Parece que fue ayer cuando conversé con el compositor y cantante Matthew Caws a propósito de Minor Alps. Pero hoy toca hablar de lo nuevo de su banda matriz, el cálido “Never Not Together” (City Slang, 20), que pone de nuevo la humildad del power pop y el optimismo por bandera. Matthew vuelve a ser encantador y me da alguna insospechada referencia, como Asurancetúrix, el bardo maltratado de Astérix. Lo presentarán aquí en marzo: Valencia (3), Murcia (5), Madrid (6), Bilbao (7) y Pamplona (8).
Han pasado casi cuatro años desde “You Know Who You Are”. Aunque publicasteis también aquel directo orquestado, “Peaceful Ghosts”…
Bueno, los discos en directo no cuentan. Sí…a ver, me he casado, he tenido un bebé y nos mudamos a Inglaterra. Quizás un súper hombre, un humano muy evolucionado, podría haber sido capaz de mantener el calendario de un grupo de rock, pero yo tuve que parar un poco. No he podido tanto tiempo componiendo, y por diversas razones, no teníamos canciones suficientes.
¿Dadas las circunstancias, os propusisteis hacer y sacar algo especial?
Mmm. Bueno, lo que puedo decir es que las cosas fueron diferentes: Mi mujer y yo tuvimos un bebé y la banda vino a Cambridge para ensayar, cosa que nunca habíamos hecho antes. Como todo el mundo tenía que viajar mucho, estuvimos tres semanas ensayando. No sé. El productor es Ian Laughton, que es nuestro tour manager y técnico de directo. Hizo alguna producción hace mucho tiempo con Ash, pero sobre todo es un tío increíble con el sonido en directo. Además, por encima de todo, es muy jovial, lo cual fue fantástico, porque el disco se hizo bajo circunstancias especiales.
“Si nos hubiéramos forzado a vivir en la misma ciudad, igual el grupo no habría durado”
¿A qué estudio fuisteis?
A Rockfield, en Gales. Es un sitio alucinante. Soy muy fan de Echo & The Bunnymen y sus tres primeros discos se grabaron allí. “Shake Some Action” (76) de The Flamin´Groovies también se hizo allí. Es un lugar increíble.
Es flipante que siga operativo…
Sí. Y la otra cosa es que decidimos estar juntos todo el tiempo. En el pasado, un poco para ahorrar dinero, lo que hacíamos era grabar todos y luego me quedaba yo solo para terminar los detalles. En esta ocasión nos quedamos todos para acabar las canciones. En ese sentido, es un disco más grupal que otros. Sólo porque había más opiniones involucradas, y eso está muy bien. Cuesta más, pero creo que es mucho mejor hacerlo así.
Otra cosa: ¿habéis cambiado de guitarrista, o Doug Gillard no está en el grupo? Lo digo por la foto de promo en la que no aparece.
Doug Gillard, de Guided By Voices, ha estado tocando con nosotros durante mucho tiempo, pero sólo toca unas pocas canciones en éste. No estuvo en el estudio cuando estábamos haciendo la base. Estuvo en “You Know Who You Are” (16) pero…la cuestión es que no podemos tenerle siempre, Es decir, como banda no podemos permitirnos que él esté permanentemente, así que toca con nosotros de vez en cuando. A mí me encanta. Es algo así como mi guitarrista favorito. Lo que hemos hecho es que Louie Lino, que toca los teclados desde hace tiempo, se involucrara desde los ensayos. Y los teclados son como más esenciales en el sonido.
Influencia de New Order…
Claro, claro. Dios, me encantan.
Está claro que en el single “Something I Should Do” habéis intentado hacer algo distinto, con toda esa parrafada que te marcas y el ritmo. ¿Es así?
No a propósito, pero es curioso. No hago planes para decidir por si una canción va a sonar a ZZ Top (recuerdo haber metido unos teclados y que sonara un poco a ZZ Top). Pero…no. Lo que es diferente es que, como compositor, normalmente coges una idea, grande o pequeña, y tiendes a condensarla en doce versos, algo muy simple. Y es muy divertido de vez en cuando -y de vez en cuando para mí es cada veintiséis años, porque ya lo hice en “Popular”-, en lugar de reducir las ideas, cogerlo todo.
