Miqui Puig, la persona y el personaje que no quería ser, han tenido subidas y bajadas. Pero ya se sabe que todo lo que sube, baja, y lo que baja, vuelve a subir. Y en estas, publica “Yo no quería ser Miqui Puig” (Magazzini Salani, 25), un libro con sus cimientos sobre viejos diarios guardados en un cajón para enfrentarse a ellos desde esa serena perspectiva que da la madurez.
Debo decirte para empezar que el libro me ha gustado mucho y creo que has elegido muy bien el subtítulo (“Cronología sentimental de un cantante de amor”). ¿Es lo primero que se te ocurrió?
Si no fue lo primero del proyecto se le acerca. Tenía claro que lo quería reflejar era este no querer estar/ser de muchas escenas de la carrera de uno. En algunas de mis últimas canciones existían ya pistas que en el libro he podido desarrollar.
Ahora bien, creo que el título es más tramposo (en el buen sentido). Porque quizás tu imagen como artista no coincide con la imagen que otros tienen de ti, pero es indudable que los músicos –y más todavía los cantantes– deben tener el carácter suficiente –llámalo ego o como quieras– para no tirar la toalla cuando vienen mal dadas.
Buff… El ego, otro sustantivo que confunde mucho, que despista y que no me sirve. Tirar la toalla en el caso de dedicarse a cosas artísticas no procede. Aquí hablamos de personas y sus lindas cabecitas. El lugar mas traicionero para almacenar recuerdos, emociones y vida. De eso va el libro, y así lo he sufrido.
"El tiempo nos da y quita razones, y de algunos ya no se acuerda nadie"
Has escrito un libro a partir de diarios, abriéndote muchísimo a la gente. ¿Qué te ha costado más: mostrar esas partes de diario a quien lea el libro o releerlas tantos años después y enfrentarte a quién eras?
Todo llega en el momento adecuado creo. Dos años atrás todo me hubiera dolido más, las dos partes por igual. Ahora ha sido intenso y sobre todo sanador. Más mayor en todo, la perspectiva es más amplia y ayuda.
Otra de las cosas que me ha gustado de tu libro es que, aunque fuera tangencialmente, estuve en muchos de los momentos que citas sin que, por entonces nos conociésemos. Es decir, he conectado con la parte generacional aunque yo estuviera también con otras cosas.
Vivir un momento y una ciudad a la vez , hace que las miles de escenas y pandillas de amigos se muevan en ella como enjambres de abejas. A veces casi sin coincidir. Me encanta leer biografías, ver películas e imaginar que hacía yo en momentos concretos. El hecho generacional retratado me enorgullece mucho, de ahí la cita de la primera pagina: “Era la Barcelona de Los Sencillos de Miqui Puig, abans que Miqui Puig fos Miqui Puig”. (Marc de la Varga, de la obra de teatro “Em dic Josep”).
Aunque os había visto en varias ocasiones, creo que la primera vez que escribí sobre Los Sencillos fue a propósito de “Bultacos y montesas”, en 1997. El disco me gustó, pero creo que, por lo leído en tu libro, supone una de las peores etapas en tu carrera.
Fue un disco raro. Ya no interesábamos mucho y fue recibido con poco afecto. Es de mis favoritos en cuanto a sonido, y fue el disco en el que, trabajando al lado de Joe Dworniak, descubrí cosas de producción que no he dejado de aplicar hasta ahora. Quizás es menor en cuanto a canciones. También es verdad que fue una etapa de nebulosa, Barcelona 1997.
En buena parte del libro dejas claro que eres una persona que necesita estar rodeado de amigos y de gente con la que colaborar. ¿En tu carrera en solitario siempre te has sentido bien respaldado?
En el entorno inmediato sí: amigos, músicos, productores... Por eso seguimos armando discos, conciertos, laboratorios... El resto de industria no tiene mucha cintura, ni contexto histórico para dejar que los artistas lejanos al mainstream desarrollen la segunda vida, la parte “senior” de su carrera musical. Pero seguimos.
Visto desde fuera, creo que el peor error de Miqui Puig –y de la mayor parte de la gente– es no haber sabido apreciar lo que tenías cuando lo tenías. ¿Lo ves de forma parecida?
Para nada. Yo he aceptado todo, el éxito y el fracaso. Solo que mi naturaleza mental es compleja. He evitado todo victimismo al escribir. Era la premisa “única” de este manuscrito. Hasta un capitulo quedo fuera, “Grandes fracasos”, dado que siempre el tono ante un fracaso puede hacer dudar al lector. Todos los errores son míos. Tengo el resguardo.
En ciertos pasajes del libro, echas en cara a alguna gente que te despreciará con sus palabras o actos. Podría citar a Nando Cruz, Sidonie y la discográfica que te despidió. ¿Alguna vez se lo has dicho personalmente?
Era otra de las cosas que sabia costaría entender, y también he editado muchas anécdotas sobre industria. Solo las que me afectaron emocionalmente están reflejadas. De estos ejemplos, dos si saben, y al tercero le he enviado un libro dedicado para que entienda que solo es mi sinceridad puesta en papel. He leído mentiras acerca de mí en libros corales, en los que nadie contrasta, pero no pasa nada.
Diría que, incluso en nuestra revista y aunque hablásemos bien de tus discos y canciones, se hizo alguna broma sobre tu etapa como jurado televisivo. ¿No te sabe mal que, con todo lo que has hecho, aquellos días marcasen tanto la imagen que alguna gente tenía de ti?
Para nada. Repito, reitero, todo lo que he hecho es parte de mi vida, de mi currículum. El tiempo nos da y quita razones, y de algunos ya no se acuerda nadie.
Si quieres quejarte del trato que te pudimos dispensar en algún momento, puedes aprovechar y decírmelo ahora.
No debo quejarme. Mondo Sonoro como todos los medios musicales, se debe a las modas, los anuncios y las relaciones comerciales. Repasar portadas es un interesante ejercicio de industria también. Públicamente reconozco que en nuestra diatriba Radio 4 vs. LCD Soundsystem ganaste tú, y mira, ahora es una de mis bandas favoritas.
También me ha gustado el prólogo de Kiko Amat. Habla de aspectos muy personales tuyos que luego aparecen en el resto del libro. Conociendo la amistad que tienes con él, ¿qué consejos te dio cuando sabía que ibas a publicar este libro?
Tener un amigo sabio como él desde hace tantos años me ha hecho descubrir muchísimo. Kiko fue crucial en la edición del libro. También Blanca Lacasa y Carlos Zanón como amigos escritores me ayudaron en muchas partes, en las que el principiante que soy necesitaba asesoramiento, manos expertas. Les debo muchísimo, y en público y en privado serán muchas las veces que agradeceré su ayuda.
Como pregunta final, y atendiendo a que respeto muchísimo a tu actual manager, ¿por qué crees que a muchos artistas les cuesta dar con un buen manager, honesto y que no se aproveche?
Porque las prisas por triunfar, la poca paciencia y el confundir la figura del manager con una persona que te consigue actuaciones es habitual. Jordi Ramírez desde Buenritmo dirige carreras. Pausa, freno, acción, celeridad. Todo eso debe mesurarse y hacer que te ayude en el resto.
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