“Qué puede salir mal” incluye diez temas propios y dos versiones en las que el catalán defiende lo que él mismo define como “sonido rumbaorleans”. En la terraza de las oficinas madrileñas de su discográfica, El Volcán, va respondiendo a mi cuestionario con la cercanía que le caracteriza y con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Han pasado siete años desde tu último disco, “El jiro”, pero no has dejado de hacer cosas. En 2018 te llamó Fito para ser el artista invitado en su gira “20 años”. ¿Qué supuso para ti aquella llamada?
El pequeño es muy grande. Esa gira ha sido un antes y un después. Que me llamara ya me hizo una ilusión brutal. Me estaba acostando además. Me fui a lavar la cara para poder hablar con él y llamarle. “¿Qué pasa Fito?”. Es un señor, nunca nos ha llamado teloneros a los que hemos abierto sus bolos, te llama artista invitado. Eso es elegancia. Toda esa gente es como un campamento, es brutal. El rollo que se respira es increíble, es como haber estado en un campamento durante mucho rato. Ya nos conocíamos, ya le admiraba, pero hostia, el ver esa gira desde dentro, todo el mundo que conocí… Me gustó ir solo para poder empaparme y disfrutar. Un día me iba con el equipo técnico, otro con los músicos, con el equipo de catering… Pude compartir momentos guapos con todo el mundo. Y las maneras del pequeño de flipar. Aquí no se recoge el comedor hasta que el último que venga de trabajar no haya comido. Fantástico.
"Cuando voy a grabar me tienen que atar los pies, porque siempre está el pie sonando. Soy incapaz de hacer música sin mover el pie"
Acaba la gira, viene la pandemia, y ya en 2021 empiezas a sacar singles que ahora aparecen en el álbum. Empezando por “El club del paro”, para la película homónima. ¿Cómo abordaste la composición de un tema para una banda sonora? ¿Era la primera vez?
Había hecho cosas para alguna serie. Y también han cogido música mía para utilizar en películas, pero no es que yo las hubiera hecho para eso. El caso de “El club del paro” fue distinto, porque David Marqués tenía claro que fuese yo. Lo tenía más claro que yo, que le llegué a decir que no como diez veces. No se me ocurría nada, había leído parte de los guiones, pero es muy difícil hacer una canción sin ver nada. Y un día me dio la clave: “Son cuatro tíos que no saben ni por qué son amigos, porque cada uno es de su padre y de su madre, pero que se juntan en el bar e intentan arreglar el mundo, con la efectividad que eso conlleva” [risas]. A mí eso me trasladó a mi barrio, a mis colegas de toda la vida. Ninguno es músico, y pensé en nosotros. Yo no he parado nunca de hacer cosas: dar conciertos, construir historias, cambiar de sitio… Había vivido una experiencia parecida a estar en el paro, que era la pandemia. De repente estaba en el pueblo de mi madre. Era raro no poder coger la guitarra ni siquiera para ir a visitar a alguien. Cuando salía al balcón empezaba a tocar flojito, pero me escuchaban tres o cuatro que no sabía ni quiénes eran y me decían: “¡Dale caña, Jairo!”. Empezaba a tocar más fuerte y empezaba a salir gente. Me iba para dentro y decía “He podido aportar algo”. Pero esperando a que aquello pasara y subiéndome por las paredes. La incertidumbre de decir: “Hostia, ¿cómo vamos a remontar nuestro trabajo, que es de cercanía y contacto?”. Lo pasé fatal. Fui de los primeros que salió a tocar, pero cuando llevaba tres conciertos me eché para atrás, porque con las normas era muy difícil. Me resultaba raro y lo pasaba mal, porque a veces me venía un promotor y me decía: “Jairo, no animes mucho a la gente”. Y yo pensaba: “¿Y entonces, a qué he venido?”. Así que decidí que iba a parar hasta que las cosas volvieran a su cauce, porque aquello no podía ser. Estuve colaborando en bares de amigos, construyendo trampas sonoras, haciendo apaños. Me gusta hacer reformas y me hinché a hacer apaños a un montón de colegas. Y deseando volver a la carretera y a los escenarios.
En 2021 publicas también “Tu nombre”, que no está en el disco. ¿Te apetecía dejarlo como una cosa aparte?
Es una canción que es del próximo disco realmente. Se tarda mucho tiempo en madurar un disco. Desde que lanzamos “El club del paro” y “Demasiada agua”, hasta que ha llegado este disco ha pasado un tiempo. Y mola que tenga ese fueguito lento para que quede realmente chulo. Que no te cueste defenderlo. Hay que trabajarlo muy bien. Y lo de los lanzamientos es de puta madre, porque he lanzado ya dos canciones de lo que es el próximo disco, “Tu nombre” y “Me quedo con tu olor”.
Esa salió en 2022. También lanzaste “El bailarín nocturno”…
Sí, porque ahí ya como que se bifurcan los dos discos. Hubo un momento en que no sabía por qué disco empezar. Tenía claro este disco que va mucho de la ironía, de cosas más sociales y de una mirada más hacia la calle, con un toque a la empatía.
En la nota de prensa se recalca que es un disco sin canciones de amor.
Sí, pero hay dos que se han colado. Hay una canción de Melón Maguilaz. Con él estuve diez años en Trimelón, éramos los compositores de aquella banda. Empezamos a hacer un disco de Melón, pero se nos fue muy pronto. Al final fue un disco póstumo del cual no pudimos hacer promoción porque no tenía sentido. Pero es necesario que esté esta canción, porque quería que la gente vaya a buscar ese disco si le ha gustado. Es “Los besos que tomé”, que se ha colado un poquito, porque es una canción de desamor. Y después está “Tus labios son”, que es una canción que tiene veintitrés años. En realidad nunca la he dejado de cantar, pero no la había grabado. No la pensaba meter, pero Silvano, el batería, me dijo: “Hostia tío, pues estaría guay grabarlo con esta formación”. Lo metimos en vereda, y son las dos canciones que son los perdigonazos.
