Sobre todo ello charlamos con Joe Mount vía telemática desde su casa en Kent (Reino Unido) y eso seguramente es lo que espera volver a contarnos desde el escenario de La Riviera (Madrid, 4 marzo), Moon (Valencia, 5 marzo) y Razzmatazz (Barcelona, 6 marzo).
“Small World” es un disco mucho más básico que los anteriores, que reivindica los placeres sencillos. Entiendo que la pandemia influyó.
Quería hacer algo más acústico. Más musical, en ese sentido. Supongo que cuando el mundo se paró fue cuando cambió mi enfoque y le di un ángulo aún más distinto. En realidad, iba a ser así antes del confinamiento, pero se agudizó luego debido a él.
"Nunca me ha interesado estar haciendo lo mismo durante mucho tiempo, y siento que siempre estoy aprendiendo"
Es curioso porque en el caso de algunas figuras de la música más bailable, no necesariamente ligadas a lo que vosotros hacéis, el efecto fue el contrario. Kylie Minogue, Dua Lipa o Jessie Ware en 2020, o For Those I Love y Fred Again.. en 2021: todos reivindicaban la nostalgia del baile en sí mismo, y de compartir la experiencia en grupo.
Sí [risas]. Supongo que se debe a varias razones. En primer lugar, que no me sentía con el estado de ánimo para hacer un álbum así. Y en segundo lugar, porque aunque siempre se ha relacionado a Metronomy con una música electrónica y bailable, y me gusta esa asociación, necesitaba abrir como otra avenida en nuestro propio camino, la posibilidad de que se nos asocie a otras cosas. Necesitas dar con nuevas formas de expresarte para poder crecer. Supongo que es chocante, porque yo trabajé con Jessie Ware en su último álbum, y recuerdo que ella me hablaba sobre cómo quería que sus canciones sonaran en la radio y en los festivales. Pero bueno, la gente hace discos con diferentes espíritus e ideas. Yo quería que este fuera un poco más relajado.
¿Has sentido siempre esa necesidad, la de hacer discos que fueran ligeramente distintos al anterior?
Más que la necesidad, creo que es algo que hago de forma instintiva. Los artistas a los que admiro y respeto, lo hacen. Evolucionan. Como en un viaje. Cuentan una historia. Nunca me ha interesado estar haciendo lo mismo durante mucho tiempo, y siento que siempre estoy aprendiendo. Aún explorando.
Hablando de canciones particulares: “It’s Good To Be Back”, el primer adelanto, surge de tus recuerdos escuchando música en el coche de tus padres cuando eras niño, discos que te parecían horribles, pero en los que siempre encontrabas una o dos canciones que te gustaban mucho. No termino de entender la idea ligada a la canción.
Supongo que lo que quería decir es que, por ejemplo, el primer álbum que escuché de Talking Heads fue “Little Creatures” (85), uno de los últimos que publicaron, en el que ya no sonaban post-punk ni afilados como cuando eran jóvenes. Pero como mis padres no tenían ese gusto especial por la música, lo tenían puesto en el coche y había solo dos o tres canciones que me gustaban: la mayoría, no. Y luego cuando te haces mayor te das cuenta de que Talking Heads es una banda increíble y que sus primeros discos tienen muchas aristas. Pero cuando yo les conocí fue en una etapa mucho más tardía. Supongo que muchos fans de Metronomy deben tener hijos ahora, y posiblemente vayan en el coche con sus críos escuchando nuestro nuevo disco, y los niños pueden estar pensado que el disco no les gusta pero que hay alguna canción que les puede hacer gracia: esa debería ser “It’s Good To Be Back”. Está entre dos mundos, medio acústico y medio electrónico. Y la idea que la inspira es lo a gusto que se está, o que estaba yo al menos, pasando la mayor parte del tiempo en casa con mi familia.
También es curioso cómo a veces canciones a las que puedes llegar a odiar profundamente adquieren una connotación mucho más cálida cuando le gustan a tus padres, ¿no? A mí me ocurre con “Sacrifice”, de Elton John, una canción espantosa a la que tengo cariño porque a mi madre siempre le ha gustado.
Totalmente. La conozco y me recuerda a una época muy joven de mi vida. Veía su videoclip y no entendía nada. Me preguntaba si aquel tipo era un cura o qué diablos pasaba con él. Me parecía algo aburridísimo [risas]. Pero sí, es más complejo, es como una representación de algo que entonces no te gustaba y luego entiendes.
“Things Will Be Fine” fue el mensaje que durante el primer confinamiento ilustraba muchos de nuestros balcones y ventanas. Como eso de que íbamos a salir mejores. ¿Tiene algo que ver?
Sí, aunque pensaba más en mi relación con lo que estaba ocurriendo, y al mismo tiempo con la necesidad de decirles a mis hijos que todo iba a salir bien. Es ese momento en el que te das cuenta de que no tienes ni idea de si las cosas van a salir bien, pero tu rol como adulto es tranquilizar a los niños. Tiene que ver con eso. En realidad, durante el confinamiento no tenía seguridad sobre nada. Daba miedo coger el virus y morir. Pero también pensaba que, incluso si no pudiera volver a salir de gira nunca más, tenía en casa todo lo que necesitaba. No había por qué preocuparse. La canción va sobre el mensaje que les transmitía a mis hijos.
