Melancolía violenta
EntrevistasDominique A

Melancolía violenta

Yago García — 20-06-2006
Fotografía — Archivo

Aunque su fórmula dé algunos signos de agotamiento, Dominique A sigue siendo uno de los valores musicales más sólidos de Francia. Respaldado por una nueva banda y con canciones más pegadizas en la mochila, el de Nantes sigue tan dispuesto a amargar suavemente tus tardes en “L´Horizon” (Green Ufos) como en los días de “Le Twenty Two Bar”.

“L´Horizon” es un disco de comienzo engañoso: los primeros segundos están ocupados por una fanfarria sintética que, sin solución de continuidad, desemboca en el Dominique A de siempre, con su acústica y su voz ultragrave. Tras los arreglos algo desproporcionados de “Auguri” y “Tout Sera Comme Avant”, el francés ha decidido volver a los orígenes. “Lo que hice en ´Tout Sera...´ fue como una derivación en mi carrera: quería experimentar con sonidos muy distintos a los de mis primeros álbumes, con lo que se puede decir que es un ´disco aparte´. Es un proceso muy natural si tienes en cuenta que mientras lo hacía era incapaz de escuchar música pop: no encontraba ningún sonido nuevo, me aburría. Así que decidí rodearme de gente con gustos musicales muy distintos a los míos y explorar con ellos todo lo que podíamos hacer con una orquesta, con máquinas y tal. Fue una experiencia única, pero tenía muy claro que sólo era un experimento. En este disco todo suena muy simple, sin desarrollos largos salvo en un par de canciones”.

"¿Componer para otro artista? Bueno, ya lo hice para François Breut... no tengo muchas ganas de repetir"

Sin embargo, la electrónica sigue presente, aunque sólo se la encuentre escondida en lo más profundo de la mezcla. “El principio del disco está pensado para hacerte creer que vas a oír música muy atmosférica, con muchos sintetizadores... aunque luego sea todo lo contrario. Pero el disco es atmosférico, sí. Quería mantener el equilibrio entre elementos muy experimentales, que nunca están en primer plano, y una forma de cantar y de tocar muy sencilla, con sólo voz y guitarra. Escribo las canciones así, para mí mismo, porque mi forma de componer es muy clásica, y mi cultura musical es una mezcla de canciones muy poppies y... bueno, estoy intentando de acordarme de grupos que me gusten”. En honor a la verdad, hay que decir que a Dominique le sale bien la jugada: tal vez demasiado. Desde que los españolitos nos acostumbramos a su nombre gracias a “La Memoire Neuve” (93), el estilo del francés se ha mantenido casi inmutable salvo el “paso en falso” antes mencionado. Puede que su voz recuerde a la de un Gainsbourg falto de autoestima sexual o que, directamente, aburra, pero al verle sobre el escenario (o incluso sentado frente a ti en la cafetería de un hotel) sólo cabe pensar dos cosas: la primera, que el adjetivo que más le cuadra en el trato personal es “majo”. La segunda, que la lobreguez de sus composiciones se ajusta bastante bien a las historias que cuenta sobre si mismo (“¿Componer para otro artista? Bueno, ya lo hice para François Breut, así que no tengo muchas ganas de repetir...”), así como a su facha desgarbada y corpulenta. Como las confesiones de un monstruo con corazón tierno. “Claro, es que he sido siniestro... Intento que la atmósfera de las canciones suene oscura, amenazante: personalmente soy bastante asustadizo, pero en la música me gustan que la tensión no llegue a explotar sino que quede latente. El disco, por ejemplo, tiene un sonido muy limpio, pero al final de todo hay un momento realmente agresivo: cuando lo grabamos, con los instrumentos a tope y saturando muchísimo, pensé en Arcade Fire, que me gustan mucho”. Dominique ha mencionado antes al grupo de Montreal, incluyéndolos junto a Scott Walker en su lista de artistas favoritos: como puede verse, gente alegre, sana y sin complejos. Cuando la palabra “tristeza” sale a relucir en la conversación, nuestro hombre demuestra que sabe del tema tanto o más que ellos. “En realidad, cuando una canción está bien escrita, la melancolía aparece en ella de forma natural, sin afectación. Por ejemplo, hay una canción llamada ´Retour au quartier lontain´ que está basada en un tebeo japonés (de Jiro Taniguchi –n del a) sobre un tipo que vuelve a vivir su pasado. Eso me permitía hablar de uno de mis temas favoritos, y es que cuando las cosas pertenecen al pasado es porque ya no están aquí y no pueden cambiarse. El protagonista de la historia descubre que sus recuerdos no sólo le permiten conservar su pasado, sino que al ser subjetivos lo alteran... Y eso es fascinante, al menos para mí. De hecho, si te fijas es una de las canciones más pegadizas y más rítmicas del disco, porque para mí la nostalgia, la melancolía o como quieras llamarlo implica la violencia: la violencia del choque entre lo que eres ahora y tu pasado. Otra canción, ´La pleureuse´, habla en cierta manera de mí mismo... En realidad estoy aburrido de tener que justificar la tristeza de mis canciones. Para mucha gente llorar es algo muy natural, y ahora es un acto completamente devaluado, especialmente en un contexto de vulgaridad mediática como éste”.

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