"De este segundo sí que hablo porque va a venir muy pronto. Se va a llamar “Cuando el perrico se queda solo”, son canciones muy íntimas, va a ser un disco muy desnudo"
En la gira “Rumbaorleans” ya vas acompañado de tu banda, en el formato definido como Marching Band.
Tenía ganas de quitarme tantos pedales. En la gira de Fito llevaba cinco pedales en los pies. Y dos amplificadores, uno para guitarra y otro para bajo, que lo hacía con la misma guitarra con un armonizador con las cuerdas de arriba. De repente me apetecía buscar al público, poder moverme. Estar al lado del cuadro, que nunca he estado, porque siempre he estado pegado al bombo. Poder bailar mi música, que nunca la he bailado. Y confiar en los demás, porque a mí el bombo siempre me ha servido para dirigir. En el 97 empecé a tocar el bombo en el Ateneo de Nou Barris, donde está la escuela de circo. Muchachito viene de ahí, está inspirado en el Charro mexicano, un forajido que era un desastre. Era entrañable y casi siempre iba bebido, era ajeno al peligro. Estuve muchos años con ese personaje. En el 98 empecé a hacer los conciertos de “Conversaciones incompatibles”, y ya empecé con ese nombre porque pensaba que la gente me iba a reconocer más. Lo de Bombo Infierno es por dirigir con el bombo, el que tengo aquí hoy tiene treinta años. Yo sigo siendo el del bombo, lo tengo muy integrado, porque son muchos años. De hecho cuando voy a grabar me tienen que atar los pies, porque siempre está el pie sonando. Soy incapaz de hacer música sin mover el pie.
Era lo que te daba el rollo característico. Recuerdo la primera vez que te vi aquí, en el Conde Duque de Madrid: “Mira este tío, que no para de tocar el bombo mientras canta y toca la guitarra”. Era una cosa peculiar.
Sí, fui el que empezó a llevar eso, pero ahora hay más gente que lo lleva. También han aparecido muchos hombres orquesta, que son buenísimos, soy muy fan. Tenemos al Hombre Lobo Internacional, que es puro rock’n’roll, y tenemos a Sergi Estella, que es un fenómeno de la construcción de instrumentos. De hecho colabora en este disco, en “Tus labios son”.
Le he visto en el videoclip. Sale con una guitarra muy loca. ¿Con qué está hecha?
Con trozos de barcas que llegaban a la playa. Construyó hasta las pastillas. Es un fenómeno, aparte tiene unos discos buenísimos, es un gran compositor, con mucho sentido del humor. Sergi nos va a dar muchas alegrías, máxima admiración.
Este disco lo has terminado de hacer en tu propio estudio, que tardaste un año en construir. ¿Tienes expectativas de grabar a otros músicos, o simplemente querías tener tú ahí tu espacio para grabar y ensayar?
Sí que se acabarán haciendo cosas con otra gente, pero de forma muy natural. En principio era poder hacer un disco con luz del sol, en nuestro espacio cómodo, sin estar pensando en el sufrimiento del tiempo. Todo el mundo ha sabido esa dinámica, lo importante es que no vamos a correr. Y eso te lo da tu espacio. Y la importancia de hacerlo en un local que entre el sol. Estamos todo el día trabajando, a veces toda la noche, no sabes ni qué tiempo hace, sales y de repente hace un calor de la hostia, o al revés. Era muy importante tener un espacio propio. Y que me sirva también después para poder preparar a la banda en ensayos y estar cómodos y amplios,
Ahora bien, he sometido mi cuerpo física y psíquicamente a un ritmo bestial. Para la gente parecía que no estabas, pero me he tirado un año en el andamio. Me bajaba del andamio y me iba a hacer el bolo con los brazos reventados, volvía del bolo y me subía otra vez al andamio. Acabé el disco y tuve tres semanas narcolepsia, de estos cuatro años sin permitirme ni una siesta. Tenía que sacar muchas cosas a flote, reestructurar muchas cosas internas. Ahora ya se me está pasando, menos mal. Me estaba asustando.
Has hablado de un segundo disco, del que ya has lanzado alguna canción… ¿Cómo se plantea el futuro?
No te quiero romper la cabeza, pero tengo también un tercero [risas]. De este segundo sí que hablo porque va a venir muy pronto. Se va a llamar “Cuando el perrico se queda solo”, son canciones muy íntimas, va a ser un disco muy desnudo, con muy poca instrumentación. Busco la naturalidad. Es muy distinto a este disco, que he buscado la canción que tuviera todo el sentido de lo que quería decir, y esa ironía y esa energía de compartir con los demás, pero después todo el vestido de arreglos. Mucha intríngulis que he trabajado mucho con David Carrasco. En el siguiente me permito quedarme más conmigo y poder hablar con la gente de cosas más íntimas o sencillas.
La gira…
Arrancamos el 20 de enero en La Riviera. Encantado de arrancar en esa sala porque le tengo muchísimo cariño. Igual que la que hacemos en Barcelona, la Salamandra, tengo grandes recuerdos de ahí. Después tenemos una serie de conciertos y bastantes festivales. La idea es estar rulando hasta el siguiente disco de esta banda, no parar aunque saque el otro disco. En un momento dado se me juntarán dos giras, pero eso ya me pasa normalmente. Toco muchas veces con banda y muchas veces cojo el bombo y voy yo solo. Serán dos repertorios distintos.
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