso, para saber por dónde van a ir las letras. Estudié cuatro años Teatro Físico, y esa influencia teatral, histriónica, performántica, la llevo también a mi manera de expresarme verbalmente. Cuando alguien escuche mi disco no sólo pretendo que escuche buena música, sino que pase por una experiencia: plantear un concepto y que sea entretenido, que haya varios personajes… Y en el disco está la Magdalena triste, la que despilfarra dinero, la vacilona, la salsera, la apasionada… Me encanta jugar con los personajes y las situaciones emocionales.

Pero sí que es un disco que quien venga de escuchar las canciones del año pasado igual va a quedar descolocado. ¿Te apetecía dar un giro radical y que se te deje de catalogar como una artista de música urbana únicamente? Como si hubieras hecho estas canciones para poner a prueba a tus seguidores, y que se queden quienes son capaces de entender tu universo…
Exacto. Yo no vengo a complacer a nadie. Vengo a hacer mi música y a desarrollar mi carrera como creo que puedo aportar algo al mundo. A mí me aburre “Esmeralda”: cuando me lo pongo escucho a una mina ahí rapeando, me veo como limitada…

Y eso que esas canciones tienen menos de un año. Te aburres rápido de ti misma…
(Ríe) Canciones como “Alabame” o “Esmeralda” me parece que son canciones con propuestas muy interesantes, pero siento que ya está, que necesito más. Yo soy cantante, no soy solamente rapera. Me gusta estar con los músicos, ver qué surge. Con Peter Party, el productor, estuvimos mano a mano en la producción de todas estas canciones. A mí me gusta eso, hacer música. El rap me gusta, pero para valerme de él como herramienta, y no para quedarme estancada ahí. Creo que la gente que me sigue va a flipar con el disco, pero para bien. Se les va a abrir otro universo mucho más amplio de lo que es Nathy Peluso. Y quien venga en plan “ay, ¿esta de qué va?”, que se vaya.

Pero sí que se te metió en esa ola de artistas de música urbana. Tú siempre intentaste marcar distancia, pero supongo que serás consciente de que quien se acerque a escuchar el disco va buscando una nueva “Corashe”, una nueva “Daga”, una nueva “Alabame”…
Sí, claro, sé que puede pasar eso. Y quien lo haga, la va a encontrar en canciones como “La Sandunguera”, o en tramos de “Hot Butter”. Pero para mí este EP es evolucionado hacia la calidad. Si bien no creo que mi propuesta haya sido nunca masticable o descartable, quiero alejarme incluso más de ciertas cosas a las que no pertenezco para nada. Que haya matices, sabores, que tengas que entender las cosas… ¡Cuánta más música haya, mejor! Capaz que el año que viene saco un disco de salsa, ¿por qué no? No quiero ser nunca una de esas artistas que hacen algo que te esperes. No va en mí. A mí me gusta sorprender, me gusta habitar nuevos escenarios y conceptos. No voy a ser una cantante clásica de r&b que toda la vida va a hacer eso.

Recuerdo que en la anterior entrevista que te hicimos en MondoSonoro, mi compañero Manuel Jubera te preguntó que querías conseguir con este EP que ahora está en la calle, y tú le dijiste que querías “dejar claro quién es Nathy Peluso”. Ahora que lo tienes hecho, ¿crees que lo has conseguido o que queda más por desarrollar?
Creo que he conseguido mucho con este disco: defino muchas más cosas, encamino mucho más mi concepto, dejo claras mis cualidades vocales y que soy cantante… pero quizás con otro disco más sí que dejo zanjado como es debido quién es Nathy Peluso. Aunque, al final, yo creo que todo forma parte de un proceso, y que quizá nunca se acabe de definir quién es Nathy Peluso; y que Nathy Peluso sea una especie de camaleón impredecible que hace que no te acostumbres nunca a nada en concreto.