La historia es la siguiente: Daniel me mandó un mail diciéndome que alguien en Francia escribió en Twitter que deberíamos hacer una nueva versión de “Popular” sobre los medios sociales y los memes. Yo pensé que era una idea malísima (risas), pero intenté ser amable y la cosa es que me quedé con ella, porque me lo había mandado Daniel y me dijo que debería pensarlo para esta nueva canción. Seguía pensando que era mala, pero como venía de Daniel le seguí dando vueltas. No quería hacerlo, pero me estaba haciendo pensar.
Ya…
Oigo mucho rap, me encanta el sonido de las ideas rápidas, su energía, me estimula mucho. Así que la cosa se quedó ahí en mi cabeza, y un día fui a visitar a mi amiga fotógrafa Autumn De Wilde y cantante de Starcrawler a Londres. Voy a ver a Starcrawler, y el día antes cojo el tren y hace un día precioso y voy mirando por la ventana pensando lo bueno que sería que ella entrara en el grupo, y entonces escribí toda la parrafada en diez minutos. Luego en el estudio, cogí el papel y leí todo de arriba a abajo. Y bueno, lo que sucede es que ¡algunas preguntas son tan grandes que no sabes qué decir! Creo que el mundo moderno es una locura. La canción ha migrado a una conversación y todos vivimos ahí, en esa conversación. Yo también. Paso muchísimo tiempo online o en Twitter. No creo que sea una buena idea, pero el hecho es que es así. Puedo pensar que sería mucho mejor escribir un libro, pero la realidad es ésa.
Que pasas gran parte del tiempo delante de una pantalla. Estás enganchado, lo quieras o no.
¡Sí! Lo estás, por lo tanto es real. Es una locura. Creo que necesitamos empezar de nuevo y encontrar nuevos métodos y reglas. ¿Cómo podemos ser buenos en este contexto? Sabemos cómo funciona la cooperación. Yo siempre pienso en la gente que conduce ahí fuera. Es realmente impresionante, se respetan las reglas. Tenemos muchísima buena voluntad. El nuevo single que se estrena hoy en un par de horas se llama “So Much Love” y va de eso, de la buena voluntad. Somos buenos en ello. Y lo puedes ver en los niños de dos o tres años. Son muy violentos. Lo he visto con mis críos, saben cómo volverte loco con sus impulsos negativos, pero aún más grande que eso es que son buenísimos, adorables. Cuando cogen un berrinche, es porque les gusta mucho como eran las cosas antes. O sea, siempre se trata de amor, incluso cuando están enfadados.
“A estas alturas me parece que tenemos un contrato social con nuestro público”.
De hecho, me parece un disco muy optimista, ¿no?
Sí, totalmente. En mi familia ha habido algún caso de depresión y me parece que a mí me ha tocado un poco, pero prefiero con mucho estar contento. Cuando crecía me gustaba mucho la música gótica y su estética, pero ni se me ocurría ir de gótico porque no iba a hacer un buen trabajo (risas). Pero por encima de todo, no quería celebrar la oscuridad. Nunca he querido hacerlo. Me fascinan y me gustan algunas películas de crímenes como a cualquiera, tipo “El Padrino”, pero no me parece que haya nada romántico en ello, mientras que la positividad sí me parece romántica.
Aún así, disfrutas de Echo & The Bunnymen…
Me encantan, son increíbles. Y es verdad que tienen un lado oscuro precioso, pero hay cierta música gótica que está siempre con el Demonio y el Mal, mientras que los Bunnymen hablan más de estrellas, son como más románticos.
Hablando de optimismo, ¿de dónde viene el título del disco?
Dudo contarte esto pero tengo que hacerlo: se lo robé a Bon Iver. Hay un podcast llamado Song Exploder, que es fantástico, te encantaría a ti y a todo quien esté metido en el mundo de la música. Te cuentan durante veinte minutos todo lo relacionado de una canción, desde quién la escribió a los técnicos que la grabaron, y hablaban de una canción de Bon Iver que se llama “Holyfields”, y justo al final dice algo parecido a lo que digo yo en “Something I Should Do”: “las matemáticas sagradas significan que somos iguales…” En mi cabeza me sonaba mejor “santas” porque “sagradas” significa “intocables”. Al fin y al cabo de lo que está hablando es que no importa tu color. Es el argumento hippie, pero por supuesto, es verdadero, especialmente si ves nuestro planeta desde el espacio. Nunca estamos sin estar juntos. Ayer veía una entrevista con uno de los astronautas del Apollo XI que alunizaron y decían que no habían pensado en el momento en que verían la Tierra, y que cuando la vieron se quedaron como: “Oh, Dios mío, hemos puesto todo este enorme esfuerzo en llegar aquí y en realidad lo único que importa es lo que hacemos allí”. Así que desde esa distancia, sin duda nunca estamos separados. Es una idea positiva.