"Hay millones de formas distintas de escribir canciones. Y yo le estoy cogiendo el gusto a ser más directo"
¿Cómo surge la colaboración con Dana Margolin de Porridge Radio en “Hold Me Tonight”?
Cuando tuve terminada la canción, sentí que necesitaba volver a empezarla de nuevo. Darle un giro. Y fue nuestro manager quien sugirió a Porridge Radio para las voces. Tiene sentido, pero no fue hasta que escuché la maqueta que lo entendí. Ella la transformó en algo especial.
En “Right On Time” reivindicáis los placeres simples, con esa línea que dice “disfrutemos de la luz del sol”, y que tiene unos arreglos de cuerda que me han recordado, no sé por qué, a los de “I Will Survive” de Gloria Gaynor.
[Risas] Mi idea era hacer una canción abiertamente positiva. La idea de disfrutar del sol es demasiado básica, demasiado simple, pero bueno, es como “Here Comes The Sun” de The Beatles. Sensación de felicidad. Y supongo que “I Will Survive” puede coincidir en esa idea de canción que te eleva el espíritu, sí.
La última canción, “I Have Seen Enough”, es como un registro muy de crooner elegante. Al estilo de Serge Gainsbourg y su “Je T’aime Moi Non Plus” o incluso de un Jarvis Cocker maduro. Un canon infrecuente en Metronomy.
Recuerdo estar hablando sobre Tame Impala y pensar en lo maravilloso que sería un disco suyo con Kevin [Parker] cantando una octava por debajo [risas]. Que sorprendiera a todo el mundo. Quería aplicarme esa idea, en cierto modo. Algo más cerca de mi habitual forma de hablar, que también me resultara más cómodo de cantar. Si tengo que madurar en la música, esa es una forma cool de hacerlo. Ese punto en el que te puedes convertir en lo que quieres ser. ¿Un crooner? Pues un crooner. Es una idea bonita.
Todo esto me lleva a pensar en esa idea tan extendida entre muchos músicos de que lo más sencillo suele ser lo más complicado. Es algo de lo que se dan cuenta según maduran. Una depuración de estilo, en cierto modo.
Creo que tiene mucho que ver con tu experiencia haciendo música. Y seguro que hay paralelismos con el hacer películas o las artes visuales. Cuanto mayor eres como artista, más aprecias la simplicidad de las cosas. Ahora aprecio más la canción en sí misma como algo interesante, y no tanto por los efectos de sonido o los instrumentos escogidos. Irónicamente, o quizá no, aprendí eso trabajando con artistas pop como Robyn. Trabajando con ella te esperas todos esos complejos y complicados arreglos, cuando en realidad solo hay dos, tres o cuatro cosas en la canción, y eso es todo lo que necesitas, y el resto está en la voz. Llega un punto en que el arte es deconstrucción o sobreconstrucción.
"No es que intente hacer siempre algo mejor que “The Look”, ni que intente hacer algo siquiera parecido, porque sería imposible"
¿Crees que puede tener algo que ver también con el hecho de que los artistas, sean de la disciplina que sean, cuando empiezan tienden a ocultar sus sentimientos bajo metáforas y construcciones enrevesadas, por temor a mostrarse tal y como son, y luego por suerte van perdiendo eso?
Sí, es cierto, es una buena observación. Creo que el público responde mejor a las voces que son abiertamente honestas. Es lo que les gusta. Y hoy en día la gente está mucho más atenta a los problemas de salud mental, y la forma de combatirlos es ser lo más abierto posible. Ser transparente. No hay necesidad de ocultarse. Al mismo tiempo, hay millones de formas distintas de escribir canciones. Y yo le estoy cogiendo el gusto a ser más directo. Creo que es más maduro.
¿Hay alguna nueva música que te haya impresionado?
He estado muy metido en la música de Big Thief, y creo que lo próximo que harán será un gran disco. Y que van es estar en todas partes. Les encuentro interesantes porque son como una nueva generación que toma el relevo de lo que fueron bandas de los primeros 2000 como Fleet Foxes o Midlake pero mucho más moderno, con una intención más de ahora, que no intentan hacer el viejo country o americana de siempre, sino algo mucho más actual.
Hace un año celebrabais el décimo aniversario de “The English Riviera” (11), vuestro disco más popular. Sus temas siguen siendo los más celebrados por el público en cada concierto. ¿Alguna vez os han dado rabia las comparaciones con él a la hora de publicar un nuevo disco?
¡No, está bien! Es una suerte tener un disco con tanto éxito, que conecte con la gente en la forma en la que “The English Riviera” lo hizo. Sí que he sentido a veces un poco de pena porque tenemos muchas otras canciones buenas, pero cualquier artista te diría lo mismo. No me preocupa. Está bien así. Y en cierto sentido te motiva para escribir mejores canciones. No es que intente hacer siempre algo mejor que “The Look”, ni que intente hacer algo siquiera parecido, porque sería imposible. Porque a medida que me hago mayor y compongo más música, más gente descubre esa canción, más reproducciones acumula, con lo que es como una carrera que nunca voy a ganar. No puedo competir con ella [risas].
Además, tampoco sabes nunca cuál es la clave para que una canción o un disco conecte con la gente, ¿no?
Exacto. Y además las razones son distintas según los países. Es algo imposible de analizar, en realidad.
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