Me da la sensación de que siempre que estás presentando un nuevo single o disco o EP, siempre estás avanzando lo próximo. Como si vivieras insatisfecha con lo que presentas.
(Ríe) Me pasa eso, pero porque yo no puedo parar. Hace un rato hablaba con mi mánager y me decía: “Nathy, tienes veintitrés años, pero hablas como si hubieras vivido una vida de alguien de treinta y cinco”. Yo escucho este disco y digo: “sí, está bueno, pero hay que ir a más: hay que tocar con una Big Band, meter bongos, que suene a salsa, crecer”. “La Sandunguera” representa lo que he podido hacer con los medios que cuento ahora; pero creo que puedo dar mucho más si tuviera más dinero para producir, por ejemplo.

¿Se puede decir que estás utilizando “La Sandunguera” como una especie de tráiler para vender un producto más grande y transversal?
Creo que “La Sandunguera” es el comienzo de algo muy grande, pero también la conformación de un personaje que pretendo que sea icónico, y estoy bastante segura de que lo voy a conseguir. “La Sandunguera” es el inicio de una etapa donde prima la calidad: lo que hice hasta ahora formaba parte más de una búsqueda, de un tanteo interno, de una serie de juegos y estrategias con los que me apetecía jugar. Ahora que me están mirando les voy a dar sandunga de la buena; y esa es “La Sandunguera”, y que de aquí parta todo lo demás.

La palabra “sandunguera” me recuerda a aquella canción de Thalía: “soy la hembra sandunguera caliente como un fogón: dulce cuando me enamoro y te entrego mi corazón”…
Es que viene de ahí, boludo… (risas)

¿Es ese ‘universo Miami’ tus principales referentes para crear el personaje de La Sandunguera?
Totalmente. Yo vivo escuchando a Celia Cruz, Joel Gilberto, Antonio Machín, Armando Manzanero, Ray Barretto… todo ese rollo de maracas me nutre muchísimo, y son algunas de las piezas fundamentales para crear este personaje, que no soy solamente yo, sino un espectro de estética, sonido, símbolos, público… Pretendo construir un icono, llevándolo desde lo más pequeño hasta lo más grande.

Ya estuviste de gira por Europa y América Latina, y de algún modo ya estás presentando parte de lo que será la gira de presentación del disco. ¿Cómo están conviviendo las canciones de esta nueva etapa con las de la anterior?
Es difícil. Yo estoy empezando a trabajar en los ensayos para hacer conciertos con banda, concretamente con Big Menu, que es una banda de Barcelona. Una vez que pueda hacer las presentaciones con ellos será más fácil, porque todo se trabajará a partir de lo orgánico, y ese será el principal hilo conductor a través del cual amoldar todo. “Esmeralda” era más lo-fi, “Corashe” era más trapero, “Alabame” es más hip-hop noventas… Y en lo que estamos ahora es en un proceso de investigación de la banda para crear un mismo sabor, que es lo que hacen los grandes: hasta Luis Miguel cuando hace un concierto canta sus clásicos de cuando tenía veinticinco años. Lo importante es que todo tenga una coherencia, y eso solamente lo voy a poder conseguir si lo hago con una banda en directo y con un director musical.

¿Se te están haciendo cuesta arriba canciones de “Esmeralda”, que igual no sientes tanto como las nuevas que estás haciendo?
No es que no sienta esas canciones, en realidad. De hecho, a veces me pongo canciones como “Alabame” para ir al supermercado y pienso: “¡esta mina rapea rebien!”. Además, son canciones que compuse yo, que salieron de mis adentros… pero es lo que hablábamos antes: yo me canso muy rápido y necesito estar dando pasos adelante constantemente, sino no me aguanto ni a mí misma. No se me hace cuesta arriba porque lo que más fuerza me da cuando las canto es ver la reacción de la gente; y la gente se desvive y se desgañita cuando suenan las primeras notas de algunas de esas canciones. En América Latina, con “Corashe”, se arrancan los pelos (risas). Aunque a mí ahora se me hagan pesadas a priori algunas canciones, yo trato de ir evolucionándolas, dándole un nuevo flow, dándole identidades nuevas…
Además, es emocionante pensar que quizás canciones como “Alabame” las hice en chanclas en casa, sin un euro en el bolsillo, hecha mierda, y que ahora tenga no sé cuántos millones de reproducciones… es muy linda la sensación que te produce. Es como ver un hijo crecer.