Y sin embargo, viviendo en Inglaterra has tenido que ser testigo de primera línea de todo el lío del Brexit. ¿Tienes una opinión al respecto?
(Pausa) Por supuesto, es una auténtica tragedia. Y es trágico que se haya llevado a cabo sin ningún motivo. Simplemente, David Cameron quería sostener su coalición. Nunca debió ocurrir. Y no tengo nada brillante que decir al respecto más allá de que me produce mucha tristeza. Mi hijo de quince años tenía que ir a ver los campos de batalla de la I Guerra Mundial para un trabajo del colegio y fuimos juntos a Bélgica y el norte de Francia. Ver aquella realidad te toca algo dentro... Desearía que todos los que votaron por el Brexit fueran a esos cementerios para sentir lo milagrosa que es la paz en Europa y lo que vale la pena mantener la idea de Europa por pequeña que sea, aunque sea de modo simbólico. Da igual que la UE sea poco práctica, todas las regulaciones, ¿qué más da? Merece la pena aunque pierdas un montón de dinero. Es una estupidez y me aflige.
¿Cómo de complicado es para vosotros, como grupo, vivir en diferentes sitios?
Vivimos en cuatro ciudades diferentes, sí. Antes de tener al bebé iba mucho más a Nueva York. El teclista vive en Austin, Texas. Ira (batería) vive en Florida. Es bastante locura.
¿Y no tenéis ni local?
Qué va, es caro. Lo alquilamos una semana cuando vinieron a Cambridge. Y unos meses después, otra semana.
O sea, que básicamente tocáis juntos sólo en directo.
Sí. A ver, echo de menos vivir en el mismo lugar, pero el hecho es que si nos hubiéramos forzado a vivir juntos en el mismo sitio, ignorando cualquier impulso de nuestras vidas personales, puede que la banda no habría durado. Tienes que permitir que tu vida personal vaya por sus cauces, porque eso al final beneficiará al grupo.
Y a tu salud.
Sí, sí. Porque el stress que te provocará no hacer lo que te dice tu corazón será terrible.
Es un hecho que muchísimos grupos se rompen en la carretera, discutiendo…y vosotros habéis llegado hasta aquí. ¿Cómo lo habéis hecho?
Podríamos haber hecho más discos si hubiéramos estado en un mismo lugar, pero no habrían sido tan buenos…o quizá habrían sido mejores y nos habríamos separado. La amistad está ahí. Y ser objetivo respecto a la suerte que tienes. En todos los conciertos el público es siempre muy amable con nosotros. Es bastante alucinante. A estas alturas me parece que tenemos un contrato social (risas).
“Para mí es muy importante que un disco no te haga daño a los oídos”.
Siendo vuestro noveno disco contando todos, ¿te parece que es un disco maduro en el buen sentido de la palabra?
Oh, sí. Creo que sí. Venía pensando en esa cita de Joe Strummer que decía algo así como “quiero envejecer con mi público. No quiero ser un tío de cincuenta años cantando a críos de dieciocho”. Bueno, si a un montón de chavales de dieciocho años le gusta este disco, genial, pero creo que es así. Quiero ser maduro porque estoy sintiéndome un poco menos dramático. Cuando era más joven era muy nervioso, tenía mucha ansiedad, ahora estoy más calmado, y eso creo que es estupendo. Me alegro de ser mayor. No sé si te refieres a eso.
Sí: más reposado, es difícil de explicar. Enlazo con otra pregunta Vuestros discos siempre han sonado muy cálidos. Por desgracia, no es el caso de bastantes discos contemporáneos. ¿Hasta qué punto es importante que vuestros discos suenen así, o el modo en que grabáis?
El modo no es tan importante, porque esa calidez puede llegar de muchos sitios, pero es fundamental hasta el último momento. Lo masterizamos con Geoff Pesche en Abbey Road y mola tantísimo...lo íbamos a hacer en Nueva York, pero el otro tío se puso enfermo y tenía dos días para encontrar algo. Y era como: espera, estoy en Inglaterra. ¿Abbey Road? Incluso con el máster, que es la última etapa, lo oía con el ingeniero en cascos y queríamos que fuera emocionante pero que no doliera. Para mí eso es muy importante. Que no te haga daño a los oídos. Tiene que tener esa viveza, no debe ser aburrido, pero debes poder estar mucho tiempo oyéndolo.
