¿Cuál es el origen del proyecto? Creo que nació el verano pasado, así que parece que todo ha ido muy rápido.
Sí. Realmente, llevaba años en mi cabeza. Me gusta mucho la exótica como estilo desde hace mucho tiempo, y como siempre estoy con muchos grupos, lo tenía aparcado. El disco de 2017, Theremonial, ya tenía algunos temas con este rollo, lo que pasa es que al pasarlos por el filtro del theremín, lo llevaba a otro lado. No es que me diera rabia, pero pensé que estos temas tenían que tener ese tratamiento de exótica, con una banda. Curiosamente, todo empezó en un bar Tiki de Madrid, Kona Lei. En un momento dado, el dueño me propuso que fuera con el theremín, y de algún modo esa clave de theremín con exótica me llevó a montar este proyecto. Tras escribir todo en partitura nota a nota, el verano pasado sólo quedaba encontrar a los músicos y grabar.
¿Tenías todo escrito ya?
Sí, todo. Las melodías estaban escritas para theremín, pero tuve que crear unas armonías y unas líneas de marimba. Busqué una marimbista. No hay muchas, pero tenía la referencia de Biodramina Mood, que hacen un rollo entre lounge y un poquito de exótica, y contacté con la marimbista Vera Garrido. Ella no podía, pero su compañera, María Arranz, es la que ha entrado. A ella se lo di todo en partitura. Ricardo Moreno, el batería, era una elección clara, porque soy un enamorado de la primera etapa de Mastretta, donde tocaba esa mezcla entre percusión y batería, que está en el punto exacto para un proyecto como éste. Con la intensidad de una banda de rock, pero la sutileza de una de exótica, algo más percusivo. El otro elemento acabó siendo Juan Pérez Marina, que es un amigo al que admiro mucho como guitarrista. Ha tocado con Corcobado muchos años y es el guitarrista de Leone. Es un tío muy versátil y me había comentado que, si montaba esto, contara con él. Nos repartimos el papel de ukelele-bajo, y además toca la lap steel y el samisen, un instrumento de cuerda japonés que no conozco que toque nadie en España, y que le da un toque maravilloso.
"No he querido sonar como Martin Denny. Me encanta, pero no tiene sentido hacer algo que en su época era misterioso o fascinante, pero que hoy sería un ejercicio retro"
Si tuvieras que explicarle a alguien que no sabe nada de ella qué es la exótica, ¿qué le contarías?
Digamos que es la descontextualización de músicas del mundo y de lugares remotos, particularmente polinesios, hawaianos y orientales, para insertarlos en un entorno de música más occidental.
¿Nace en los años cincuenta, no?
Sí. Toma escalas orientales, elementos sonoros hawaianos como la lap steel. Nace precisamente en Hawai, en el bar Tiki de Don the Beachcomber, donde se habían popularizado aquellos cócteles tan deliciosos. Para música sus bares, le pidió a Martin Denny, el padre de la exótica, que crease una fórmula musical. Y él, basándose en las composiciones de Les Baxter, que es como el abuelo de todo esto, hizo esa mezcla de gongs orientales, percusiones latinas, vibráfonos, marimbas, él tocaba el piano…el elemento definitivo fue usar sonidos de pájaros, croar de ranas…todo eso creaba ser un potaje que llegó a ser muy exitoso en su momento, aunque pasó de moda en los sesenta. A la vez, había unos arreglos más propios casi de ciertas bandas californianas del momento. La mezcla funcionaba muy bien. Yo he querido recuperarlo poniéndolo al día.
Insistes en que no querías hacer algo especialmente retro.
No he querido sonar como Martin Denny, que es un ídolo para mí. Me encanta, pero no tiene sentido hacer algo que en su época era misterioso o fascinante, pero que hoy sería un ejercicio retro, ya visto. He querido coger ciertos elementos básicos como las marimbas, ciertos patrones de bajo o percusiones, algunos cantos de pájaros, añadir el theremín, que le da un toque más misterioso, y procesar electrónicamente algunos elementos, para darle un toque más actual. Le da un envoltorio que va precisamente en la misma dirección del misterio que tiene la exótica. Hay una mezcla de timbres muy curiosa, y ésa es la base: mezclar elementos diferentes y que todo sea agradable a la vez que misterioso.
