La obra de Caraoscura, el primer grupo de Raúl Rodríguez, está descatalogada. El hijo de Martirio trabajaba en aquella Sevilla del 94 con Kiko Veneno, Andrés Herrera ‘Pájaro’, José Loreto ‘Charamusco’, Raimundo Amador y Antonio Smash. “Me crié en una ciudad en la que brotaba la creatividad de Veneno y Pata Negra. Era el ambiente de mis padres: un colectivo temerario que abrió puertas para la liberad”, explica el músico que luego embrujó con Son de la Frontera al cazatalentos Mario Pacheco, visionario del nuevo flamenco en la casa Nuevos Medios. Santiago Auserón, activo estudioso de los vestigios de la negritud en España, introdujo a Raúl en su Zarabanda como “el primer tresero flamenco de la historia”. Sevilla, Cádiz, La Habana.
Un viaje estimulante desde lo viejo hacia lo nuevo por los confines del pasado. Conviene recordar que Sevilla fue el Nueva York de los siglos XVI y XVII. Brillaba un poderío comercial, económico y artístico. “Hay puntos en común con la generación del rock andaluz de los setenta. Eran sociedades pluriétnicas. En el siglo XVI había un 10% de población negra. Después llegaron el jazz y el funk. En los setenta surge un molde de canción que vuelve a hablar de la realidad de la gente de las calles”, reflexiona.
Elaborado por el propio Raúl con su lutier de Triana, Andrés Domínguez, el tres flamenco supone un híbrido entre el instrumento cubano de tres cuerdas y la guitarra habitual de un tocaor. Tres cuerdas dobles de acero y resonancias que transitan del mundo árabe a un Caribe afroandaluz. Todo un hallazgo tímbrico: “Me dedico a algo que no existe. Exploro un folclore imaginario, a media distancia de todos los puertos. Uso cordajes originales. En ocasiones parece actual. Tiene memoria porque entronca mestizajes. Así que estamos creciendo los dos a la vez. El tres flamenco es un vehículo de viaje en alta mar”.
“Razón de son” (Fol Música) culmina dos décadas de rastreo sobre fórmulas rítmicas y estéticas que Raúl Rodríguez engloba en sus ‘sonerías’. O en la ‘blueslería’: la derivación del ‘Alameda’s blues’ de Smash y el ‘Blues de la frontera’ que los hermanos Amador encumbraron con la falseta de Diego del Gastor. Blues por bulerías con mensaje urgente. El alarido del sur profundo que Ricardo Pachón y Carlos Lencero enjaretaron en aquellos textos (decía Lencero que el blues era un palo flamenco más). “Se produce una aportación interesante cuando hacemos elásticos los ritmos. He subrayado lo de ‘contaor’ porque reivindico la música en la que la información era más importante que el modo de contarla. Estoy en la senda de los antiguos juglares, trovadores y repentistas”, reconoce.
En esa línea, el repentista cubano Alexis Díaz-Pimienta, afincado en Andalucía, colabora en el disco y participará en algunos de los conciertos que Raúl ofrece este mes en formato de cuarteto. Estirando el camino marcado por Santiago Auserón con Juan Perro, pero también las pesquisas de investigadores de la rama jonda como José Luis Ortiz Nuevo, Jesús Casano o Faustino Núñez. “El rango de estudio de Auserón es más amplio. Yo lo circunscribo al flamenco. Nos dirigimos hacia una nueva epistemología. El arte es una rueda creativa”, afirma. “He tardado veinte años porque confío en las ideas cocinadas a fuego lento. Vivimos en un mundo sin paciencia. Necesitamos tiempo para contrastar datos, para leer, para hallar verdades en la ciencia”.
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