En “La Sandunguera” dices en un momento: “no sé si estoy haciendo música urbana, lo único que sé es que me escucha tu pana (…) abre tu ser: veo tu mente llana”. ¿Ves mucho fundamentalista en el circuito de la música urbana?
Estamos muy acostumbrados a querer encasillar a todo el mundo, pero yo recuerdo que hasta hace unos meses todos los medios me decían: “claro, porque tú haces hip-hop y eres trapera…”. Y era un poco desesperante. Ahora ya ni me meto, pero hace un tiempo me metía a ver los comentarios de los vídeos y había algunos que decían: “Esta tipa, ¿quién se cree que es? ¿en qué idioma habla, por qué no entiendo un carajo lo que dice?”. ¡Abrí tu puto orto y entendé la vida, porque la vida no es un esquema, hay que abrirse y disfrutar! El objetivo de mis canciones es provocar sensaciones, aunque no sean buenas, incluso. Que a lo mejor les moleste cómo canto, o que no me entiendan…

Si no les va a gustar, que al menos te odien, ¿no?
Claro. Como decía Soledad Pastorutti: “prefiero que me odien, pero nunca me olviden”. La cuestión es que la gente viva y reaccione con tu música. Para mí, la música de calidad es la que te hace sentir y te transporta a algo.

Mencionas lo del lenguaje. Es verdad que llevas el spanglish a un nuevo nivel...
No es del todo spanglish, es argenspanglish italo-cubano o algo así, como un nuevo lunfardo.

¿Qué idioma es? Parece una proyección de algunos de tus personajes posibles, pero también de esa alma apátrida, esa mujer de ningún lugar y todos, ¿no?
Yo estudié muchos años Teatro Físico con muchos cubanos; y he estado siempre muy en contacto con muchos latinos; mi pasaporte es italiano y me fascina ese idioma; yo soy argentina; me encanta el acento de los latinos que viven en Miami… y al tener tanta mezcla, haber tenido una vida tan nómada, y al componer tanto con la sonoridad del lenguaje, sale algo diferente. No necesito que me digan que “corashe” no existe: yo ya sé que es “coraje” la palabra, no soy pelotuda; pero la sonoridad y la emoción que genera esa nueva palabra te provoca otras cosas. Me vuelve loca cuando la sonoridad de una palabra te acaricia las orejas. El acento que pongo en el disco es un acento nuevo: no es ni el de “Esmeralda” ni en el de “Alabame”. Es un acento que a veces sale más latino, a veces más rumano…

Pero sí que hay como que descifrar un código. Hay mucho de lenguaje argentino muy profundo, palabras que es imposible que las entienda nadie si no ha vivido allí…
A mí me gusta mucho reforzar el lenguaje o el dialecto argentino. Me encanta a la gente argentina hablar en esos códigos súper cerrados. Yo hace mucho que no voy a Argentina e investigo mucho a ver qué palabras nuevas se dicen, incluso. Me pongo a escuchar conversaciones y de todo. ¿Cuántas raperas argentinas hay que exploten internacionalmente su lenguaje? Yo no soy muy entendida, pero muchas no habrá, porque si no las conocería…

Bueno, hay algunas si estás muy metida en el circuito, como Sara Hebe o Miss Bolivia, pero no tienen un alcance tan global como Ana Tijoux o Mala Rodríguez, por ejemplo…
Claro. Y, además, lo siento por ellas, pero yo estoy cantando estas putas canciones por toda Europa y toda América; y esa gente está aprendiendo cosas nuevas, y hay palabras argentinas que las conocen gracias a mí. Estoy culturizando a mucha gente de cosas que sólo conocerías si estás en Latinoamérica.