Cuando tenía catorce, quince o dieciséis años, oía música diez u once horas al día. Mi padre nos solía hacer muchos regalos, pero un día apareció con un Walkman, el primer modelo que sacaron. Me cambió la vida. Me pasaba con él todo el día feliz. Desde ese punto de vista, es muy importante, tiene que ser todo lo cálido que pueda ser.
Rockfield, Abbey Road…es vuestro disco “británico”.
Lo sé, es de locos. Producido por un británico, hecho allí…no sé qué significa británico, pero es así.
El hecho es que se nota que os gusta la música. Publicasteis incluso un disco de versiones (“If I Had a Hi-Fi”, 10), una de ellas de Mercromina (“Evolution”). ¿Tuvisteis a determinados artistas en mente al hacer este disco?
No estoy seguro. ¿Las tuviste, Daniel?
(Daniel Lorca se incorpora momentáneamente). La única vez fue cuando hacíamos las cuerdas. Yo estaba oyendo un montón de cosas guays de cuerdas, y hay dos o tres canciones de los Stones en los que molan mucho. Por supuesto, una de ellas era “You Can´t Always Get What You Want”. Había una conexión porque la madre de Phil, el que las hizo, había sido parte de la Filarmónica...Creo que fue lo único.
(Matthew Caws) Es la típica pregunta que no se me da bien en el momento. Me gustan tantas cosas...
¿Cómo te sientes al mirar atrás y ver lo que habéis conseguido desde los noventa?
No suelo hacer esto demasiado. Es decir, cuando estoy mal, miro atrás y me doy cuenta de que hemos hecho un montón de cosas en estos veintiséis años. Es bastante milagroso que hayamos tenido la oportunidad de seguir. No creo ser una persona especialmente tenaz o centrada en una sola cosa, pero cuando echo la vista atrás me digo a mí mismo que sí, que hemos seguido haciendo esto. Te pongo un ejemplo: me tengo que aprender la letra de “Something I Should Do” para el directo, y estaba esta mañana en el avión muy cansado, pero me he dicho que tenía que ponerme a escribirla y he vuelto a sentir esa energía por hacer algo, cuando un minuto antes no tenía ninguna. Es lo que me hace centrarme pero…no estoy respondiendo a tu pregunta. ¿Qué cómo me siento? ¡Genial! (risas).
¿Crees que el negocio de la música era más ingenuo en los noventa?
No sé, lo veo un poco como un fractal. La ingenuidad está renaciendo constantemente, como el mundo en el que vivimos. Está siempre floreciendo y procesándose. ¿Era Nueva York más salvaje entonces? Sí, pero lo que sucede con las ciudades, y estoy seguro de que pasa algo parecido con Madrid, es que los espíritus más salvajes, inadaptados o independientes se van a mudar siempre ahí, independientemente del precio de los alquileres. Así que renacerá una y otra vez. Creo que el mundo era más ingenuo en su relación a la modernidad, no a la música. Algunos problemas como el cambio climático parecen nuevos pero siempre han estado ahí, lo que es nuevo es que afectan a la gente.
¿Y cómo valoras hacia dónde ha ido la industria?
No tengo ninguna opinión, pero probablemente sea mejor ahora para la gente joven, que puede explorar toda esta riqueza y belleza que tiene a su disposición. Eso es alucinante. Ahora, si piensas en la gente que intenta ganarse la vida, creo que tiene gracia, porque…¿conoces los comics de Astérix? ¿El bardo?
Sí, soy fan de la etapa clásica de Goscinny y Uderzo.
Siempre acaba colgado del árbol al final…Históricamente, el bardo no ha tenido nunca una piscina gigante. Los últimos cincuenta años han sido una -aberración suena muy negativo- excepción total. Entonces, volver a la noción de que ser un bardo es simplemente un oficio normalito, un trabajo, no es malo. En realidad, es algo que se alinea con la realidad. A mí me siguen flipando los primeros discos de Kanye West, pero se le llenaba la boca diciendo que es un genio, bla bla bla. Y el modo en que pensamos en los genios es poco realista. Es: vale, son sólo Van Gogh, Da Vinci…pero la lista real de gente que ha hecho obras de arte geniales es más amplia. ¿Por qué esa pequeñísima porción de músicos tiene que ganar tanto dinero? Es desproporcionado. Así que ahora todos somos un poco Asurancetúrix.
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