Son siete canciones. ¿Lo ves como un mini LP o un EP largo?
Está justo a medio camino, porque es un EP largo o un LP muy corto. Lo que pasa es que si ves ciertos discos históricos… los Ramones tienen discos más cortos que el mío (risas) y con más canciones. Aquí las canciones son largas, tienen desarrollo. Yo tuve dudas al principio, pero cuando hablé con Everlasting, ellos lo vieron muy claro. Hay que tener en cuenta, también, los tiempos en los que vivimos. En los noventa, como sólo se editaba en CD, se hacían discos de ochenta minutos. A mí no me importaba, pero creo que hoy en día esto no tiene mucho sentido. Creo que hoy está perfectamente justificado que un disco tenga siete temas y dure 35 minutos. Es un disco corto.
Cultivas unos ambientes como fantasmales que se reflejan, naturalmente, en el mismo nombre del proyecto. Supongo que es natural que salgan así por la propia instrumentación. Sobre todo, en un par de canciones, Luna hiena y Cha cha Halloween, que creo que es una adaptación de un tema de John Carpenter. ¿Buscabas estos ambientes extraños?
Es buscado, sí. De hecho, cuando hablaba con los músicos al principio del proyecto, lo definía como “horror exótica”, aunque al final no he utilizado esta etiqueta porque me parecía un poco hortera. Era para diferenciarla de la exótica clásica. O “creepxotica” (hay un grupo californiano que se llama así y tampoco lo quise utilizar). Me encanta, me fascina esa mezcla entre algo terrorífico y algo agradable como la exótica, es algo que se palpa desde la portada. La exótica siempre tiene por debajo un elemento como oscuro, de vudú, de paranormal. Hay pasajes de Martin Denny que tienen momentos terroríficos. Frank Hunter utilizaba voces de mujeres muy agudas. Y eso es lo que ha sido mi theremín, he acentuado los momentos oscuros. En Luna hiena está totalmente buscado. En cuanto a la versión de Halloween, la original ya es oscura, pero yo he querido que haya ese contraste. Esa canción define muy bien el proyecto. Es oscura, es un tema de una película de terror clásica, pero tiene unos bajos más latinos, el momento del “cha-cha-chá”…me gusta jugar con los dos lados, la luz y la oscuridad.
La grabación ha sido muy corta, o sea que supongo que tocasteis todos juntos. Creo que el theremín es un instrumento muy complicado de integrar por la afinación.
Este proyecto es un poco diferente a otros. Normalmente, la gente monta un grupo, ensaya mucho y al final, graba un disco. Esto es justo al contrario. Los temas estaban hechos, se los había pasado a los músicos. No ensayamos mucho. Y ensayo general se hizo sólo uno, la noche anterior. Yo no sabía si esto iba a ser una maqueta o un disco, entramos al estudio, grabamos todos en directo y los temas quedaron realmente bien. Me pasé todo el verano editando algunas cosas, lógicamente había habido algunos fallos, y volví a grabar algunos theremines. Añadí los procesamientos electrónicos, algunas percusiones, los pájaros… pero la estructura, el esqueleto, se había hecho. Fue un trabajo de recomponer todo, y ahí entró Javi Álvarez, un músico al que adoro y con el que comparto muchas cosas. Yo había hecho el procesamiento digital, y él procesó a través de síntesis modular y ecos de cinta. Un poco a la vieja usanza. Además, añadió vibráfonos y unos scratches. Él es un rockabilly y hace scratch, que es una maravilla. Tengo que añadir que mis arreglos de marimba eran complicados y muchos se grabaron a cuatro manos, porque la marimbista de la que te hablaba, Vera Garrido, al final pudo venir. Fue un alivio porque ahorramos mucho tiempo. Así que de alguna manera, Vera también está en el proyecto. La oficial es María, pero Vera vendrá a los conciertos que pueda.