¿Tú viniste hace más de diez años de Argentina, no?
Sí, llevo como trece años acá.

¿Y sientes cosas en común entre tu discurso y el de algunos artistas argentinos? Cosas que igual escuchaste más inconscientemente por tus padres cuando eras muy chiquita.
Sí, claro. Grupos de los setenta y ochenta como Serú Girán o artistas como el Flaco Spinetta, Atahualpa Yupanqui. Yo creo que el universo de Serú Girán y Spinetta, que es tan mágico y abstracto, tiene mucho que ver con mi lenguaje, tan poético. Creo que sobre todo en el caso de Spinetta, se nota que también utilizaba recursos muy sensoriales. Tiene una poesía indescifrable para muchos. No lo hacía para agradar a la gente ni que se le entienda explícitamente, sino que componía con lo que se siente.

También en esa sonoridad de tus palabras hay mucha sensualidad, lo que tú llamas el “sexy mind mood”. ¿Hasta qué punto te gusta proyectar esa imagen de femme fatale del siglo XXI?
Totalmente. Para mí el sexo es esencial en las relaciones humanas. Es una fuente de energía, de renovación, de pasión, de conectar con tu animal interno… pero también es una herramienta de creatividad inmensa. De hecho, “Kun Fu” es un tema que en realidad viene de un relato sexual, de principio a fin. Pero, en general, me gusta mucho jugar con ese personaje erótico y explotar esa especie de icono noventas o femme fatale contemporánea, como decís vos. Siempre, en todas las generaciones, ha habido un icono de mujer fatal y es algo muy teatral.

Se te ha preguntado algunas veces por el feminismo, pero tú siempre eres muy precavida. ¿Por qué siempre te distancias tanto de la reivindicación feminista?
Porque yo no soy una estudiosa del feminismo. Nunca he leído sobre feminismo ni me he interesado a fondo. Sí que desde muy chiquita se me ha inculcado que no importa lo que tengamos entre las piernas, que todos somos personas, seres humanos iguales, y para mí lo que hay que promover es el respeto, la igualdad y el amor. Y en el momento en que te preguntan cómo te sientes por ser una mujer en la música, ya hay una barrera: se está siendo machista por marcar esa diferencia. O cosas del tipo: “¿cómo te tratan en los festivales siendo mujer?”. O: “¿has tenido alguna mala experiencia?”. Todo eso a mí me aburre soberanamente. Soy una mujer fuerte, del mismo modo que hay tipos fuertes, y no voy a permitir que nadie me falte el respeto, pero no por ser mujer, sino por ser persona. Creo que hay artistas que se aprovechan a veces y que se erigen portavoces de una causa que muchas veces ni conocen. Es un juego que me da mucha pereza. El feminismo es una causa a la que hay que tener mucho respeto, y que ha llevado muchos años estar donde estamos. Para mí lo que hay que hacer es actuar en pro al respeto y a la igualdad. Vos y yo somos iguales y da igual que tengamos pito o conchita.

“Sé que tengo poder en mis palabras y voy a poder aprovecharme de eso”, dijiste en una entrevista. ¿Cuál es el poder que quieres que trascienda en tu discurso; aquel por el que recordar siempre a Nathy Peluso?
(Piensa unos quince segundos) Tengo mucho que decir, pero yo creo que la sinceridad es la clave central, a través de la que se articula toda mi obra. No pretendo agradar a nadie, solamente hacer música de calidad. La sinceridad y el amor por lo que haces son componentes esenciales para que eso salga bien. Si lo haces con pretensiones de fama, dinero o agradar en general, va a ir mal. Yo hago lo que hago porque me sale de adentro: yo no elegí ser cantante, sino que esto me eligió a mí. Mi lema es hacer de verdad por lo que sientas que el mundo te ha traído. Ser sincero con vos mismo y amar de verdad lo que haces. Si sentís que eso no es, búscalo de verdad, pero no te quedes a medias.

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