Toda una exhibición electrónica, donde su voz multiplicada es el grito que timonea un crisol naturalista de sampleados arrancados de los cuatro elementos terrestres. Sobre todo esto y mucho más, nos habla a continuación desde su refugio galaico de Saumede, Ourense.
Este disco está totalmente conectado a los cuatro elementos terrestres. Necesidad que se palpa en todo momento a través un enfoque sonoro tremendamente naturalista y atmosférico. Pero ¿cómo surge la idea de sacar adelante un trabajo tan extremo en su concepción?
Al principio, antes del confinamiento, estaba con la idea de hacer un disco electro-punk. Estaba súper animada para tirarme sobre el público. Me gusta mucho el sudor, gritar y todas estas cosas. Pero no. De repente, no se podía. El confinamiento fue el momento para darme cuenta de que estaba deprimida. Entonces, me dije a mi misma que tenía ganas de componer algo, pero no podía ser algo electro-punk. En ese momento, no tenía ganas. No tenía sentido. El mundo futuro me daba mucho miedo. Necesitaba justificar cómo me encontraba. Por qué me sentía mal. Estaba muy lejos de la familia. De un día para otro, los mil quinientos quilómetros de distancia eran reales. No era algo que se pudiera solucionar al instante cogiendo un avión. Ya no tenía acceso a nadie de mi familia.
Sin embargo, a pesar de este sentimiento, surge tu disco más conectado con la idiosincrasia salvaje de la naturaleza gallega. Sin embargo, ¿qué es lo que más echas de menos de Francia, tu país de origen?
Lo único que echo de menos de Francia es a mi madre, el resto me da absolutamente igual. La echo de menos, pero ella no quiere venir. No echo de menos los croissants, la mantequilla… Ya lo tengo en Porriño (risas).
"En el disco, no estoy hablando contra ningún género en particular, que lo podría parecer".
Retomando lo que te preguntaba al principio, ¿cómo prosigue el proceso de inspiración para “Aquelarre”?
Debido a todo lo que te comentaba anteriormente, tuve un sentimiento de aislamiento, que tampoco me disgustó. Estaba contenta en Saumede, allí, sola. Durante dos meses, no vi a nadie. Sin embargo, todo mi trabajo comenzó a no tener sentido. Todo comenzaba a estar más precarizado. Al final, me surgían preguntas en torno a si quedarme aquí, pero sabiendo que no soy de aquí. Todo fue pura introspección visceral. Entonces, lo que me quedaba era pasear, lo cual me encanta, y así poder mirar la naturaleza. Es algo que me encanta, ver la naturaleza salvaje andando o en coche. La verdad es que me montó mis propias películas (risas).
Supongo que esta rutina de contemplar un entorno tan orgánico te fue sirviendo de inspiración.
Comencé con esta idea: expresar lo que siento cuando voy paseando. El primer tema que salió fue el de las piedras. Cuando paseo, voy por los penedos. Es algo que me encanta, que en francés se dice “cabos graníticos”, que suena mucho mejor (risas). Parecen naves espaciales o casas. Es muy peculiar, algo muy surrealista cuando lo veo. Estaba encaminada a imaginar que estaba buscando a otros seres.
Después, con el tiempo, me separé. Así que toda la idea de empaparme de la naturaleza y del por qué estoy aquí tuvo mucho más sentido. Me tuve que mudar, hay una hija en común entre los dos. Pero bueno… me siento conectada con estas figuras femeninas que tienen que cargar todo sobre sus espaldas, que crían los hijos, que trabajan la tierra. Hacía algún tiempo que ya estaba muy enfadada. Me separé. Al final, “Aquelarre” es un disco de ruptura, básicamente. En el disco, no estoy hablando contra ningún género en particular, que lo podría parecer. Cada tema corresponde a cada una de las fases por las que pasé. Cuando lo comencé, aún no estaba separada. Y me puse a escribir las letras con la idea de sentirme individual, formando parte de un grupo. Al final, las últimas palabras del disco son “soa” (sola). Me separé y en un fin de semana que él marcho con nuestra hija, acabé las letras.
Siendo un disco de aislamiento, suena como el de más espacios abiertos de entre todos los que has hecho. Como si fuera una contradicción con ese sentimiento.
Sí, tampoco quería victimizarme ni nada de eso. Hay un poco de enfado, pero también hay empoderamiento, el tema del fuego. No quería llorar sobre esto, quería sacar fuerzas de mis adentros.