"Con la música instrumental, si los visuales están bien pensados y acompañan su espíritu, el concierto se convierte en un viaje total"
¿Has pensado a qué tipo de oyente le puede interesar esta propuesta?
Lo he pensado, sí, pero es una incógnita. Tengo mucha confianza, porque creo que puede entrar por muchos flancos, oyentes, tipos de escenarios y festivales. Esto puede gustar, por supuesto, a los que nos gusta la exótica -incluso a los puristas a los que igual no les gusta que lo haya llevado hasta este punto tan personal -, y a la gente a la que le gusta la música con cierto riesgo. Además, casi todas las canciones son bastante bailables, tienen ritmos claros. Por otro lado, puede entrar por miles de escenas: desde el público indie de festival normal, hasta el más electrónico. También pienso en ese oyente inquieto que procede del mundo alternativo y que ha descubierto, no sé, Tinariwen, el blues del desierto, que a la vez oye a Los Pirañas y la cumbia amazónica. Ese tipo de gente con la oreja abierta, que cada vez, afortunadamente, abunda más. Y a las personas sin mucha preparación musical, les puede entrar bien. Es una música muy agradable que funciona a varios niveles. Había un sello que se llamaba Strange And Beautiful, el de John Lurie. Son dos virtudes que me gustan especialmente en todo lo que hago.
Una vez que salga el disco, ¿cuál es el recorrido que va a tener el proyecto en cuanto al directo? Supongo que no es sencillo llevarlo al escenario.
Como todo va al revés, va a empezar a rodar con la misma presentación en directo. Nos la jugamos hasta este nivel, también porque cuento con músicos muy sólidos, empezando por el batería. Si el batería es sólido, ya vamos relajados. Empezaremos a rodarlo el nueve de junio en Costello. Yo tengo un buen follón porque me ocupo a la vez del theremín, el ukelele bajo y el procesamiento electrónico, que controlo con una pedalera…va a ser muy estresante. Pero llevo varios años metiéndome en fregados con el theremín, y me va la marcha. Hay que añadir que saldremos con máscaras, lo cual va a ser otro impedimento. Es complicado, sí. Solo la marimba mide dos metros de ancho -es un problema transportarla-, necesito espacio para el theremín... Todo el conjunto, la sonorización, tiene bastante intríngulis. No seremos un trío de llegar y montar, hay bastante trabajo. Supongo que como en todo, iremos abriendo y cerrando puertas, porque me he metido en un buen jardín tropical, pero estoy encantado. Va a ser complicado, estamos ensayando ahora, pero tengo plena confianza en que salga bien.
Además, acompañaréis la música con un espectáculo visual, ¿no?
Sí, estamos trabajando en ello. Todavía no lo tenemos funcionando porque José Salas, de Machines Désirantes, está creándolo. Es una experiencia que me ha funcionado muy bien con el show de Theremonial, porque con la música instrumental, si los visuales están bien pensados y acompañan su espíritu, el concierto se convierte en un viaje total. Creo que en este proyecto podemos aumentar también la capacidad evocadora de la música en sí. La idea es que cuando se puedan proyectar, haya visuales.
Una última curiosidad, ¿por qué es tan complicado el theremín, especialmente dentro de un grupo? ¿Es porque estás siempre al borde de desafinar respecto al resto de instrumentos?
Absolutamente. Ten en cuenta que no hay notas “en el aire” que te marquen, ni indicaciones. Es tu oído el que te va guiando. Ya tienes una técnica de digitación, pero siempre estás al borde o en el desafine. Muy pocos thereministas tienen una afinación perfecta, y los que la tienen se dedican a tocar en condiciones muy confortables. Canciones con melodías muy lentas, muy marcadas. Yo salgo de la zona de confort para meterme en otros mundos. Aquí estoy manejando otras cosas, pero el theremín exige concentración absoluta. Por eso es tan complicado. Pero este grupo tenía que tener theremín -los del grupo me dicen que debería haber más-, aunque a mí me gusta que haya otros elementos funcionando.
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