Quizás cuando muchos escucharon por primera vez el que fue el primer reggaeton amb violins, no podrían haber imaginado que en poco menos de dos años, y sin haber lanzado su disco debut, su autora lograría colgar el cartel de todo vendido en el Sant Jordi Club de Barcelona, en menos de un mes. Pero algo se podía intuir. Después del lanzamiento de “Sembla Mentida”, febrero de 2023, la carrera de Mushka se disparó como la espuma. Dos mixtapes de éxito, doble sold out en la barcelonesa Sala Apolo y una creciente fan base que gana adeptos a cada tema. Dos años después, la pichichi del nuevo pop catalán ha lanzado el esperado “Nova Bossa”. Hablamos con su autora de su meteórico inicio en la industria, colaborar con Guilllem Gisbert y sobre todo, buscar hacer música desde el respeto y la pasión.
Si a día de hoy a algunos les cuesta creer su éxito, a ratos parece que a ella también. “El año pasado fue muy intenso, frenético. ‘SexySensible’ iba a ser un EP de paso, pero funcionó increíble. Tenía muchas ganas de hacer un disco debut, una presentación en la industria. Quería volver al estudio con los de siempre y encontrar un espacio seguro para componer. Y de ahí salió ‘Nova Bossa’”. Fútbol y Brasil, pero también grandes dosis de reflexión sobre una carrera que acaba de empezar. “Es un álbum que habla un poco de la nostalgia y de las figuras que me han acompañado”. De los diecisiete a los veinte. “Estos años me han aportado cosas super positivas, pero es inevitable pensar en cómo ha cambiado mi vida. Lo que más me ha marcado la infancia ha sido estar con mis amigos, ir a jugar a fútbol con ellos, quedar para ver los partidos. Esto para mi simboliza la unión de familia y amigos. Por otro lado, la música me ha acompañado siempre. Tocaba la trompeta y he tocado bossa nova toda la vida. Estos dos pilares me permiten expresar, desde la más pura sinceridad, aquello que soy”.
"Me gusta hacer un bolo y que la gente cante lo que estoy viviendo"
Su sonoridad, para un debut de alguien de Vilassar, podría ser tachado de apropiación cultural, pero nada más lejos de la realidad. “Creo que a todos nos pasa un poco inevitablemente desde el privilegio europeo. Pero queríamos ser coherentes y consecuentes. Decidimos ir a Brasil, trabajar con gente de allí, y que nos enseñaran cómo hacerlo. Nos gastamos todos nuestros ahorros. Al final, aquí nos llegan muchos inputs de América Latina, pero te llega su versión más comercial para un consumo rápido. Queríamos hacerlo bien, con respeto, porque al fin y al cabo es una cultura muy diversa. Fue muy interesante trabajar con su gente para encontrar el sonido del álbum”. Con las maquetas trabajadas después de días de retiro en una casa en la montaña con sus habituales colaboradores Roots y Bexnil, a quien se les sumó Lluís Cabot de Da Souza, se embarcó en once días de estudio en Sao Paulo. “La idea nació de la inquietud de explotar un poco más la sonoridad que teníamos con los midis. Yo tenía claro que quería grabar todos los instrumentos en estudio. Entonces lo vi claro: currar con alguien que nos ayudará a decidir qué instrumentos y que músicos irían mejor en cada tema. Y así lo hicimos, grabamos todos con gente local”.
A este disco se le suman además grandes colaboraciones nacionales. Por un lado la de la mallorquina Maria Jaume, quien fue un referente para crear “NOVA BOSSA”. “Encontrar este nivel de sinceridad en su álbum [“Nostalgia Airlines”], como habla del turísmo y de la distancia, con una sonoridad tan mainstream, me inspiró mucho”. O la más sorprendente y celebrada junto a Gullem Gisbert, frontman de Manel y ahora al frente de su propio proyecto. Un uno contra uno que culmina en una victoría para ambos. Después de conocerse por una entrevista para el Primavera Sound, y no poder lanzar un tema que originalmente era de Gisbert, por tiempos, cuando Mushka se encontraba en el estudio vio clara la oportunidad. “Justo estaba haciendo el álbum, y le dije ‘Si quieres, probemos ver si sale algo, Esta es mi idea, a ver qué te parece, pero sin presión, porque entiendo que es un poco liada’. Al final fueron dos sesiones en el estudio. Me enseñó un montón y yo creo que a él también. Fue una cosa divertida y eso me lo quedo para siempre. La primera hora estábamos los dos bastante nerviosos. Yo estaba rezando para que mi cerebro fuera ágil aquel día. Pero cuando empezamos a hacer música fue como ‘Vale, estemos haciendo lo que nos gusta’. Y la verdad que el proceso creativo me encantó, me ayudó mucho con las melodías y la composición. Fue genial”.
Pero, incluso estando perfectamente acompañada, “NOVA BOSSA” es un disco que nos permite conocer quién es Irma Farelo, más allá de la figura de Mushka. Desde el primer momento queda claro que su familia siempre está en primera línea. “Hablo de una manera muy sincera de cómo me siento muy protegida, más allá de por qué pueda conocer la gente a mi familia. Somos muchos en casa y nos interesan a todos casi las mismas cosas y eso hace que siempre lo podamos compartir. He tenido la suerte de poder interesarme por la cultura y tener una familia que me hace sentir segura de lo que hago”. Pero como cualquiera, más allá de esta seguridad, muchas veces puede llegar a cuestionarse, incluso verse invadida por el síndrome del impostor “Justo ‘MUSHKINHA LET’S PLAY SAMBA’ va un poco de la dualidad entre decir ‘Fua, somos los putos amos, pero en verdad no’. Quizás de aquí unos años me recordaran por un solo tema y yo seguiré intentando rascar la última moneda. Pero todo desde el cachondeo y un poco a ver si aguanta. Y si no aguanta, ya lo hemos vivido suficiente, ya nos lo habremos pasado bien y eso era lo que tocaba”. Inevitablemente, siendo la hermana menor de Bad Gyal, le pregunto si quizás su éxito le resulta una mayor presión. “Mi cerebro no puede ni hacerse a la idea de la comparación. Son caminos distintos, ligas distintas. Al revés, vivo su éxito disfrutándolo desde ser su hermana y estar orgullosa porque es un nivel de éxito que no entra en mi cabeza”.
Pero si hay un tema que cruza prácticamente todo el disco es el amor. De las barras guarras al romanticismo. “Había épocas de mi vida en las que el amor me acompañaba de otra forma y lo he expresado tal y como me sentía. Ahora, a la hora de componer, me gusta tener claro el tipo de relación estoy hablando. No me gusta ir haciendo líos a la gente. Hay algún tema que lo habría escrito la Irma de hace dos años, por ejemplo, el de Maria Jaume, que es algo más tóxico. Pero después, por ejemplo, ‘MIMENINA’ es idolatrar a una persona, y estar contenta de que te haya tocado a ti. Estoy contenta de poder hablar de lo que me acompaña, de mi realidad. Me gusta hacer un bolo y que la gente cante lo que estoy viviendo. Y también que la gente se pueda sentir identificada en diferentes puntos del amor. Después, obviamente, pues ya las barras guarras, nunca se irán, pero ahora además hay otras cosas”.
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