Sí, en este disco hay muchos gritos, tus voces se multiplican. De hecho, tu canto suena, más que nunca, como una parte más del cuerpo instrumental de las canciones.
Yo siempre soy natural. A la hora de expresarme, comienzo con una idea. Pero cuando la estoy desarrollando, esta marcha para otro lado, y me dejo llevar. Si me gusta, me gusta.
"Nunca espero concretar lo que tengo en la cabeza. Empiezo con una cosa y termino con otra, me dejo llevar".
Hace meses me contabas que estabas haciendo un proyecto conectado a figuras femeninas muy poderosas, también de corte sobrenatural. ¿Hasta qué punto este trabajo está presente en “Aquelarre”?
Eso era más por el tema del río. Quería inspirarme en las ninfas, porque necesitaba unos personajes que me invento, divertidos. Quería que se burlaran de la situación, de los humanos, de la gente gilipollas. Hay dos figuras femeninas que tengo en mente. Una son las ninfas, que bailan, se burlan, cambian de forma. Y estaban bien para tratar temas más difíciles y tomar más distancia. Luego, está la imagen que llevé a los ciclos Vangal del año pasado, que es la de una mujer muy fuerte, desnuda, que puede con todo. Que es una mujer fuerte, en el buen sentido. Por ejemplo, escribí el tema “Estrondo”, por la etiqueta de la mujer fuerte que esta reutilizada, como muchas otras etiquetas que ponemos a las mujeres. No sólo para las mujeres fuertes. Muchas veces dejamos de lado a las mujeres fuertes porque son independientes. Y nos concentramos en lo que deseamos de una mujer, que sea débil, frágil. Podemos ver que los hombres también se pueden victimizar y obtener toda la atención. Muchas veces puede ser así. Esta canción es una queja puntual acerca de todo esto.
Mayoritariamente, están estas dos imágenes femeninas, que al final salen de unas charlas con una amiga mía musicóloga, feminista, que me enseñó todo acerca de las figuras de las ninfas y sobre la figura de la mujer del rural.
Este es tu disco más místico, físico y visceral, al mismo tiempo.
Nunca espero concretar lo que tengo en la cabeza. Empiezo con una cosa y termino con otra, me dejo llevar. Si me siento perdida en el proceso, recuerdo la idea original, y voy recordando por dónde quería ir. Al final, considero que un tema está acabado porque me siento bien dentro de él. Técnicamente, no cuento con la capacidad para acabar todas las ideas que me surgen en la cabeza. Este disco es visceral porque es lo que quería expresar. Si se entiende desde fuera, maravilla.
Por otro lado, en “Aquelarre” hay una coherencia muy lograda de principio a fin.
No sé si, realmente, me di cuenta de esto. Al final, fue compuesto, no de forma rápida, pero sí estando deprimida. No sé cómo hacía Kurt Cobain (risas) para componer. Pero para mí es muy difícil componer de esta manera. Sabía que quería hacer un disco a partir de los cuatro elementos, pero no sabía muy bien cómo, aunque después conseguí que fluyera.
A nivel de producción, se palpa un trabajo muy concienzudo para extraer todo este simbolismo al que aludes de los cuatro elementos.
Técnicamente, lo me ayudó mucho en este trabajo fue poder incluir dentro del Ableton los ruidos que iba consiguiendo. Ya dentro de este programa, podía jugar con la gama de agudos, graves, arpegios, buscando en este sentido. En general, hay mucho de esto último.
¿Cómo te sientes, viniendo de Francia, pero siendo un emblema de este resurgir musical gallego?
Es un honor muy grande porque yo lo hago de forma natural. No es tan difícil como si fuera gallega y tuviera que desaprender el castellano, reapropiarme. Sin embargo, yo llego aquí y digo “qué bonito el gallego”, y sigo para adelante.
Para tu próximo trabajo, ¿quieres seguir profundizando en el camino abierto con “Aquelarre” o cambiar de ruta estilística?
Pensaba en hacer una especie de capítulo dos. Igual tendré que hacer esto porque hay unos pájaros que hacen un ruido fantástico donde yo vivo ahora. Pero igual vuelven los festivales y echo de menos el sudor y tirarme sobre el público. No hice nada en Saumede este año. E igual retomo el electro-punk.
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